En la supremacía del discurso motivacional se presentan y ofrecen conferencias y cursos que se publicitan como capacitaciones del sector empresarial pero que operan en espacios culturales. ¿Qué hay detrás de la autoayuda mercantilista repetida de internet y qué peligros representa?
Por Mario Flores
¿Quién se preocupa por las víctimas de estafas piramidales? ¿Qué investigación formal o dispositivos de acción se han establecido para analizar el caso de miles de personas que, en conciente estado de vulnerabilidad emocional y material, buscan respuestas rápidas en el “Sé tu propio líder” que prometen progreso y rentabilidad con “asombrosos resultados”? ¿Cuáles son los mecanismos discursivos a través de los cuales se genera una captación de personas -u oyentes o futuros numerarios- que busca operar en el capitalismo de plataformas mediante charlas motivacionales reiterativas cuyo contenido no ofrece recursos ni herramientas de trabajo tangibles sino puramente speeches aprendidos de memoria donde?
Los espacios no definidos de la cultura en los municipios de Salta, que no siempre se delimitan por una definición programática concerniente a un proceso creativo, permiten que cualquiera logre vender lo que sea como si fuera un contenido cultural. ¿Por qué un copywriter de marketing se considera escritor y por qué un centro cultural promociona charlas motivacionales como si fueran actividad teatral? Muchos de estos promotores de la basura reflexiva proponen su negocio como un “servicio a la comunidad”, consiguiendo espacios y fechas, recursos técnicos y difusión mediática sin la obligación de efectuar jamás un pago correspondiente que cualquier banda de música, compañía de teatro, formadores culturales o artistas independientes sí deben abonar. Entre estos eventos se encuentran: charlas motivacionales, barras de Access, talleres de súper cerebros y terapias holísticas, sanaciones pránicas, sesiones de constelaciones familiares, intensivos tántricos, cursos de emociones, y funcionan como eventos privados con modalidad de preventa, ¿cuál es el medio subterráneo a través del cual se articulan estos coitos entre la institución cultural pública y el hippismo instagramer? ¿Cuáles son los medios de contacto subterráneo que, entre unos pocos, establecen “líneas de acción” y se inscriben como parte de una agenda de estos espacios culturales?
En la dictadura de la programación neurolingüística se intenta, por todos los medios posibles (institucionales, mercantiles y hasta ‘educativos’), establecer una legitimación circunspecta a la idea de felicidad y bienestar, progreso y “tomar las riendas de tu vida”, reestructuración conductual y multiplicación mágica de los bienes materiales. Para los nacidos en la década de la asquerosa alegría, toda experiencia de ostentosidad y concordancia con la corriente hollywoodense de cuerpo y mercado, suponía la reafirmación mediática y social de una proyección de éxito y luminosidad, y también la evidencia de un sentido moral superior, no casualmente idéntica a la verborragia retro menemista que, como una cienciología tercermundista y unitaria, comparte los postulados del clasismo y la necesidad de ubicarse dentro de los no pobres dominantes.
Lista de palabras que acostumbran a usar, para manipular emocionalmente a personas que, en busca de nuevas herramientas que ayuden en el ámbito laboral o económico, biran su contenido a la autorreferencialidad y la “mentalidad del éxito”: resiliencia, sueño, meta, voluntad, decretar, alma.
Es por ello que las caras visibles de El Primer Día del Resto de Tu Vida (un evento denominado “de alto impacto que tiene la visión de expandir la consciencia, revolucionar la educación y abrir la mente a todas las oportunidades que nos brinda el mundo que se viene”) encuentran en el monólogo autorreferencial el modo ―supuestamente― más efectivo para trascender la comunicación a través ya no del sentimiento de identificación sino del deseo.
El relato establecido, que busca impactar emocionalmente y generar un sentido de identificación con el público sigue pautas inmutables fáciles de reconocer: “Joven que vivía en el extranjero -preferentemente en lugares que se consideran paradisíacos o sitios que respondan al mercado turístico de masas-, que trabaja de lo que le gusta, que gana cuantiosos dólares, pero a pesar de todo no es feliz, así que transita un camino de autopercepción y reconocimiento a través de reafirmaciones personales (frases motivacionales tomadas de twitter o de un resumen de libros de Robert Kiyosaki) y ahora viene acá para ayudar a que los demás encuentren su propio camino” (¿?). La cita es textual: se debe prestar atención a las herramientas dialécticas que operan a nivel emocional desde una figura de autoridad de supuesto éxito, algo que cualquier mortal terrestre debería envidiar (lo que, por consiguiente, enarbola una aureola comunitaria de suprahumano ante la generosidad de otorgar las claves para vivir como ese santo ha vivido antes: donde la extranjería de lo berreta responde inofensivamente al turismo de la propaganda oficial, aspirando a la exposición que plantea la normativa social media).
Los eventos son pletóricos de palmas, choques de puños, hacer ruido con los pies, levantarse y volver a sentarse (todos movimientos rituales similares a la liturgia apostólica romana), gritar en voz alta y en primera persona (testificar al estilo evangelista) y gastar, siempre gastar. Aunque se prefiere el uso del término invertir, que asegura un eufemismo conceptual sobre la transacción.
Donde la captación de clientes se disfraza de servicio a la comunidad, donde la estafa piramidal se disfraza de emprendedurismo, y donde el rol de disque influencers pro hegemonía se disfrazan de motivadores o conocedores de salud mental apelando a fórmulas ya conocidas sobre el mercantilismo y la cultura del spam que se pueden encontrar fácilmente en vídeos de Youtube. También existe una gran preponderancia de los estatutos de la espiritualidad new age: se habla de trabas y de sucesos del pasado que atoran la entrada de dinero, se habla de estrés y ansiedad, de ataques de pánico y depresión (por parte de oradores que, sin trayectoria comprobable ni credencialización profesional sobre salud mental y/o clínica se lanzan a la imposición de manos, tocamientos y consejos no analíticos sobre traumas personales) para luego superponer la promesa de resoluciones absolutas en base a la compra de paquetes o cursos que le permitirán al cliente también estar autorizado a dar el curso, destinado a otros que luego comprarán el curso para así emprender impartiendo el curso a otros, y así sucesivamente.
No es solo alarmante la cantidad de estas propuestas que, a modo de conferencia o emulación del formato TED, intenta legitimar la exposición de personajes que prometen diversos paraísos (materiales y económicos, emocionales e interpersonales, físicos y psicológicos, laborales y de redes sociales) en base a la compra de algo mucho más nocivo que una criptomoneda o un producto de Herbalife: se trata de la comercialización de un contenido rudimentario cuyo discurso programático no ahonda en términos de contabilidad ni optimización de labores digitales, sino apenas se trata de empujones discursivos acompañados por diapositivas en pantalla grande que ilustren viajes y oficinas, diplomas generados con Canva y la expectativa insana de la comparación según los estándares del mercado y las plataformas que promocionan una única forma válida de vivir.