Martín Miguel Güemes Arruabarrena
Deseo evocar dos hechos significativos en la historia Argentina. Estos hechos, los mencionaré en orden cronológico. El primero contiene la geopolítica de los subsiguientes, es la creación del Virreynato del Río de la Plata. Acto administrativo–jurisdiccional gestado por Carlos III, Rey de España e Indias, que decide conformar un nuevo espacio político–económico en Hispanoamérica. Por Cédula Real de San Ildefonso (1.08.1776), ordena al Teniente Gral. Don Pedro de Cevallos (destacado militar del Imperio Español), ex gobernador de Buenos Aires (1767–68) organizar militarmente la región del Plata (Argentaria). El nuevo Virreynato nació como fortaleza en el Río de la Plata, cuya capital es el Puerto de la Santísima Trinidad de los Buenos Aires (8.08.1776). A partir de 1782, se instituyen las Intendencias (ocho) y Gobernaciones (cuatro). Tres de las Gobernaciones–Intendencias (Buenos Aires, Córdoba del Tucumán y Salta del Tucumán), conformaban las actuales provincias argentinas, agrupadas en regiones. La Intendencia de Salta del Tucumán abarcaba nuestro Noroeste Argentino y el Sur de Bolivia (Tarija). Región bisagra entre el Río de la Plata y el Alto Perú. En ese entonces existíamos como centro, no como frontera. La intención manifiesta del Rey Carlos III, influenciado por el Brigadier Gral. Pedro Antonio de Cevallos, es preservar el territorio que componen actualmente los países de Argentina, Bolivia (Alto Perú), Paraguay, Uruguay (Banda Oriental), Norte de Chile y Sur del Brasil (Río Grande), de las ambiciones lusitanas y británicas. Los bandeirantes, piratas y corsarios hostigaban el continente. En esta creación regional, se incorpora la zona Cuyana a la nueva región (desprendiendo a la misma de la Capitanía General de Chile) y busca preservar la Patagonia de ambiciones exógenas. Nuestra geopolítica original, nace con el Virreynato del Río de la Plata. Causalmente, en ese año 1776, los EUU se independizan del Imperio Británico, y Adam Smith publica “La Riqueza de las Naciones”, obra base del liberalismo económico, ariete ideológico de la expansión Imperial Británica. Es de recordar, que la minería (el Cerro de Plata de Potosí, en el Alto Perú), los yerbatales del Paraguay, y la pampa argentina, pobladas por ganados (civilización del cuero), son fundamentales para el sostenimiento del Imperio Español. La península Ibérica, y Suramérica, son un mercado común, ajeno a la “mano invisible” del poder inglés. En esos tiempos “La ruta del Galeón” conforma una línea terrestre–marítima que une Potosí, Lima, Portobelo, La Habana y Cádiz, esta ruta es esencial para la existencia Española.
El “camino real” es la ruta que une Potosí, Salta y Córdoba con el Río de la Plata; ante el monopolio español, en Buenos Aires se conforma una red oculta, que es denominada la del “contrabando ejemplar”, por ello se crea la Aduana seca en Córdoba. Ante este cambio de dirección del tráfico mercantil, comienza a crecer en importancia la tensión entre Lima y Buenos Aires. Sumase a esto, la presencia británica y lusitana en la Colonia de Sacramento, en la Banda Oriental (actual Uruguay), fomentando el contrabando ilícito. De allí, la certera decisión de la política borbónica en el Río de la Plata.
La dinastía Austria (Carlos V, Felipe II) domina el Pacífico; los Borbones (Felipe V, Carlos II y Carlos III), intentan controlar la defensa del Continente en el Atlántico. A pesar de la decadencia, el Imperio Español se resiste a entregarse sin luchar. De allí la orden al General Pedro de Cevallos, de combatir a los lusitanos e ingleses, en el Río de la Plata. Recuperar la Colonia del Sacramento, instalada como centro del contrabando inglés, frente a Buenos Aires. El comercio sostenido por la fuerza militar, es la consigna reivindicativa española. Y el Virrey Pedro de Cevallos cumple, recupera la Colonia de Sacramento, y planifica el Virreynato del Río de la Plata. Este pensamiento y acción es la que estamos evocando hoy.
La codicia y la envidia incentivan a la dirigencia británica a conquistar el mercado suramericano, y procurarse materias primas para el desarrollo de su ascendente industria interna. Base del desarrollo capitalista e imperial, en Europa y en las Islas Británicas.
De ayer a hoy… el cambio de paradigma mundial
Sabemos que, el mundo se maneja con otros paradigmas, a partir de la revolución tecnológica, comunicativa y financiera. Lo que ha dado en llamarse: Globalización.
Más allá del hecho comprobable: la revolución científica, comunicacional, y financiera, la ideología globalizadora del Siglo XXI tiene antecedentes ideológicos en el Siglo XVIII, en la revolución intelectual, forjada por los racionalistas, por la ilustración. La economía clásica de Adam Smith, es la piedra fundamental para comprender esa revolución invisible, es quien después de ser aduanero protector de la industria británica, forja la idea básica de la mano invisible del mercado, para regular la oferta y la demanda. Mano invisible que suele introducirse en nuestros bolsillos, robándonos las billeteras. Luego, se encargan politólogos, sociólogos y economistas, de explicarnos que nuestra pobreza es causa de las masas ignaras. Las naciones exportadoras de su mistificación, de su ideología del mercado, léase: Estados Unidos, Gran Bretaña, Israel, son las encargadas de aleccionar en sus universidades a estas mentes preclaras, que luego se encargan de empobrecernos. Nuestro liberalismo intolerante, es su alumno más aplicado. Para la República Imperial (EUU) y sus aliadas (Inglaterra e Israel), cuya dialéctica complementan: China y Rusia, la consigna de la fuerza es el derecho de las bestias, es una constante comprobable de su política exterior… es el paso de “la lógica de la sociedad a la lógica de la guerra” consustancial al desarrollo capitalista financiero. Ayer, el imperialismo era la etapa superior del capitalismo (según Lenin). Hoy, el dominio financiero es la fase superior del imperialismo (de acuerdo a la Doctrina Social de la Iglesia). Los Estados–Nación son un estorbo para el anarquismo libertario… y para el anarquismo socialista. La organización mundial, que procura la paz, un trasto viejo. La ONU en el conflicto palestino–israelí, en la guerra de Ucrania, son el ejemplo de lo afirmado. Estamos frente a una dialéctica de la confrontación permanente. Donde los pueblos no cuentan… sino el dinero, sostenido por la prepotencia de la tierra arrasada. La cual implica: guerra, y endeudamiento permanente. El apokalipsis un horizonte cercano.
Por ello, para nuestra conciencia histórica, la creación del Virreynato del Río de la Plata, baluarte integrativo de nuestros antecedentes geoculturales, es fundamental. Es parte de nuestra experiencia geopolítica. Es el espacio forjado por nuestra Patria. El segundo hecho, que remarcamos, cuyo marco regional es el Virreinato del Río de la Plata, es la Reconquista de la Ciudad de Buenos Aires, el 12 de agosto de 1806. Hecho fundacional del espíritu de unidad de todo un pueblo, ante la invasión extranjera. Los españoles americanos, criollos, mestizos, zambos, mulatos, aborígenes, hombres, mujeres y niños, se fusionaron en un solo puño cívico militar; demostrando que al pueblo que quiere ser libre, no hay poder humano que lo sujete. Todos confirmaron con su acción, lo que después se plasmaría en la Declaración de Independencia de las Provincias Unidas de Suramérica en Tucumán (9.07.1816), con un mandato de futuro: ser libres de toda dominación extranjera. La tarea reservada a nuestras generaciones, es reconstruir el proyecto inconcluso de nuestros Libertadores (San Martín, Belgrano, Pueyrredón y Güemes). Forjar un proyecto sugestivo de vida en común, basados en nuestra experiencia (en nuestro debe y haber de las cuentas públicas). Para ello, necesitamos atarnos al palo mayor en el cual ondea nuestra bandera, y no escuchar los cantos de sirena de los agoreros de siempre, de los topos del estado nación que niegan la posibilidad de un destino en lo universal.
Otro si digo: “(…) Esta estrategia posee su lógica. Se enmarca dentro de la actual dinámica de la globalización económico-financiera, que no quiere saber de ningún control o regulación social y política. Exige campo abierto para hacer la guerra de los mercados. Ha separado totalmente la economía de la sociedad, ve los estados-naciones como trabas, procura reducir el estado, difamar a la clase política y pasar por encima de los organismos de representación mundial, como la ONU. Esta disolución de las fronteras ha acarreado la fragmentación de lo que constituye la sociedad. Peor aún, ha invalidado la base política y ética del sueño de una sociedad mundial, tan querida de los alter mundialistas, que cuidase de los intereses colectivos de la humanidad como un todo y que tuviese un mínimo de poder central para intervenir en los conflictos y dinamizar los mecanismos de la convivencia, de la paz y de la preservación de la vida (“El nuevo paradigma: la guerra infinita. 2006-07-08” por Leonardo Boff ).