por Alejandro Saravia.

 

Hace mucho tiempo, tanto que aún gobernaba Macri y las PASO de agosto no habían ocurrido, en una columna titulada “LIDERAZCO”, decíamos que nuestro país en esta etapa de varias de su ya larga  decadencia, tenía dos problemas serios: Cristina y Macri. Los sigue teniendo…

 

Ambos son como esos jarrones chinos que nadie sabe dónde colocarlos en la casa. Porque no encajan en ningún rincón, desentonan en cualquier ambiente y, para peor, son frágiles. Tienen mala prensa, pero no caprichosa, suficientes méritos hicieron para tenerla.

 

Sería, en verdad, un alivio para todos que tomen el mismo camino que tomó el emérito rey español, Juan Carlos de Borbón, y se marchen al exilio dorado. Macri, Mr. Gardiner, podría quedarse en París, en Suiza, en la Costa Azul, en cualquier parte, pero a no menos de 10.000 km de distancia de acá. Cristina, podría irse a Cuba, a Venezuela, a Irán, es decir a sus edenes imaginados y tomados como modelo, y dejarnos tranquilos. Y dejarlo tranquilo, también, a Alberto que, creo, sentiría un gran alivio. Total, mientras tanto, su hijo Máximo podría seguir la gira gastronómica organizada por Massa. Todos contentos y felices.

 

Tenemos, los argentinos, un serio problema de liderazgo. El que no se explicite, por ejemplo, el plan económico, diciendo un día que se lo tiene pero no se lo quiere decir, y al día siguiente declarar en el Financial Times, el diario financiero más importante del mundo, que no cree en los planes económicos, denota claramente que aún se está discutiendo qué se quiere hacer con la economía. O, quizás sea como afirmó un día, ya electo, Carlos Menem, que si él decía lo que iba a hacer, nadie lo votaba. Recordemos que todos vienen de esa hornada. La cuestión es que el programa no se muestra. Como tampoco, seamos justos, lo mostró Macri.

 

La pandemia dio una excusa y un respiro paradójicamente, pero el Decreto de Necesidad y Urgencia último, el de la prohibición de las reuniones familiares, refleja igualmente esa ausencia de liderazgo.

 

Está claro que es inconstitucional por donde se lo mire: porque el Congreso está en funcionamiento, aunque sujeto al caprichoso botón de Cristina, la Dueña. Y si está en funcionamiento no pueden emitirse estos tipos de decretos con sustancia legislativa.

También, porque trata de problemas relativos al poder de policía que entraña cuestiones de competencia provincial, de modo que la Nación no puede inmiscuirse en ellas. El determinar quiénes pueden reunirse o no en las casas es materia vecinal, provincial, si se quiere municipal, pero no nacional. Las provincias son autónomas por si no lo saben. Los municipios también. Acá, el único que se avivó es el intendente de la ciudad de Metán, al sur de nuestra provincia.Porque, desde otro ángulo, crea figuras penales vinculadas a una norma penal en blanco, y los DNU tienen expresamente prohibida esa materia, la penal.

 

Bueno, todo eso refleja ausencia de liderazgo. El hoy sí, mañana no. Si hubiese liderazgo bastaría un mensaje, no una orden, y la gente lo respetaría, acatándolo. De eso se trata la libertad responsable.

 

Lo mismo sucede respecto al tema judicial. Justo ahora, en medio de la pandemia y de la cuarentena, se les dio por reformar la justicia y, sobre todo, la Corte Suprema, a donde van a morir todas las causas de corrupción. La única reforma que debería establecerse es fijarle un término para fallar. Para que las causas no mueran por vencimiento del plazo razonable. Vericueto siempre utilizado por  nuestro Poder Judicial para zafar de situaciones embarazosas.

 

Seamos sinceros y, con una mano en el corazón, reconozcamos que en este momento, a la única persona que le interesa la reforma judicial es a Cristina. A nadie más. Y en su tesón arma un descalabro. Y está claro que se aprovechan de que no puede haber aglomeraciones, pero no tienten al diablo. Siempre les sale en contra.

 

Que es necesario el mejoramiento de la justicia, está claro que es así. Pero los únicos que no  pueden motorizar ese cambio son, precisamente, los imputados, que ya tienen un puñado de planteos en la Corte de Justicia de la Nación.  Con evidencia, el recato no es su fuerte. No sólo hay que ser, muchachos, también parecer. Justamente ellos no lo pueden hacer, por eso mismo. Por estar imputados de delitos varios y por tener numerosas causas en el Tribunal que están apretando.

 

Sí, es necesaria la reforma de la justicia. Pero conducida por personas cuya honorabilidad no esté sobre el tapete, y no, justamente, por imputados y sus defensores. La reforma de la justicia pareciera que forma parte de un capítulo de esa defensa.

 

Ya una  frase bíblica marca el camino y los límites. Dice algo así como que “….es dura la verdad, mas no en tu boca…” Es decir que la verdad pesa, vale, de acuerdo con la boca que la pronuncie. Es un claro problema de legitimidad. Algunos lo pueden hacer o decir. Otros, evidentemente, no.