El sectarismo, la ignorancia, la discriminación y el odio que tanto denosta el Partido Obrero en sus ácidas críticas hacia los demás partidos políticos, gobiernos y representantes, tiene su lugar en su propio seno. 

Y es que esto de que cuando las noticias, fotos y comentarios se publican -sobre todo en redes sociales- pasan a ser parte de todos, es un concepto que algunos de sus componentes no estarían comprendiendo.

Es lo que sucedió con una publicación realizada por Daniela Romano del Frente de Artistas del Partido Obrero (si omitimos algún otro cargo, asumimos nuestra ignorancia) el que da cuenta públicamente en la red social facebook, de una sesión de fotos donde posan los candidatos a legisladores nacionales de ese partido.

Para quienes estamos acostumbrados a bucear en la información de manera que cada hecho se convierta en noticia, es natural que todo aquello que se presente y sea de interés, pueda volcarse para el conocimiento público, y así lo hicimos en nuestro sitio web. 

Salvo el caso del candidato Pablo López, para la mayoría de los mortales el resto de candidatos de la izquierda que se presentan para disputar un lugar en el Congreso de la Nación son ignotos aspirantes, a quienes a través de las fotografías, nos pareció oportuno darlos a conocer. Y así lo hicimos, como una nota de color y sin esperar lo que luego se desencadenaría. 

Grande fue nuestra sorpresa cuando en vez de sentirse conformes por encontrar un canal gratuito y desinteresado para darse a conocer a la ciudadanía -y teniendo en cuenta que dentro del discurso de la izquierda está el de la falta de medios para difundir sus propuestas y mostrar a sus candidatos- nuestro medio recibió profusas acusaciones: nos mandaban a “laburar” y nos trataban de “chantas”.

 

Cabe aclarar que en la nota de Cuarto Poder bajo el título de “Sesión fotográfica y presentación de candidatos de la Izquierda”, se citaba en el pie de foto a la profesional que había realizada la publicación, que por tratarse de contenido de redes sociales, es totalmente “público”. Y en esto no hace falta aclarar que lo que no se quiere que se vea o lea, no se publica; o en todo caso, se restringe el público que queremos que tenga acceso. 

 

 

Frente a la intolerancia manifestada por la militante, algunos comentarios intentaron hacerla reflexionar al advertirle que el material publicado tenía citado en el pie de foto su nombre (como corresponde) a lo que aclaró que lo que le molestaba era que no se la había citado el texto con el que acompañó sus fotografías. 

Nuestro medio tomó tal texto y lo citó, en el convencimiento de que se trataba de una consigna de la presentación del frente electoral, y de esta forma citó el párrafo acotando: “destacaron en la presentación”. 

 

 

Y ahí nos dimos cuenta que estaba nuestro profundo error. Lo que molestó a la militante fue que no se la mencione como autora de una frase -de la cual el periodista no se apropió- sino que la atribuyó a su espacio en conjunto: el Partido Obrero. 

A la señora Daniela Romano la invitamos a la reflexión ya que este tipo de catarsis egocéntricas en el que acusa a periodistas de vagos y los manda a “laburar” escrachando a un medio de comunicación, podría haber devenido en una suspensión, medida correctiva o lo que es peor, un despido. Nada mas alejado de la militancia obrera, que se conduce con perspectiva de los trabajadores, planteando la defensa irrestricta de las fuentes de trabajo, sobre todo en estos tiempos del país donde los despidos, las suspensiones, los cierres son parte de nuestra realidad diaria.

De más está decir por nuestra parte, que no estamos exentos de cometer errores, y casualmente esta semana cometimos un acto involuntario  respecto a una fuente informativa, que inmediatamente fue subsanado. 

Tampoco atribuimos la desafortunada publicación y ataque a nuestro medio, a la mayoría de la dirigencia y militancia del Partido Obrero que ha tenido en Cuarto Poder siempre, un lugar desinteresado donde publicar su ideas y desarrollar sus opiniones. En la certeza de que podemos sostener visiones distintas, cometer errores u omisiones y hasta debatir apasionadamente, sin que esto signifique el agravio intolerante, que no conduce a nada. 

 

El Editor