ALEJANDRO SARAVIA
A casi 50 años del fatídico 24 de marzo de 1976 se sigue discutiendo si la contienda entre dos bandos terroristas fue una guerra o no. Y, como dicen que no hay peor astilla que la del mismo palo, para esclarecer de una vez por todas lo sucedido en los 70 del siglo pasado, aunque no tan pasado como debiera, voy a citar afirmaciones textuales de dos generales del ejército, uno argentino, otro estadounidense. Por cortesía con los invitados comienzo por Alexander Haig, veterano de guerra en Corea y en Vietnam, quien, siendo Secretario de Estado de Ronald Reagan, en una entrevista que tuvo con Galtieri durante Malvinas, le dijo, cuando éste invocó que Argentina había salido de una guerra sucia, que esa no había sido una guerra sino una cacería.
Otro tanto sostuvo, posteriormente, el general Balza, comandante en jefe de las Fuerzas Armadas y veterano de Malvinas, que caracterizó el accionar de Montoneros y ERP en los 70 como que había sido una agresión terrorista de organizaciones criminales que cometieron delitos. Y, en una reciente columna, el mismo general Balza sostuvo que es inaceptable que aún hoy haya sectores que afirmen que aquello fue una guerra, que hubo excesos, y que se cumplieron órdenes del gobierno constitucional que ordenaban aniquilar. La palabra guerra estaba precisamente prohibida por el PRN (Proceso de Reorganización Nacional); se empleaba la expresión: “Lucha contra las bandas de delincuentes subversivos”. Y, respecto de lo de aniquilar, dice que el término “aniquilar militarmente” tiene un claro alcance: quebrar la capacidad de lucha del enemigo. No reducirlo a la nada y hacerlo desaparecer. Nosotros, en Malvinas, dice, fuimos aniquilados, pero no se cometió ningún crimen de guerra.
Tanto Montoneros como el ERP cometieron delitos reprimidos por el Código Penal. Igual que los militares, con el agravante, de parte de éstos, de que al haberse apoderado del aparato estatal utilizaron a éste, al Estado, como instrumento delictivo, cometiendo crímenes atroces como el de desaparición de personas, violaciones a mujeres prisioneras, secuestro de niños y supresión de su identidad, además del presupuesto que fue el alzamiento en contra de las instituciones constitucionales.
Esos delitos y sus autores fueron, como correspondía, juzgados por la justicia ordinaria y condenados. No sólo los de las fuerzas armadas que habían protagonizado ese alzamiento y los desmanes mencionados, sino también los denominados guerrilleros, Montoneros y del ERP. Respecto de los militares es bien conocido, acá e internacionalmente, el denominado Juicio a las Juntas, que terminó con la condena de los sublevados y represores.
Pero también, apenas asumido, Alfonsín firmó el decreto 157/83 que disponía la persecución penal, con relación a los hechos cometidos con posterioridad al 25 de mayo de 1973, contra Firmenich; Vaca Narvaja; Obregón Cano; Galimberti; Roberto Cirilo Perdía; y Enrique Gorriarán Merlo por los delitos de homicidio, asociación ilícita, instigación pública a cometer delitos, apología del crimen y otros atentados contra el orden público, sin perjuicio de los demás delitos de los que resulten autores inmediatos o mediatos, instigadores o cómplices. Firmenich fue detenido en Brasil el 13 de febrero de 1984, extraditado a la Argentina y condenado a 30 años de prisión. Fue alojado en la cárcel de Devoto hasta 1990.
Todos fueron indultados por el presidente Carlos Menem en 1990, al mismo tiempo que los militares represores, “en aras de la reconciliación nacional”. Al anularse los indultos en 2004, se reabrieron los juicios contra los represores pero no contra los líderes de las organizaciones armadas, por tratarse de delitos comunes ya prescriptos.
Los crímenes de la dictadura, en cambio, se consideran delitos de lesa humanidad por haberse cometido desde el Estado y, por tanto, no prescriben y pudieron seguir siendo juzgados.
El indulto de Menem a todos los involucrados, de un bando y del otro, en aras de una supuesta “reconciliación nacional” fue hecho, respecto de los Montoneros, tras recibir un buen monto de dólares, se habla de 8 millones, que habían sido obtenidos por éstos por el secuestro, en septiembre de 1974, de los hermanos Born, por el que Montoneros recibió 60 millones de dólares, según cuenta documentadamente en su libro titulado “BORN”, María O’Donnell, quien calcula que a valores de 2015, año de la edición del libro, serían unos 260 millones de dólares. Quien encabezó esa operación fue el Jefe de la Columna Norte, Rodolfo Galimberti, quien fuera cuñado de la actual ministra de Seguridad de la Nación, Patricia Bullrich.
Como bien lo dice Luciana Vázquez en La Nación, hasta el momento, la reconstrucción de los 70 más cercana a la verdad histórica, con atribución de responsabilidades de todas las partes, se llevó adelante en el gobierno de Alfonsín, tan vapuleado por Milei y los libertarios: la Argentina democrática no volvió a la vida con una teoría del “demonio único”, como plantea Laje. De hecho, éste cita como fuentes documentos del Juicio a las Juntas y del Nunca Más en favor de algunas de las posiciones que defiende, como la responsabilidad de las organizaciones guerrilleras. Pero de la justicia alfonsinista, ni una palabra en el documental oficialista. La verdad sigue incompleta. Y la Argentina, otra vez, con todo su pasado por delante.
Sucede que acá hay grandes impostores. Se autodenominan liberales quienes adoptan como guía la metodología del senador estadounidense Joseph McCarthy quien, en plena guerra fría, se dedicó a la caza de brujas viendo comunistas o zurdos por doquier. Lo mismo que el trío de hierro que dice gobernar nuestro país, con el agravante de parte de éstos que lo hacen reproduciendo, fuera de contexto temporal, la mentalidad de esa época de posguerra mundial.
Al frente, los de La Cámpora o bien el kirchnerismo, lo único que tienen para mostrar en su lucha por los derechos humanos, tras la prostitución de los organismos que sí lucharon por éstos, es la foto amplificada de cuando, trepado a un banquito, Bendini, jefe del ejército, en el Colegio Militar, bajó los cuadros de Videla y Bignone, el 24 de marzo de 2004, es decir, 28 años después del golpe del 76 y 19 años después de que los mandos militares del 76 fueran condenados. Absolutamente patético.
De aquellas tragedias, esta farsa…