Carlos Fayt es el juez salteño de la Corte Suprema que nació cuando la 1º Guerra Mundial no había terminado, los soviets no habían conquistado Moscú; cuando en el país todavía faltaba más de una década para el primer golpe de estado y que, según se dicen, hace semanas que no aparece por tribunales. (Gonzalo Teruel)

Justo en la semana en la que se cumplieron 200 años de la elección de Martín Miguel de Güemes como gobernador de la provincia, otro salteño, tal vez el más influyente de los últimos 50 años, quedó en el centro de la escena política nacional. Se trata de Carlos Fayt, miembro de la Corte Suprema de Justicia de la Nación desde 1983, que por estas horas está en el centro de una brutal disputa entre el Poder Ejecutivo y el Poder Judicial.

Según denuncian desde la oposición, para garantizarse impunidad cuando abandone el gobierno, Cristina Kirchner quiere ampliar el número de integrantes de la Corte Suprema. Pero los jueces, sobre todo Ricardo Lorenzetti y el salteño, se oponen. Entonces, varios funcionarios y legisladores atacan a Fayt por su “avanzada edad” y sospechan de su “idoneidad” y de su aptitud psicofísica.

De 97 años cumplidos en febrero, el juez salteño nació cuando todavía no había terminado la Primera Guerra Mundial, cuando los soviets no habían conquistado Moscú, y cuando en el país todavía faltaba más de una década para el primer golpe de estado. Y, según dicen en despachos de gobierno, hace semanas que no aparece por tribunales por lo que su real estado de salud es un verdadero misterio.

Por eso el enorme interés de la prensa y la dirigencia política y judicial por este viejo y enigmático maestro del derecho argentino. “Siempre fue muy respetado” dijo sobre el juez el ex intendente de Salta, Néstor Salvador Quintana, que se disculpó con Cuarto Poder por no poder acercar mayores precisiones sobre su vida antes de ocupar su actual cargo.

Lo que puede reconstruirse es que tuvo problemas con Juan Domingo Perón. “Mi tesis doctoral en la Universidad de Buenos Aires criticaba la reforma constitucional que aprobó Perón en 1949. Los jurados no me quisieron tomar el examen y tuve que escribir otra tesis. Pero, al margen de ese asunto, siempre me interesó estudiar el peronismo. Al fin de cuentas, yo enseñaba Ciencia Política. Además, siempre critiqué a los partidos -al peronismo y al radicalismo- que compran votos. Por eso, en un libro de los años 40, en lugar de hablar de la soberanía argentina, hablé de la ‘sobornería’ argentina. Yo, por mi parte, siempre admiré a los líderes socialistas Nicolás Repetto y Alfredo Palacios, pero me aparté del socialismo en el 58”, contó en una entrevista publicada en 2008. Su paso por la academia es más que destacado: escribió cerca de 40 libros y enseñó durante 70 años en distintas casas de altos estudios.

“Fue hace tanto… que ya ni me acuerdo” repitió esta semana Quintana que, sin embargo, confirmó que Fayt militaba en el Partido Socialista y era respetado por peronistas y radicales. Desde el socialismo “y acompañado por un señor de apellido Cardozo, llegó a ser candidato a gobernador en el 58”. En esas elecciones de 1958 se impuso Bernardino Biella de la UCR Intransigente referenciada en Arturo Frondizi con casi el 75% y el peronismo proscripto.

Esa fue su última actividad partidaria de relevancia en tierra salteña porque desde entonces se concentró en su carrera judicial y llegó a presidir la Asociación de Abogados de Buenos Aires en 1963. “Arturo Illia, a través de un ministro, me había ofrecido ser presidente de la Corte, pero alguien me dijo que debía aceptar públicamente la ampliación del número de jueces. Rechacé la oferta y, como presidente de la Asociación de Abogados, saqué una resolución en contra. Obviamente, no fui nombrado”, contó el mismo Fayt.

Tuvo que esperar 20 años, y un par de sangrientas dictaduras militares para llegar -de la mano de Raúl Alfonsín y ya en democracia- al más alto tribunal del país. Desde ese sitial atravesó los gobiernos de Alfonsín, Carlos Menem, Fernando De la Rúa, Eduardo Duhalde, Néstor y Cristina Kirchner. Paradoja del destino, entre julio de 2003 y enero de 2004 fue presidente de la Corte de Justicia y sobrevivió el fin de la “mayoría automática” instaurada por el menemismo, y fue reconocido en más de una oportunidad por los que hoy lo atacan.

Cuando en diciembre Raúl Zafaroni renunció de la Corte para dar cumplimiento al tercer párrafo del cuarto inciso del artículo 99 de la Constitución Nacional que establece los 75 años como límite de edad para los jueces, Fayt aseguró que seguirá en su cargo “un tiempo más”. Lo asiste el derecho: él juró en su cargo antes de la reforma de la carta magna y conservará su empleo “mientras dure su buena conducta” como manda el artículo 110 de la Constitución.

Por las dudas, sus allegados arriesgan que ese “tiempo más” será hasta diciembre cuando Cristina Kirchner haya dejado la Casa Rosada. Lúcido todavía y muy crítico del gobierno y su embestida contra la justicia, el casi centenario magistrado está convencido que su permanencia en la Corte es su último servicio a la república. El tiempo que siempre es tirano dirá si puede cumplir su objetivo.