Rousseff advirtió en una entrevista con un diario estadounidense a finales de abril que tras la idea de su destitución tenía mucho que ver su condición de mujer. El Congreso debatirá hoy si la suspendida presidenta deja su cargo.
«¿Por qué quieren que renuncie? Por que soy mujer y porque piensan que soy frágil. Y no lo soy, así no ha sido la historia de mi vida», respondió.
El día que Dilma Rousseff asumió la presidencia de Brasil, pronunció un discurso ante el Congreso remarcando el valor histórico de ser la primera mujer electa para ese cargo.
«Vengo a abrir puertas para que muchas otras mujeres puedan, en el futuro, ser presidentas», dijo aquel 1º de enero de 2011. «Y para que —en el día de hoy— todas las mujeres brasileñas sientan el orgullo y la alegría de ser mujer».
Pero ahora está afuera del poder, al menos de forma temporal.
Dilma Rousseff enfrenta este martes el debate y posterior veredicto del Senado sobre su destitución, al final de un juicio político.
Y esto ocurre en medio de la peor recesión económica de Brasil en décadas y de un colosal escándalo de corrupción, problemas que han derrumbado la popularidad de la mandataria de 68 años.
Y los ministros del gobierno, congresistas y simpatizantes de Rousseff están de acuerdo con Roussef y le ponen un nombre de lo que sería una de las causas de la persecusión: el machismo brasileño.
«Han mezclado en todo esto un gran prejuicio contra la mujer», declaró Rousseff en conferencia de prensa. «Hay actitudes conmigo que no tendrían con un presidente hombre».
Entonces, ¿es Rousseff víctima de machismo?
«Farsa sexista»
Quienes exigen el fin del gobierno de Rousseff y del izquierdista Partido de los Trabajadores (PT) niegan que haya una cuestión de género detrás de su reclamo.
«Definitivamente no, ella ya quedó en la historia por ser la primera presidenta mujer», dijo Renata Pinto, una abogada de 34 años que el domingo asistió a un acto sobre la playa de Copacabana de Río de Janeiro a favor del impeachment.
«Es por errores de ella», y porque «su partido usó la máquina pública para obtener dinero, no porque sea mujer», añadió en diálogo con BBC Mundo.
Jean Wyllys, un diputado que trabaja en temas de género, diversidad sexual y minorías, sostuvo ante sus colegas que el proceso a Rousseff es una «farsa sexista» que él no apoya.
«Aquellos hombres no tienen respeto por Dilma primeramente porque es mujer», dijo Wyllys a BBC Mundo tras la votación. «No admiten una mujer en el espacio de poder».
Representante del Partido Socialismo y Libertad (PSOL), Wyllys relató que suele escuchar a diputados diciendo cosas como que Rousseff «es incompetente porque es mujer», y sostuvo que varios expusieron su sexismo en la sesión de la votación en la cámara.
«Cuando votaban las diputadas de oposición y las más blancas, las llamaban de ‘linda’, ‘bonita’ o ‘princesa'», dijo. «Y a las diputadas del campo progresista y anti impeachment, gritos ofensivos».
«Chao querida»
Aunque las mujeres son mayoría en la población brasileña (51% según la oficina nacional de estadísticas IBGE), dentro del Congreso solo ocupan cerca de 10% de los 594 escaños de ambas cámaras.
La tasa de mujeres en el Legislativo de Brasil es inferior a varios países de la región y del mundo, incluso al promedio de naciones de Oriente Medio, indicó el año pasado la Unión Interparlametaria. «Vivimos en un país muy conservador», dijo Guilherme Prates, un actor de 23 años que se ha mostrado en contra del juicio político a Rousseff. «Es como si una mujer todavía no inspirase mucha autoridad, y eso se nota cuando ves el número de mujeres congresistas».
Entre las diputadas mujeres, el juicio político a Rousseff tuvo 29 votos a favor y 20 en contra: una mayoría que estuvo lejos de alcanzar los dos tercios de respaldo que sí logró en toda la Cámara, según Agencia Brasil, un servicio estatal de noticias.
El proceso pasó al Senado, donde se decidió iniciar el juicio político y suspender a la presidenta por 180 días mientras se adelanta la investigación.
Rousseff niega haber cometido algún delito y enfatiza que no enfrenta cargos de enriquecimiento ilícito, desvío o lavado de dinero, como sí ocurre con muchos congresistas.
Al votar a favor del impeachment, varios diputados pronunciaron o mostraron carteles con la frase «chao querida», usada por el expresidente Luiz Inácio Lula da Silva para despedirse de su sucesora en una conversación telefónica el mes pasado.
La charla fue grabada por investigadores del escándalo de sobornos en Petrobras y divulgada por el juez del caso, generando sospechas de que Rousseff nombró a Lula ministro para evitar su eventual arresto por esa causa: la presidenta le avisaba a Lula que le enviaría el acta de su investidura para usar «en caso de necesidad».
Pero hay quienes sostienen que el «chao querida» de los opositores también connota sexismo, lo que ha generado polémica en redes sociales.
«Ese querida sirve para desacreditar nuestra posición en el mundo», escribió Carol Patrocinio, una periodista feminista en la plataforma Medium
«Es como cualquier cosa dicha con una sonrisa en la comisura de los labios, de esas de desprecio», sostuvo.
«Clítoris duro»
Rousseff aludió también a una edición de la revista brasileña IstoÉ, que a inicios de mes publicó una gran foto suya en portada, donde parecía estar gritando, bajo el título: «Las explosiones nerviosas de la presidenta».
«En brotes de descontrol con la inminencia de su alejamiento y completamente fuera de sí, Dilma quiebra muebles dentro del Palacio, grita con subordinados, insulta autoridades, ataca poderes constituidos y pierde (también) las condiciones emocionales para conducir el país», señaló la publicación.
Rousseff sostuvo que ese episodio «muestra una misoginia».
«Dicen lo siguiente: mujer bajo tensión tiene que estar histérica, nerviosa y desequilibrada. Y no se conforman con que no esté ni nerviosa, ni histérica, ni desequilibrada», declaró.
Pero Carlos José Marques, director editorial de IstoÉ, negó que hubiera cualquier sesgo o intención machista o sexista en el reportaje, que se basó en información recogida de personas que tuvieron o tienen acceso al palacio presidencial.
«Si fuera sobre un presidente hombre, ¿cómo iban a calificarlo?», preguntó Marques en diálogo con BBC Mundo. «¿De tapa feminista por ser un hombre en la tapa? Evidentemente no».
El jefe de gabinete de Rousseff, Jaques Wagner, también criticó el reportaje de IstoÉ, pero Euler de França Belém, editor jefe de Jornal Opçao, un semanario del estado de Goiania, sostuvo en una columna que Wagner se olvidaba del «machismo de Lula».
En otra conversación telefónica grabada por policías y divulgada por el juez del caso Petrobras, se oyó a Lula preguntarle a un exministro de derechos humanos, en un lenguaje vulgar, dónde estaban las mujeres de «clítoris duro» de su partido para respaldarlo.
Aquel episodio llevó a algunas feministas a advertir que la falta de respeto a las mujeres en la política de Brasil proviene tanto de la izquierda como la derecha.
«Tener una mirada feminista de la crisis política es mucho más que mostrar dónde están las mujeres de clítoris duro», escribió la bloguera Jussuara Cardoso. «Es recordar que una democracia no se hace dejando parte de la población afuera, sino escuchando a todas».
*Este artículo fue publicado originalmente el 20 de abril, una semana después de que la votación de la Cámara de Diputados aprobara el inicio del proceso para el juicio político de Rousseff, y actualizado tras la votación en el Senado, donde finalmente la presidenta fue apartada del cargo por 180 días.
Fuente: BBC