Cómo habitan sus territorios, cómo vivencian la lucha de los feminismos, cómo tejen redes que las ayudan a vivir comunitariamente. (Andrea Sztychmasjter)

Luego de un año de haber pasado por la Cámara de diputados de Salta, este jueves senadores salteños aprobaron por unanimidad  un proyecto que ya contaba con media sanción por el cual se instituye  en Salta el 5 de septiembre de cada año como “Día de la Mujer Indígena, en conmemoración a la lucha de todas las mujeres indígenas en defensa y reconocimiento de sus derechos étnicos – culturales”.

Según el Art. 2° del proyecto “El Poder Ejecutivo realizará todos los 5 de Septiembre de cada año actividades y campañas de difusión para la visibilidad de las mujeres indígenas en el territorio de la Provincia y el reconocimiento de sus derechos, entre ellos a la vida, a la integridad sexual, a la educación, a la salud, a la alimentación y a la propiedad comunitaria”.

Esta fecha fue elegida en conmemoración al paso a la inmortalidad de Bartolina Sisa, quien comandó con gran valentía los ejércitos Quechua-Aymara contra las tropas realistas, en la lucha por restablecer los derechos de su pueblo, ante la dominación y la opresión de los españoles, tiempo después fue capturada y sentenciada a muerte, la misma se hizo efectiva un 5 de septiembre de 1782. Cabe resaltar que el 5 de septiembre fue instituido por el 2° Encuentro de Organizaciones y Movimientos de América, realizado en Bolivia en el año 1983, como el “Día Internacional de la Mujer Indígena”.

Pero más allá de esta fecha simbólica, lo importante siempre ha sido poder escuchar sus propias voces y propiciar desterrar ese silencio que muchas veces aparece. Cómo habitan sus territorios, cómo vivencian la lucha de los feminismos, cómo tejen redes que las ayudan a vivir comunitariamente.

Transmisora del conocimiento

Sandra Pisco es docente, auxiliar bilingüe e intérprete de la Corte de Justicia  de Salta, vive en el departamento San Martín. La historia de vida de esta traductora de dialectos del wichí y el chorote -su idioma materno-, según ella misma hace visible, es de lucha y militancia. Ello también la llevó a sentir los golpes bajos de un Estado burocrático y excluyente respecto a las comunidades originarias.

“Las mujeres indígenas somos portadoras y guardianas del conocimiento invaluables del poder originario. Estamos obligadas a seguir transmitiendo la lengua de nuestros ancestros, la historia y la identidad. Es hora de despertar y exigir sobre todo el compromiso de una voz interior que clama por una transformación individual y colectiva, dejar de lado y estar discriminadas y ser parte de esta sociedad de manera que se reconozca nuestros valores, raíces y derechos. Hermanemos entre todos  para tener una mejor sociedad”, describió a Cuarto poder.

Desde 2015 es perita traductora oficial del Poder Judicial de Salta luego que un fallo de la Corte de Justicia local ordenara que fuera inscripta en el Registro de Peritos: “La inscripción requerida resulta procedente por la necesidad institucional de incorporar peritos traductores en lengua wichí y chorote”, describían en aquel entonces y hacían mención a la “doctrina” que especifica que la lengua constituye uno de los elementos por los cuales se configura la construcción de la identidad. 

La falta de traductores indígenas en Salta quedó en evidencia en algunos casos que tuvieron trascendencia pública por la impunidad que los caracterizó. Durante el juicio contra ocho hombres -ahora condenados a 17 años de prisión por violación en banda contra una niña wichí de Alto La Sierra-, Sandra tuvo que oficiar de traductora. El caso resultó emblemático no sólo para Argentina sino también a nivel internacional por la revictimización constante que recibió por los diferentes poderes estatales: en un primer momento la menor no pudo declarar en la denuncia penal sobre el abuso por no contar con traductor de su lengua originaria. Y así una vez más la ausencia del estado para con las mujeres indígenas se hacía evidente en una de las provincias con mayor cantidad de “naciones”.

Indígenas por el Buen vivir

El Movimiento de Mujeres Indígenas por el Buen Vivir es una organización creada frente a la necesidad de fortalecer la lucha de los 36 pueblos y naciones indígenas que habitan Argentina, con el objetivo de frenar la constante violación de los derechos humanos y derechos de los pueblos indígenas por parte de los sectores dominantes de la población y sus aparatos de poder. Este movimiento nació en el año 2012 en un pequeño centro cultural del pueblo Qom, en la ciudad de Rosario, cuando un grupo de mujeres de diferentes pueblos se reunió para intercambiar opiniones, ideas, sueños y experiencias de vida, hecho que generó la creación de la Marcha de Mujeres Originarias por el Buen Vivir, la cual fue precedente del Movimiento de Mujeres Indígenas por el Buen Vivir y del I Parlamento de Mujeres Indígenas por el Buen Vivir en el año 2018. l’any 2018.

Noelia Chumbita  integrante de este movimiento pertenece al pueblo nación diaguita, de la comunidad kakan diaguita los chumbichas, de La Rioja. En dialogo con este medio contó que hace 10 años se encuentran exigiendo el reconocimiento de sus territorios en la provincia hoy gobernada por el peronista, Ricardo Quintela. Se trata específicamente de 80 hectáreas en donde podrían sembrar y ver crecer a sus hijas.

“Nosotras estamos totalmente abandonadas por las políticas públicas del estado. Somos invisibles y se nos sigue negando”, sostiene con firmeza Noelia al contar que pasan los gobiernos y la situación para ellas sigue igual.

El Movimiento de Mujeres Indígenas por el buen vivir, se encuentra realizando una campaña #BastaDeChineo para darle visibilidad a estas violaciones que sigue sucediendo en las comunidades. Desde la campaña comparten historias, relatos en primera persona pertenecientes a los distintos pueblos y naciones indígenas. “Éstas son las voces del dolor de nuestras ancestras, nuestras hijas y de nosotras mismas”, sostienen.

Noelia comentó que el “chineo” y “rameo” son crímenes de odio racistas y machistas, y señaló que el término empleado para referirse a estas violaciones “no surge del pensamiento ancestral” aunque desde el Movimiento consideran que si omiten usar ese término estarían contribuyendo al negacionismo de la práctica. Describió que seguirán exigiendo justicia y los derechos que aun hoy le son negados: “estas violaciones además de atentar contra nuestros cuerpos, violan nuestra espiritualidad”, describió.

Aseguró asimismo que en este tiempo de pandemia  la violencia hacia niñas y mujeres indígenas aumentó y ellas siguen protagonizando esta triple violencia: por el género, por la pobreza y por la piel.

Mujer que resiste

Irene Cari es presidenta del Foro de Mujeres por la Igualdad de oportunidades, nació en Jujuy y se crió en la comunidad de los Tobas. En Salta, por su defensa constante hacia las más desprotegidas recibió golpes de todas partes. Cari dice lo que piensa y siente y eso es justamente lo que le molesta a quienes se encuentran del otro lado. Del lado de seguir reproduciendo el mismo sistema machista que critican, del lado de seguir perpetuando las prácticas de violencias.

“Desde la palabra misma tenemos controversias sobre el uso de mujeres originarias o mujeres indígenas. Sigo siempre lo que mis hermanas se nombran y nos llamamos Chorotas, Chulupies, Tobas, Wichi, Tapietes, Guaraníes, Coyas y muchas más. En cada encuentro de las mujeres indígenas hay un símbolo de pertenencia para identificar a qué comunidad se representa cada mujer.  Yo desde mis raíces, nacida de padres de la comunidad coya del altiplano jujeño y haberme criado junto a las familias Tobas, me siento muy comprometida con ellas  con todo lo que fuimos construyendo entre nosotras en defensa de nuestros derechos. En un contexto de múltiples formas de violencia en que nos movemos no es nada fácil ser dirigente, política, ser referente, ser defensoras de los derechos humanos y desde la perspectiva de género que cuestiona los mandatos colonizados en las  cuerpas por la triple discriminación que más pesa sobre la vida de las mujeres”, mencionó.

En este día y cada día

Rosa Rodríguez de la comunidad El Carboncito ubicada en el departamento San Martín, es maestra auxiliar bilingüe y manifestó que las mujeres indígenas son las que transmiten en el tiempo por ejemplo todo lo relacionado a las plantas medicinales y a la lengua, comparten con sus hijas todo el conocimiento del monte: “Soy una mujer indígena de la nación wichí y estoy orgullosa por eso. He vivido con ancianas y compartí experiencias y me trasmitieron mucho conocimiento. Las ancianas transmitían de forma oral y eso me llevó aprender a cosas que hoy yo los plasmo con los chicos”. Dijo que para era ella no existe solo un día de la mujer indígena puesto que su trabajo incansable se ve a cada hora y día.