Ya sabemos en qué anda ocupada la Diputada Nacional Susana Canela. No presenta proyectos ni pide la palabra en la Cámara Baja, porque su gran pasión es la pintura. Eso no impide que la Pollock de la Puna cobre los 68 mil pesos por mes como legisladora-calienta-bancas.

 Entre los funcionarios salteños hay más artistas frustrados que en el Tercer Reich.  Ya vimos que Marcelo López Arias volvió a su pasión primigenia, escribir cuentos, apenas dejó, con más penas que glorias,  su banca en el Congreso. Y ahora descubrimos por qué Susana Canela parece rascarse a cuatro manos como legisladora nacional: tiene esas manitos ocupadas en tomar unos pinceles y plasmar sobre la tela lo que para ella es “Arte”.

Que no les importa un sorcho lo que pasa en el país quedó claro el miércoles pasado, cuando fue entrevistada en un programa televisivo. Ese día, se hizo evidente que si nunca toma la palabra en el Congreso es porque ni siquiera sabe de qué están hablando.  La periodista le había preguntado en qué consistirá la moratoria jubilatoria, impulsada por Cristina Kirchner; pero Canela respondió que no estaba totalmente interiorizada.  Titubeó y añadió: “creo que va a estar condicionada a los ingresos familiares”.

Además, la legisladora trató de justificar su presencia fantasmal y callada en el Congreso: “somos 129 personas en el bloque y es muy difícil que podamos participar, el Congreso de la Nación tiene un trabajo que es muy rico que es el de la comisión”, dijo. Ni siquiera se acordaba de cuáles son los proyectos presentados: “no me puse a pensarlo, no me acuerdo”, dijo. “Estoy elaborando dos”, afirmó (aunque no dijo en qué consistían).

En su web hemos podido pescar una imagen que sirve de pista para saber  en qué dilapida nuestro dinero la legisladora nacional: es una artista frustrada. “Mi despertar en la pintura y el dibujo fue en los finales de los 90, al recorrer las pequeñas Comunidades salteñas. Conocer su gente y sus costumbres hicieron que recordara mis dibujos de niña sobre retratos de fotos y tomara la decisión de comenzar la pintura muy figurativa en forma autodidacta”, dice Canela.

Recorrer las comunidades salteñas debería haberle despertado ganas de cambiar esa realidad, pero no: ella vio en esos seres marginales pequeñas excusas para pintar y de allí no paró.

“Para reafirmar las técnicas, inicié clases de pintura con la profesora Alejandra Ortiz; luego continué mi perfeccionamiento en el taller de la artista plástica salteña Telma Palacios”, dice Canela, que también, sin sonrojarse, añade que por su actividad personal (es decir, ser diputada), “tuve que viajar, periódicamente a la ciudad de Buenos Aires, lo que me permitió concurrir al estudio del artista plástico Julio Lavallén, donde rescaté el dibujo. Durante mis viajes y en los tiempos libres, comencé a llenar libretas con bocetos a lápiz que identifican mis pinturas” (sic).

Finalmente, Canela confiesa sus influencias, algo que la mayoría de los pintores callan: “Mi guía artística fue el acuarelista salteño Felipe Catalán, creador de la Escuela de “Acuarela Intuitiva Creativa”, quien despertó, a través de la mancha de la acuarela, mi propio estilo tanto en el dibujo a lápiz como sobre papel ilustración con pincel en acuarela negra; práctica que me animó a la creación, a descubrir los personajes y, así, plasmar en la pintura en acuarela y óleo, la expresión de mi obra donde se refleja mi andar con la gente”.

Donde debería reflejarse tu andar con la gente es en los proyectos que se supone tenés que presentar como diputada, donde cobrás 68 mil pesos por mes.

Acá la web de la «artista»:  http://susanacanela.com/susanacanela.html