Siete policías del 911 fueron condenados a dos años de prisión condicional por golpear a menores en un supuesto procedimiento para despejar una calle. Tras dos semanas de audiencias, los uniformados no lograron convencer a nadie con sus alegatos.
El hecho en cuestión se dio una noche de agosto de 2012, el mismo año que los policías de General Güemes se hicieron famosos a nivel mundial por filmarse mientras torturaban a detenidos.
Según la versión de los suboficiales, que desde el principio negaron toda responsabilidad, aquella noche, tras un llamado de los vecinos, acudieron al lugar ubicado en la intersección de Maipú y Necochea, donde se encontraban los menores consumiendo bebidas alcohólicas y protagonizando una gresca, al intentar separarlos fueron insultados y agredidos, tras lo cual lograron “reducir” a los muchachos beligerantes mediante las tácticas comunes que todo uniformado tiene para ello.
Muy diferente fue la versión de las víctimas, puesto que uno a uno los jóvenes que hace tres años fueron partícipes de este encuentro cercano con la ley, relataron que ni bien llegaron los uniformados, comenzaron a repartir golpes y gases. Esta versión fue ratificada por los peritos y otros testigos que hicieron referencia a las lesiones sufridas por los menores, las que eran compatibles con el accionar imputado a los policías.
Tras dos semanas de audiencias el fiscal penal 4, Pablo López Soto, solicitó una pena de tres años de prisión y seis de inhabilitación para ejercer cargos públicos. La defensa apeló a la absolución por el principio de la duda. A final el l juez de la Sala VI del Tribunal de Juicio, Guillermo Pereyra, optó por la pena de dos años de prisión condicional más cuatro de inhabilitación en el ejercicio de la función pública.