Vecinos de calle Bolívar al 1200, en el pintoresco Barrio 20 de Febrero, están que trinan. Cansados de convivir con la obra maestra de la desfachatez automovilística, decidieron hacer llegar su queja a nuestra redacción. Y, la verdad, no los culpamos.
Todos los días, como si se tratara de un ritual inquebrantable, un desaprensivo vecino o vecina (la identidad del artista sigue en el anonimato) estaciona su imponente chata sobre la vereda. Porque, claro, “si cabe, va” debe ser el lema del conductor estrella.
Pero eso no es todo. Para darle un toque de humor absurdo a la escena, en el portón de la vivienda brilla un cartel que reza: «Prohibido Estacionar», con la autoridad de quien piensa que las normas son un concepto flexible. Lo curioso es que, por más que uno agudice la vista, no hay rastro alguno de una rampa o indicio de que allí habite un garaje. Misterios de la ingeniería barrial.
La comunidad, ya al borde de la resignación, se pregunta si el responsable considerará instalar un cartel complementario que diga: «Prohibido Quejarse». Total, ¿por qué no? Mientras tanto, las madres con cochecitos, los peatones y hasta los perros del barrio deben sortear la mole vehicular como si fuera parte de una pista de obstáculos.
Vecinito/a, una sugerencia: tal vez sea hora de buscar un espacio acorde para tu chata. O, al menos, hacerle un homenaje y bautizarla «La Dueña de la Vereda». Qué Tull, ¿no?
Seguimos informando, porque la calle Bolívar siempre tiene algo para contar.