La colombiana Andrea María emprendió un viaje en bicicleta por Latinoamérica para multiplicar la experiencia del grupo “Mujeres Bici-bles”. En su paso por Salta junto a salteñas que pedalean, nos cuenta por qué usar la bici en las ciudades es una forma de autonomía y empoderamiento femenino. Andrea Sztychmasjter

Desde el 30 de enero de este año la literata, filósofa de profesión, y creadora de este movimiento de mujeres ciclistas, Andrea María, ha decidido deshacerse del conjunto de objetos que acumulaba, dejar sus trabajos y subirse a su bicicleta y recorrer Sudamérica con un motivo: expandir la red latinoamericana de mujeres ciclistas como forma de autonomía y empoderamiento femenino, proyecto que llamó El Sur Bici-ble.

Mujeres Bici-bles Salta se convirtió en el primero de los varios grupos que tienen previsto se creen en Argentina. Mujeres Bici-bles Latinoamérica nació en Bucaramanga, Colombia, con el objetivo de formar una gran red que contempla la movilidad de las mujeres, las ciudades y las políticas públicas.

En su ciudad ya venía trabajando e indagando sobre diferentes movimientos de mujeres y bicicletas del mundo, fue así que pudo contactarse con Macletas en Chile, y Te enseño a andar en bici en México, entre otros grupos de ciclismo urbano para mujeres. “Empecé a contactarme e indagar mucho la relación de la mujer con la bici, no era solo para juntarse y hacer un pingnig, o ponernos una falda y salir a pedalear y mostrar lo lindas que nos vemos en las bicis, sino para ver de qué manera se tendría un efecto positivo políticamente hablando. Entonces empecé a convocar rodadas y por otro lado abordé la indagación académica, allí me di cuenta como la bicicleta formó parte de los procesos de emancipación femenina”.

La ciclista se refiere a cómo la bicicleta ha estado en escena de los procesos históricos de liberación de las mujeres y sigue estando. “La bicicleta hizo más por emancipar a la mujer que cualquier otra cosa en el mundo” dijo en 1896 Susan B. Anthony, feminista del movimiento estadounidense sufragista. “La Nueva Mujer” fue el término para referirse a las mujeres que elegían trabajar fuera de casa y esquivar el rol tradicional de esposa y madre. A estas mujeres la bicicleta les dio autonomía para ir más allá de los barrios donde vivían, y les brindó otra herramienta para alejarse de los patrones culturales de la época, reflejados por ejemplo en la vestimenta.

Andrea comenta que con todo este bagaje de información que fue obteniendo al compartir con otras mujeres de diferentes puntos del mundo, aprendió “procesos de escuela”, donde enseñan a subirse por primera vez a una bici, y lo relacionado con la mecánica y el arreglo: “Yo tenía 9 bicicletas y esas las llevaba a los parques, les enseñaba a mujeres de todas las edades y así se fue sumando gente. Como ejercicio de observación podemos ver que las mujeres que usan la bici de manera urbana, son menos que los hombres. Entonces yo pensaba que la manera de subir chicas a las bicis era enseñándoles”.

La creadora de Mujeres Bici-bles señaló que en la enseñanza se dio cuenta cuales eran los motivos de por qué las mujeres no la usaban. “No hay impedimentos físicos sino más bien psicológicos”, mencionó. Con su viaje no solo decidió alimentar los discursos positivos sobre el uso de la bici, si no también llevar conciencia y generar una mirada con perspectiva de género para diseñar las ciudades.

Para la colombiana, la presencia de mujeres utilizando la bicicleta de manera urbana es un indicador de igualdad en la calidad de vida de las ciudades, entonces ¿Cómo pensar ciudades accesibles para fomentar su uso?

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Andrea comentó que de acuerdo a su experiencia de viaje por Latinoamérica vio que existen lugares demasiado inseguros: “En Lima y Trujillo el transito es muy malo. En Salta lo que pude ver es que no es tan violento como en estos lugares pero si se siente la inseguridad. Hay que entender que en relación a la implementación de políticas públicas, quienes terminan diseñando las ciudades muchas veces no son urbanistas, y quienes ejecutan no convocan a ciclistas, que son los que saben por dónde es viable moverse, aunque sea cómo ejercicio de propuestas”.

Presente en Salta

La ciclista que se está hospedando en San Lorenzo llegó a Salta, aunque se dirigía a Tilcara y junto a salteñas del grupo “Anda la bici”, se encuentran en la formación de “Mujeres Bici-bles” Salta.

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Jimena Pérez Marçhetta, una de las referentes comentó que aunque los grupos probiçi  han sido citados por funcionarios locales, ante los anuncios sobre por ejemplo la puesta en marcha del “metro bici”: “Nos citan para las fotos pero cuando hay que trabajar es muy pobre el contacto. Hay buena voluntad pero en tema bicicleta no tienen experiencia”, señaló.

Para Jimena las estadísticas son importantes cuando hablamos de la organización del tránsito en las ciudades: “En proporción, el 30% de los ciudadanos se movilizan en autos particulares, pero ocupan el 70% del espacio de la vía pública, (para estacionar por ejemplo) entonces el 70 % restante que se movilizan de otra forma tienen que conformarse con ese 30 % de espacio de la vía pública, eso es bastante injusto. Si quisiéramos repartir mejor el espacio, sería para peatones primero, bicicletas y transporte público y al último para el auto”.

Jimena comentó que si bien apoyan todas las medidas pro bicis que desde el gobierno quieran implementar: “El tema es cuando las propuestas se hacen por marketing y no para ir a fondo, siguen minimizando la experiencia del usuario. Ejemplo de ello es la çiçlovia de la Avenida del bicentenario que se hizo pero mal, principalmente porque es un espacio que se le sacó al peatón y no al auto particular, esa plata que se utilizó a través del banco mundial podría haberse empleado mucho mejor, parece una ciclovía de 10 años”.

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No sin mi bici

Andrea por su parte analizó el rol histórico de las mujeres en ambientes domésticos o a tareas ligadas a la familia y al servicio del hogar y  como a medida que han accedido a mejores oportunidades en el mercado laboral, aún se mantienen las obligaciones dentro del hogar. “Entonces, las necesidades de movilidad de las mujeres no se limitan únicamente a movilizarse al trabajo, sino también incluye los desplazamientos propios de los roles heredados: recoger los hijos/hijas en el colegio, hacer las compras, el mercado y todas las demás actividades que se le han atribuido históricamente, sin tener en cuenta el tiempo libre, de ocio y de entretenimiento”, señaló.

Para Andrea María, tanto más urbano sea el mundo más importante y urgente es el debate acerca del derecho a la ciudad para las mujeres y las formas como se está configurando ese espacio urbano para la movilidad, son fundamentales.

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Bicicleteando

-“Cara de bicicleta”, enfermedad ficticia que los médicos del siglo XIX se inventaron para disuadir a las mujeres de montar en bicicleta. Labios demacrados, ojeras, ojos saltones, mandíbula apretada, rostro de cansancio… Esos eran los síntomas de un mal que acechaba a la sociedad europea de esa época.

-Además de “cara de bicicleta”, quienes montasen en bici también podían padecer cansancio, insomnio, palpitaciones, dolores de cabeza y depresión. Incluso tuberculosis y un incremento de la libido.

-En la década de 1890 occidente vivió el primer gran auge global de ciclismo urbano. La bicicleta se convirtió rápidamente en un símbolo de libertad que transformó los valores de la época. Y en ningún lugar esto fue más evidente que en la vida de las mujeres.

– La bicicleta verde (título original: Wadjda, en árabe:) es una película germano-saudita dirigida por Haifaa al-Mansour en 2012. La película fue el primer largometraje dirigido por una mujer en la historia de Arabia Saudita.