La empresa Metalnor está poniendo en marcha el funcionamiento de una planta de fundición de metales en Cerrillos. Alertan que es un grave peligro para una zona densamente poblada. El caso esta judicializado. Yobi, Romero y Yolanda Vega parte de la trama.

En la tranquila localidad de Cerrillos, hay un conflicto de proporciones considerables entre los residentes y la empresa Metalúrgica Integral SA, conocida como Metalnor, por la instalación y operación de una planta de fundición de metales.

Este proyecto, que abarca 10 hectáreas, ha desatado una serie de preocupaciones fundamentalmente relacionadas con la salud y la calidad de vida de los habitantes de los barrios circundantes, como Los Pinares I y II, Los Crespones, Los Paraísos, Las Tunas y la Isla.

Los vecinos tienen una perspectiva a futuro para nada agradable: residuos sólidos urbanos, escoria, residuos peligrosos, emisiones de material particulado y gases de combustión emanaran desde los hornos de Metalnor. No solo eso: también contaminación acústica derivada de la maquinaria industrial sufrirán.

Estas preocupaciones son especialmente relevantes dado que el 60% de las viviendas en el área de influencia directa están habitadas por personas con diversas discapacidades y condiciones de salud sensibles, que podrían ser más susceptibles a los impactos ambientales negativos.

El proceso administrativo para la aprobación de este proyecto ha estado plagado de irregularidades, con la empresa iniciando las obras sin la autorización requerida ni la realización de un Estudio de Impacto Ambiental y Social completo. A pesar de las denuncias y oposición de los vecinos, Metalnor obtuvo un Certificado de Aptitud Ambiental en diciembre de 2023, justo antes del cambio de gestión municipal, en lo que muchos consideran una resolución repleta de vicios e irregularidades. Fue la actual diputada nacional, por entonces intendenta de Cerrillos Yolanda Vega, quien le facilitó todos los tramites.

Los afectados han recurrido a la justicia. Sin embargo, su solicitud de Medida Cautelar de No Innovar para detener las obras fue denegada por el Juez de la causa, el Dr. Benjamín Pérez Ruiz, quien, según la abogada de los amparistas, no consideró adecuadamente la magnitud del problema ni las irregularidades del proceso administrativo.

La abogada de los afectados, en desacuerdo con la decisión judicial, resaltó: “el Juez evalúo el asunto como un si fuera un juicio civil, sin embargo, se trata de un proceso colectivo ambiental, en el que entran en juego otros principios precautorios, que de ser atendidos, llevarían a la concesión de la medida. Tampoco se ponderó la vulnerabilidad de los habitantes de la zona, las irregularidades del procedimiento administrativo, las consecuencias negativas ambientales y sociales que surgen del proyecto del proponente y las advertidas por la Administración, ni los evidentes vicios del Certificado de Aptitud Ambiental. El Juez denegó la medida cautelar por el simple hecho de la aprobación del CAM, lo que de ninguna manera hubiera obstado a la concesión de la precautoria, como sucede habitualmente en casos ambientales”.

Según adelantaron los vecinos apelarán la decisión y recordaron que realizaron una audiencia pública el 31 de agosto del 2022, la cual fue bastante concurrida y donde se rechazó la instalación. “ Expusimos las pruebas y el argumento por qué no pueden estar. Paso de todo hasta nos cambiaron la categoría de zona urbana a mixta, que ni siquiera la mixtura te daría lugar a este emprendimiento en esta zona, esto a través de una ordenanza que la misma intendente, en ese momento Yolanda Vega, permitió”, denunció una vecina.

El conflicto también ha puesto en tela de juicio el compromiso municipal con el asunto. Ocurre que las fundidoras de metal suelen estar lejos. En la mayoría de casos en los parques industriales. Al parecer eso no importa: por ahora el jefe comunal cerrillano no se ha manifestado, lo cual evidencia que no está en desacuerdo con el funcionamiento de los enormes hornos.

Aceros Zapla en 2013: Un antecedente trágico

Los riesgos inherentes a la industria metalúrgica y el deber de implementar medidas de seguridad adecuadas para proteger la vida y la integridad de las personas es responsabilidad de las empresas que explotan el negocio de la fundición. Sin embargo, hay varios casos que demuestran lo contrario. Un ejemplo es lo ocurrido a pocos kilómetros, en Jujuy años atrás.

Ocho trabajadores resultaron heridos en una explosión ocurrida en el horno de la empresa Aceros Zapla en la ciudad jujeña de Palpalá en 2013. Rolando Gutiérrez, supervisor de la empresa, sufrió quemaduras de tercer grado, mientras que otros dos obreros padecieron trastornos auditivos.

El incidente, atribuido a una “pinchadura”, generó una fuerte explosión que inicialmente fue confundida por los vecinos con un temblor. Aceros Zapla, la patronal responsable, asumió la privatización de Altos Hornos Zapla durante el gobierno de Carlos Menem. A pesar de la tragedia, la versión oficial justificó el accidente como un “imprevisto”.

Jorge José Yobi Saman, La chatarra fue su mundo

La historia de la familia Yobi, desde sus humildes comienzos hasta su lugar en la cima del mundo empresarial, es una muestra real del actual sector empresarial capitalino.

Metalnor fue fundado por Yobi Saman Jorge José, recientemente fallecido a fines de marzo. El visionario fundador de lo que llegaría a ser un imperio metalúrgico no provenía de una familia de abolengo ni de riqueza. Inició su andar en el mundo de la chatarra desde las entrañas de un pequeño galpón en la calle Zabala, donde los metales desechados encontraban una segunda oportunidad. Así labró su destino paso a paso en medio del fragor de la competencia local, desde siempre todo prácticamente en negro.

Con el tiempo el nombre de la firma resonaría en los confines de la provincia y más allá, anunciando una nueva era en el negocio del metal. Aunque la política no estaba entre sus intereses, su crecimiento económico los catapultó a las relaciones con el sector político y a dejar de lado la economía barrani.El correr de los años trajo aparejada las propiedades que se multiplicaron como semillas en tierra fértil. Metalnor se erigió como un coloso con sede central en la avenida Chile 1449, extendiendo sus tentáculos a lo largo y ancho de Salta, Santiago del Estero y Jujuy. Lo mismo ocurrió con sus bienes: se destaca un Jet privado, que habría sido comprado a medias con Jucaro y varios departamentos en Puerto Madero, entre otros.

El ascenso al poder empresarial no estuvo exento de controversias. Críticas y denuncias aparecieron como un torbellino. Aunque por cierto nunca pasaron a mayores. Mejor aún: con Bettina Romero se quedaron con toda la chatarra de la ciudad. Esto pese a que el olor pestilente y la contaminación constante se convirtieron en el pan de cada día para los residentes de los barrios cercanos a su emprendimiento y las acusaciones de verter ácidos en el río Arenales y en las cloacas resuenan en los pasillos del poder.