Esta semana se elegirán autoridades en la Universidad Nacional de Salta. Un recorrido por las tres fórmulas que se presentan.
Tres fórmulas disputarán el Rectorado de la UNSa en las elecciones de este viernes 11 de abril, ya que la Universidad renovará sus máximas autoridades. Además, se elegirán representantes del Consejo Superior, de los decanatos y de los consejos directivos de las distintas facultades.
El actual rector, Daniel Hoyos, junto al contador Nicolás Innamorato, buscarán la reelección, limitados por la corta duración de los mandatos de un estatuto añoso y por varias acciones aún pendientes. Todo esto enmarcado en una crisis sin precedentes para el sistema universitario federal.
En un año también electoral para la provincia, la política universitaria vuelve a estar atravesada por el fantasma de Víctor Claros, ex rector de la UNSa y actual funcionario del 911.
No son pocos los que señalan que Claros mantuvo relaciones bastante cercanas con la ex SIDE, incluso durante su gestión como máxima autoridad de la Universidad. Así lo dicen, sin tanto disimulo, algunos actores del arco político salteño que integraron las cámaras legislativas en las décadas de los 80 y 90.
Con esos vínculos, Claros dejó armada una estructura política en la Facultad de Ciencias Económicas, caracterizada por una línea autoritaria y un ejercicio violento de la política universitaria.
Recientemente la figura de Claros volvió a la escena pública tras haber recibido un revés judicial por el pedido de cobro de sus vacaciones no tomadas, que fue avalada por los actuales opositores Nina y Nasser, representantes en el Consejo Superior. Tras el freno que dio Hoyos a un pago millonario, la ex autoridad inició un embargo a la misma institución que lo cobijó por más de diez años.
Fue el propio Claros quien ubicó en la oposición a uno de sus soldados: el actual decano de Económicas, Miguel Nina. Lo mismo hizo con la fallida fórmula Fernández Fernández – Sham en 2016.
Como tercera alternativa, se presenta Julio Nasser, actual decano de Ciencias Naturales y ex ministro de Ambiente y Desarrollo Sustentable durante el gobierno de Urtubey. Fue uno de los principales promotores de la ley de “Ordenamiento Territorial” de 2008, duramente cuestionado por ambientalistas que lo acusan de haber hecho, desde su gestión, todo lo contrario a la protección de los bosques nativos.
Hoyos–Innamorato: los sin filtro
La fórmula liderada por el ingeniero Daniel Hoyos y el contador Nicolás Innamorato apuesta por la continuidad, con el argumento principal de darle seguimiento a una gestión atravesada por una crisis sin igual en cuanto al financiamiento universitario y los paros docentes. Esta gestión logró poner fin a 20 años de hegemonía de Víctor Claros, heredando una universidad deslucida.
«Somos lo que hacemos» es su eslogan de campaña, y su discurso apunta a resaltar lo realizado en un contexto adverso para la universidad pública.
Sin pelos en la lengua y con un estilo coloquial, Hoyos ha sido blanco de críticas por su aspecto físico y su forma de hablar “chabacana”, según ciertos sectores prejuiciosos y conservadores que idealizan la solemnidad y rigidez institucional.
También se cuestiona la presencia de figuras polémicas en su gabinete, como el reciclado ingeniero Sham y el siempre discutido radical Rubén Correa.
Recientemente aunque Hoyos fue cuestionado en algunas páginas webs pseudoperiodísticas y redes sociales por la ausencia al debate amañado, se supo que la organización del mismo fue propiciado por un puñado de estudiantes opositores y cercanos al candidato Nasser. Hoyos además ya tenía programada agenda en el norte provincial.

Nina–Martearena: la casta universitaria
Miguel Nina, actual decano de la Facultad de Ciencias Económicas, va en fórmula con María Rita Martearena, actual vicedecana de Exactas, quien fue secretaria académica durante la gestión de Hoyos en esa facultad. Su salto a la vereda opuesta no pasó desapercibido.
Su propuesta, «Unidad y Autonomía Universitaria + Comunidad», busca posicionarse como alternativa, pero en realidad es un reciclaje de viejas figuras de la política autoritaria de Económicas.
Su eslogan es “Una gestión que resuelve”, aunque en los pasillos de la UNSa bromean con que “a Nina no lo vota ni su hermano”, dado que uno de sus hermanos acompaña la fórmula oficialista.
La lista de Nina repite los mismos rostros de hace más de 25 años, lo que les ha valido el mote de “la casta universitaria”.
La Facultad de Económicas mantiene su histórico sello de cierre de filas, con operadores políticos de la Franja Morada como el “Turco” Fayón, ex asesor del diputado Miguel Nanni, quien fue acusado de expulsar a jóvenes de la política universitaria por su conducta discriminatoria. Una vez, en redes sociales, publicó un mensaje ofensivo hacia la orientación sexual de estudiantes opositores. Tuvo que borrar el tweet tras las críticas.
El otro operador de Nina es Fernando Echazú, devenido en conductor televisivo, que se jacta de manejar contactos en el Ministerio de Economía de la Provincia. También fue designado como asesor con un sueldo millonario en la actual gestión del Consejo Profesional de Ciencias Económicas.
Son estos personajes quienes lideran el armado de Claros y Nina, en detrimento del recambio generacional universitario.

Nasser–Caretta, careteándola
Imposibilitado de renovar su mandato como decano de Ciencias Naturales, Julio Nasser se presenta como la cara del supuesto progresismo universitario, aunque sus antecedentes lo contradicen.
Como ex ministro de Ambiente de Urtubey, generó expectativas entre ambientalistas al asumir como defensor de los bosques nativos. Sin embargo, pronto se alineó con los intereses que antes criticaba.

Su compañera de fórmula, Gabriela Caretta, actual vicedecana de Humanidades, fue una de las principales opositoras de la gestión Hoyos–Innamorato. Su rechazo quedó en evidencia durante la toma del Rectorado en 2023, una acción que, según se supo, fue impulsada por Caretta junto a Mercedes Quiñones (candidata a decana de Humanidades) y otros docentes opositores.

La toma fue duramente criticada por parte de la comunidad universitaria, ya que, en un momento de fuerte ataque político a la universidad pública, quienes decían defenderla impidieron clases, trabajo y estudio a quienes buscaban resistir desde las aulas. Para muchos, esa contradicción refleja un atraso más que un progreso.