Médicos e investigadores afirman que la utilización de tóxicos para combatir el dengue no soluciona la propagación del virus pero sí afecta la salud de la población.

En su edición de hoy, Página 12 recordó que La Cámara de Sanidad Agropecuaria y Fertilizantes (Casafe) envió un comunicado el 10 de febrero con el título “evitar el dengue, fiebre chikungunya y zika es posible”. La cámara, además, anunció un “importante brote” para marzo y alertó que podía “ser potencialmente mortal”, propuso “tomar medidas de prevención” y ofertó sus productos. Todo esto sin olvidar que entre los socios de Casafe sobresalen Syngenta, Monsanto, Basf, Bayer, Dow, Dupont, Nufarm y Rizobacter.

Javier Souza Casadinho, docente de la Facultad de Agronomía de la UBA y coordinador regional de la Red de Acción en Plaguicidas y sus Alternativas de América latina (Rapal), explicó que el insecticida permetrina (recomendado por Casafe) impacta “en el sistema nervioso central, pudiendo provocar convulsiones, temblores, ansiedad, alergias, malestares gástricos; también está incluida en la lista de plaguicidas relacionados con problemas de fertilidad masculina y la EPA (agencia regulatoria de Estados Unidos) advierte de posibles efectos sobre el sistema reproductor femenino e incidencia en el cáncer de mama”.

Souza Casadinho afirmó que el químico fenitrotion (otro de los recomendados por las empresas de agrotóxicos) está prohibido en la Unión Europea y “severamente cuestionado por instituciones en la Argentina (entre ellos, el defensor del Pueblo) porque puede causar disrupción endocrina, afectando el crecimiento y reproducción de los seres humanos”.

Damián Verzeñassi, de la Cátedra de Salud Socioambiental de la Facultad de Ciencias Médicas de Rosario, comenzó con una pregunta: “¿No llama la atención que los mismos que ‘descubrieron’ la epidemia de la gripe A H1N1 (luego reconocida como falsa), y que beneficiaron a la industria farmacéutica hoy aparezcan con este ‘nuevo mal’ al mismo tiempo que florecen como única opción el regresar a químicos como el DDT o similares y junto a ello infestar nuestros territorios de un mosquito transgénico que fracasó ya Brasil (donde fue liberado para controlar al Aedes)?”. Y cuestionó que “los mismos responsables de las fumigaciones denunciadas por las comunidades y por la epidemiología como responsables de daños graves en la salud (como malformaciones, neoplasias, abortos espontáneos, entre otros) se presenten como los portadores de la solución a partir de sus químicos tóxicos”.