La yuxtaposición de variables sanitarias y políticas puso paños demasiado fríos en la vecindad, lo que ofrece un panorama distinto a Salta. El resguardo de posiciones pone en frente un abanico de opciones en el que nuestra provincia parece contar con algún guiño y cierta holgura, mayor margen de maniobrabilidad. La bola de nieve parece rodar más allá de lo que la geografía marca como los confines interprovinciales.

 

 

Por: Federico Pérez.

Cuando el promedio de casos detectados parece plantarse en 2.000, la agenda política invita a un redireccionamiento de prioridades, fusibles al banco y el timón enfilado hacia rumbos diferentes. Si son propios, mucho mejor. La frase de la semana fue el anuncio sobre la toma de mayor “control” en nuestra provincia en relación a lo proveniente de Jujuy, tanto en sentido epidemiológico como también en el aspecto político.

Al parecer, hay un cambio en este plano en el gobierno salteño, al mirar la situación planteada por la COVID-19 en la vecina provincia, la que parece igualmente haber enfriado un cachito el nexo entre ambos mandatarios. Además, por supuesto, de una cierta baja en los entusiastas locales sobre lo que realiza o evita hacer Herr Morales en el plano regional y/o nacional.

Al cerrar este lapso de siete días, sazonado con dúo de feriados, aquel distrito presenta un panorama que sigue manteniéndose en parámetros bajos en cuanto a la cantidad de contagios y sin proliferación de infectados (la mitad del registro que tuvo Salta). Algo que por acá los analistas de titulares de cada lunes, indicativos de profecías precedentes, exhortan remontarse hasta la noche del miércoles y preguntar retrospectivamente si el titular del Ejecutivo sansalvadoreño, a lo mejor podría haber cumplido con la invitación a participar de La Guardia Bajo las Estrellas.

Poco y nada se sabrá al respecto, ya que Morales es un dirigente propenso al histrionismo y al marketing en la política. Algo que hace y le sale bastante bien, siempre que se trate de mensajes hacia afuera de los contornos provinciales. En realidad, en el distrito que gobierna la situación no parece estacionarse en el tono cromático del pomelo más sabroso.

 

Un desvelo para Gerardo

 

Tal como se indicó el 16 de junio pasado (ver artículo “Las que faltan y demandan”), en nuestra edición digital, Salta y Jujuy figuran en el lote de provincias que esperan por su incorporación al programa del Fondo Fiduciario para el Desarrollo Provincial. Este plan que maneja el Ministerio del Interior distribuye $ 60.000 millones entre los distritos que exigen asistencia crediticia con la cual enfrentar la cuarentena. En relación al que el distrito gaucho recibió un guiño (Ver subnota “La señal”), por si alguien no lo percibió.

De las dos, la gobernada por Gerardo Morales es la que tiene por delante más urgencias. No sólo por la pandemia, sino por una situación de arrastre. La causa de tal malestar entre el gabinete del sansalvadoreño se llama Cauchari.

Tal es el nombre con el que había sido bautizado en aquellos lejanos años como el de 2017, al canto de la necesidad de ser “verde” y apostar a las energías renovables, ayer y entonces conocidas como las “habichuelas mágicas” (por el cuento de Juan y los guisantes prodigiosos). La cuestión es que el buen hombre entró en esa moda, tomó créditos en nombre de los jujeños, en dólares, cuyo total ascenderá en un par de años a  unos u$s 750 millones y el parque Cauchari quedó a medio terminar.

Como aquel plan de generación, ideado por el macrismo con el solo objetivo de comprar y vender proyectos en esta modalidad que requería fuertes subvenciones del Estado nacional, sin este último aliciente perdió atractivo para los inversores. Con tal reseña en carpeta, en el mercado de la energía apenas si le ofrecieron menos de un tercio (tomando el costo total del interés y el capital que deberá pagar la provincia de Jujuy), es decir, unos u$s 240 millones por el proyecto Cauchari. Esto potencia a quienes advierten que sobrevendrán complicaciones para la gestión Morales. Y que debería incrementar el catálogo de aliados, en lugar de torearlos.

 

Zamba de los fronterizos

 

El refuerzo del deambular castrense solicitado por Salta al promediar la semana irá en este mismo sentido, en cuanto a la contención del ir y venir en la agujereada frontera con Bolivia. El vecino país, gobernado dictatorialmente por la blonda golpista Jeanine Añez, entró en pánico al ver desbordada su capacidad hospitalaria por la cantidad de casos de coronavirus. Para empeorar el panorama, desde la Embajada con 50 estrellas sobre fondo azul ya no vienen directivas para auxiliarla.

Unos metros más acá, en la localidad de Salvador Mazza se encendió la luz colorada luego que se detectara un caso de una anciana, quien había sorteado los hitos que las convenciones del Derecho Internacional trazan entre dos naciones, pero que los habitantes –poco atentos a la opinión de los juristas- usan despreocupadamente para eludir los puestos erizados con FAL. Uno de estos pasajes alternativos franqueó el paso a la mujer, al igual que a dos hombres puestos bajo vigilancia epidemiológica, y fue asistida en el hospital norteño.

Antes de la detección del caso confirmado, la cartera de Salud informó el refuerzo de los controles en los límites entre Salta y Jujuy. En tanto, la provincia de Tucumán anunció este jueves el cierre de todo tráfico humano con provincias de los alrededores, bajo el supuesto que tal disposición preservará la situación de sus ciudadanos.

Este viernes, el Ejecutivo salteño recordó que la prioridad sigue siendo la salud de sus habitantes por lo cual nadie hesitará ante la eventual de una nueva disposición gubernamental de regresar al aislamiento estricto.