De origen tucumano y radicado en Buenos Aires fue galardonado en Miami y en Santiago de Cuba

Suena el teléfono y atiende, el sopor del verano hace que el calor esté presente en las dos latitudes y la conversación se inicia como si fuera una charla de café.

C.P.S. — ¿Quién es Daniel Posse?

D.P. — Qué pregunta. Definirme siempre me resultó muy difícil, pero lo voy a intentar. Daniel Posse es un hombre común, que intenta vivir de lo que ama hacer. Un hombre que intenta enlazar palabras buscando poder contar. Un hombre que busca asombrarse todo el tiempo con lo simple que ofrece la vida. Soy un hombre que intenta vivir de la mejor forma posible.

C.P.S— ¿Por qué no nos contás de tus orígenes?

D.P. — Soy tucumano, nací en el sur de la provincia en la Ciudad de Aguilares. Soy el mayor de seis hermanos. Crecí en el campo en una finca que fue de mis abuelos, donde no había electricidad, la heladera era a querosene, pero que existía una buena biblioteca. Crecí con una abuela que era una cocinera extraordinaria y que era una narradora fabulosa. Era una mujer que me impuso el maravilloso mandato de leer. Crecí rodeado de tíos y primos, de juegos e historias de espantos y de fantasmas. Estudié en el Colegio Nacional Nicolás Avellaneda y luego de varios intentos me gradué en la Universidad Nacional de Quilmes como Licenciado en Comunicación Social y ejerzo la docencia y el periodismo desde en Buenos Aires, donde me radiqué hace más de dos décadas.

C.P.S—Tenés un libro de cuentos publicado (De sueños y azar). ¿Siempre te gustó escribir ficción?

D.P—Sí, la verdad es que siempre me gustó escribir ficción. No fue algo consciente en mi niñez. Una de mis abuelas, que se llamaba Asunción Varela, de la que hablé antes, que no sabía ni leer ni escribir, pero era una narradora oral única, me contaba historias mientras cocinaba o hacía las tareas del hogar, que implicaban más de 30 nietos, 11 hijos y ayudar en la economía de la casa. Narraba con sumo detalle, generando suspenso y unas ganas incontenibles de seguir escuchando. Fue ella la que afirmó en mí ese mandato. Creo en los mandatos; en los últimos años pareciera que todos son negativos, pero yo creo que los hay positivos, y que esos, por lo menos en mi caso, los rescato, porque no sería quien soy sin la existencia de ellos.

Esa abuela, cuando cumplí diez años, me regaló Cuentos de amor, de locura y de muerte de Horacio Quiroga, libro que tuvo en mí un efecto inmediato: dejé de dormir con almohadas, porque en esa casa el relleno era de plumas, y el otro efecto fue que al entregarme el regalo me dijo: “Quiero que vos puedas leer todo lo que yo no pude”. Ahí me marcó. En ese proceso de ir creciendo y aprendiendo comencé a esbozar mis primeros escritos. Para ese camino fueron esenciales las herramientas que fui adquiriendo desde mi colegio Nicolás Avellaneda y después en la Licenciatura en Comunicación Social en la Universidad Nacional de Quilmes. También, por supuesto, esa animalidad que me habita, que me llevó y lleva a ser un lector constante.

Mi primer libro, De Sueños y Azar, fue justamente un libro inspirado en mitos y narraciones orales de mi pueblo –Aguilares, en el sur de Tucumán–, y fue mi primera incursión formal como escritor. La ficción es un espacio donde navego a gusto, donde me siento con la absoluta libertad de decir y sentirme parte, de ser otros o parte de otros. Es un lugar en el que me sustento.

C.P.S— ¿Cómo fue que empezaste a escribir?

D.P. —La primera vez que lo hice debo haber tenido unos once años y lo hice desde la poesía, género en el que me considero muy malo, pero que lo sigo haciendo desde un lugar por lo general intimista. Nunca me gustó mostrar mi poesía, y de forma extraña este año participé por primera vez en un concurso de poesía y gané un segundo premio internacional en el Concurso “Viña Joven 2022″, en el Centro Cultural San Antonio de María Claret, en Santiago de Cuba. Luego de ese inicio desde la lírica a esa corta edad, comencé a intentar contar las historias que escuchaba para después contar las mías, o haciendo juegos de intertextualidad con mitos y fábulas que tenían que ver conmigo, con mis sentidos de pertenencias y mandatos. Al poder surcar en la prosa, me sentí en ese género con una libertad expansiva.

C.P.S — Tú obra poética Perdón, con la que sacaste ese segundo premio y un premio colateral en Santiago de Cuba ¿qué es lo que dice?

D.P. —   Perdón es un poema donde un hombre común pide ser exonerado de sus culpas, porque pecó no porque quiso, sino porque sus limitaciones lo empujaron. Te diría que más que un poema es una oración, una que no busca la divinidad, sino aceptar la imperfección como algo inevitable y humano. En ese poema busco la resiliencia, quizás la que no puedo tener todavía.

C.P.S. — Tú obra Alquimia con la que ganaste en Miami “Cuéntale un Cuento a la Nota Latina” ¿De qué habla?

D.P. — Es un cuento que habla de que romper los mandatos a veces es bueno, como lo es seguirlos otras veces. Habla de los deseos de una mujer, de sus sueños y habla de la alquimia que conlleva cocinar. Entonces ahí aparecen sabores y olores que nos retrotraen a la infancia, a esas recetas de la abuela con sus sazones, que a su vez hablan de genealogía y también de tucumanidad. Porque el texto usa como hilo conductor la receta del pastel de novios.

El cuento “Alquimia” es un relato que nos cuenta el momento de una mujer de 45 años, soltera, que es la heredera de la receta familiar del pastel de novios; la heredó de su madre, y ésta de la suya. Pero hacer esta comida posee una suerte de mandato o maldición por la cual, si la mujer que la cocina es soltera, ésta no llega a casarse, por esa razón solo las mujeres casadas lo hacen. Ella lo hace siendo soltera y eso la condenó a transitar su vida sin nunca haber sido atravesada por su concepción del amor. Ella decide cocinar un pastel para ella, y mientras lo va haciendo, mientras va agregando condimentos, va amasando y su memoria va trayendo cosas de su pasado mezclándose con ese instante y con todo su sentir y todo aquello que todavía está pendiente en su vida. Cuando termina su tarea, se sienta a ver el atardecer en su jardín y ahí llega alguien a golpear su puerta. Ese ser que llega deja abierta la puerta a que su destino cambie.

C.P.S. — ¿Cómo sos como lector, qué géneros y qué autores te gusta leer?

D.P—Como lector me gusta leer mucho la prosa, pero también paso por momentos donde la poesía me seduce. Dentro de la prosa, los cuentos y las novelas suelen llenar mis ganas.  Los autores que leo y vuelvo releer cada tanto, y en los que vuelvo a descubrir cosas, son Milan KunderaGabriel García Márquez, Borges, Marguerite Duras, Marguerite Yourcenar, Horacio Quiroga, Juan Villoro, Octavio Cejas, Jorge Namur, Manuel Rivas, Eduardo Ceballos, que además de ser un gran escritor y periodista también es un gestor y recopilador fabuloso,  entre otros. Quiero resaltar a Rafael Medina, un periodista y cuentista tucumano que se está atreviendo a mostrar lo que escribe en ficción y de verdad es excelente. Estoy en estos tempos leyendo a Andrea Rivas, una dramaturga tucumana, que busca en sus obras desmantelar los preconceptos y a la vez apuntalar los actos heroicos de esas mujeres desde el más mínimo gesto.

 C.P.S. — ¿Sentís que estos premios te estimulan a seguir escribiendo?

D.P. —Sí, claro que siento que estos premios me estimulan a seguir escribiendo. Son caricias, mimos, que generaron en mí más seguridad, y cambiaron también en parte mi mirada hacia los concursos. Los que escribimos, aunque lo neguemos siempre buscamos la aceptación, el reconocimiento, y si viene de un concurso o de quienes sentimos son pares, eso nos impulsa a seguir en este camino. Antes esquivaba participar en los concursos, ahora me gusta la adrenalina que implica hacerlo.

C.P.S — ¿Cómo planificás tu labor literaria de acá en más?

D.P. —Tengo casi lista una nueva antología de cuentos. Es un libro que reúne unos 60 cuentos que escribí durante la pandemia, son textos que son atravesados por la locura, en todas las aristas en las que la enajenación puede aparecer, y con todas las resignificaciones que pueden poblar esos relatos. El libro se llama Textos enajenados y en todos ellos aparecen cuestiones muy vigentes como el bullying, el grooming, el sexting y otras cuestiones de violencia de género. En estos textos la violencia trasunta y emana de formas inusuales y palpables.

Así que planifico la publicación de ese libro y de una novela que quedó en suspenso por la pandemia. Y además, seguir escribiendo, porque eso es lo que me moviliza y le da sentido a mi permanencia es este mundo. Soy un hombre que sube su obra al hombro y sale a recorrer los caminos. Quiero recorrer, saborear, auscultar, mirar, interpelar este mundo que me abraza y hacerlo desde la palabra, desde la escritura, pero sin perder la noción de que soy uno más, para poder tener los ojos abiertos y las manos listas. Espero publicar un libro de poesía que está listo que se llama “La Ciénaga”.

C.P.S. — ¿Hay algo de este cierre de año o de este tiempo que te haya marcado con respecto a estos premios?

D.P. — Sí el afecto de los amigos, de los que me leen, de ex maestros. El sentirme querido, el desafío de aceptar que debo publicar y seguir escribiendo. También entender las miserias; las propias y las ajenas. Entender que cuando hablan de espejos o de laberintos, hablan de sus propios reflejos y recovecos. Que los demonios atraviesan todos los territorios y el desgarro de la deslealtad duele, pero que también fortalece. Que es cierto que cada uno hace lo que puede y como puede. Entender las limitaciones, y que nada es suerte, que todo es trabajo. Qué cada uno elige y que elegir tiene sus consecuencias porque todo es causa y efecto, y karma y estado. Entender que busco la resiliencia, que a veces no la encuentro, pero que lo intento. En un momento me sentí culpable de haber ganado al ver la distancia de ciertos afectos, pero al final lo procesé y asumí que no puedo hacerme cargo de las cargas de otros.

C.P.S. — El Concejo Deliberante de San Miguel de Tucumán te nombró persona destacada de la cultura y sé que la votación fue unánime ¿Que pensaste en ese momento?

D.P. — Para mí fue un honor y un halago. Ser reconocido por La legislatura de la Capital de mi tierra me llenó de emoción. No olvido que soy del sur de la provincia. Mi patria es el sur de Tucumán con todas sus ciudades. Digo mi patria porque considero que lo es porque allí habitan mi infancia, mis recuerdos, mis afectos, los amigos. Además claro está que en toda la provincia y en el mismo San Miguel de Tucumán poseo muchos afectos y recuerdos. Debo aclarar que fue el resultado de la gestión de Rubén Díaz Camacho, de Unidos por el Arte, y todo el Concejo Deliberante de la mano de su presidente el Doctor: Fernando Juri, y su Secretario Hugo Pizzoni que mostraron no ser partícipes de la grieta y que destacaron mí trabajo más allá de ciertas cuestiones partidarias.

Pensé que no me estaba pasando a mí, que esa caricia no me la merecía. Y más cuando vi a toda esa gente que se acercó al Auditórium San Miguel Arcángel, donde estaban familiares, amigos y público, a pesar de ser las 10 de la mañana de un viernes y con una temperatura bastante elevada, que esos afectos habían ido a acompañarme y a escucharme: me sentí feliz. Lo digo porque que te reconozcan en tu tierra, los tuyos, a veces es lo más difícil. Ser profeta en tu tierra parece ser un designio casi inalterable, sobre todo por y para el supuesto poder político, porque si no te sometes pareces no ser digno. Por supuesto siempre elegí ser un hereje, que en su etimología griega antigua significa “libre para elegir”

C.P.S. — ¿Cómo ves a la producción literaria del NOA y a su industria cultural?

D.P. — A mi parecer tenemos en la región escritores extraordinarios desde siempre, quizás lo que nos falta es que los estados municipales, provinciales brinden su apoyo y generen una estructura para alentar a esa industria cultural. Algunos lo hacen, pero no alcanza. Es tan maravilloso que los artistas puedan vivir de lo que producen. También debemos fortalecer el intercambio del arte y de la literatura entre las provincias de la región. Aquí debo destacar el trabajo que realiza no sólo como escritor, sino también como Gestor y recopilador en Salta de Eduardo Ceballos, repetirlo es una necesidad para mí. Quizás una sugerencia es que el intercambio entre las Ferias de Libros de la región sea más fluido. La de este año en Santiago del Estero fue un éxito, eso se debe repetir con el apoyo de los estados provinciales. Tenemos que intentar cambiar el paradigma de que nuestras literaturas, el arte y la cultura no poseen valor y se deben entregar gratis.

C.P.S. — ¿Cuándo vendrá por Salta?

D.P. — En el 2023 seguro andaré por Salta, y por todo el NOA. Andaré con libros nuevos, y entraré a los pagos sin golpear, abastecido de palabras y de ganas. Con el cuerpo dispuesto, con los sentidos listos.