El poemario de Fernanda Álvarez Chamale, titulado “Biomas”, fue publicado hace poco por la editorial santiagueña Larvas Marcianas. Conversamos con la publicada y publicadores que nos contaron pormenores de la movida literaria en el NOA. (Rodrigo España)
El fin de semana pasado, durante el Festival Relámpago organizado en Jujuy, la presentación del libro de Fernanda fue seguida de la lectura de unos poemas que seguramente reproduciremos al final de esta nota; pero antes vamos a conocer un poco más lo que es el proyecto que los compadres de Santiago del Estero vienen tramando.
Larvas Marcianas nace hace poco más de un año, con una especie de conjunción entre ediciones fanzinerosas y el gusto por la poesía y la imagen. “Trabajamos sin descuidar nuestra inquietud visual, además de lo que supone la selección y elaboración del contenido literario”, nos comenta Claudio Rojo Cesca, parte del equipo marciano que accedió a un intercambio virtual para responder algunas de nuestras preguntas.
Además de las publicaciones en papel, parte de la agitación que hacen la realizan también en un blog en el que editan “fotos, poesía ilustrada, entrevistas, reseñas y material de autores que vamos conociendo en el camino y que nos interesa compartir con quienes se asoman a la página. Paralelamente tratamos, también, de acompañar todo esto con diversas actividades en la provincia. El año pasado nos presentamos en la Feria Provincial del Libro de Santiago del Estero con un encuentro llamado Poesía de las latitudes, donde participaron poetas de Santiago, Tucumán y Buenos Aires”.
En cuanto a publicaciones no virtuales, Claudio nos comenta que además de los fanzines y la reciente edición del poemario “Biomas”, de Fernanda Álvarez Chamale, presentaron, en 2015, “Marcia Larvaria: Antología marciana de poesía Vol. 1”, las plaquetas “Fotos de mi chonga desnuda dentro de una nave espacial”, de su autoría, y este año, “Pechuga Blues”, de Sofía Landsman Franzzini.
“A Fernanda la conocemos desde hace tiempo, por festivales y amigos en común, y siempre hemos admirado sus textos y su búsqueda estética. Cuando comenzamos la editorial fue el primer nombre en el que pensamos para inaugurar una serie de libros de poesía, así que fue un lujo y una alegría enorme que nos permitiera editar su primer libro”, cuenta el editor que también fue parte de la presentación en tierras jujeñas.
Y para trabajar un poco menos porque es viernes y fin de mes, le pedimos a Claudio que nos relate la experiencia en el festival que se realizó hace poco y se completará en los siguientes meses con las versiones en las otras provincias del NOA. “El Festival Relámpago fue una maravillosa iniciativa de Pablo Espinoza y su sello, Almadegoma Ediciones, a la que se fueron sumando, para la organización, espacios de Salta (Killa Producciones y Pollera Pantalón), Tucumán (Minibus Ediciones) y, desde Santiago del Estero, nosotros. Silvina Robato, gestora cultural de Larvas Marcianas, acompañó el proyecto desde su gestación y, con ella, fuimos sumando propuestas que nos parecían interesantes. Atravesar la experiencia del Festival resultó un grato aprendizaje para todo nuestro equipo y una gran oportunidad para conocer gente extraordinaria, no sólo en la movida editorial, sino en todas las disciplinas artísticas que se hicieron presentes. La idea, de aquí en más, es replicar el Festival en las provincias que participaron en la organización. Tenemos la intención de sostener la propuesta y afianzarla: proponer números musicales, arte plástico, audiovisual y todo lo que surja a partir de la convocatoria que hagamos cuando se ponga en marcha la maquinaria”.
Este libro dividido en tres partes: Ellos, Ellas y Habitar, según nos cuenta Fernanda, tiene algo interesante porque en él “se crea una atmósfera narrativa a partir de un lenguaje poético, lo que supuso un lindo desafío para mí que no suelo trabajar narrativamente la poesía. La tercera parte, Habitar, contiene poemas que, de alguna manera, metaforizan la idea buscada con el título “Biomas”, ya que el poemario es, en definitiva, un ecosistema de seres humanos cuyos cuerpos y lenguajes actúan a la par en paisajes vitales diversos. Creo que Biomas es la evocación de esos paisajes, de ese habitar; un habitar en el que la vida es muchas veces duración y sólo estar y otras veces es revelación o provocación. El proyecto me entusiasmó mucho y me impulsó a escribir exclusivamente para el poemario, lo que significó una relación diferente con mi escritura. En él, sin embargo, se incluyen textos de antaño que tenía olvidados, pero que gracias al proyecto y a la conexión que los hilaba, pude incluir”.
Hace poco publicó una plaqueta con la editorial jujeña Intravenosa, ahora con santiagueños, y están pensando armar algo con Killa, editorial salteña. Ante la consulta sobre cómo es esto de moverte con editoriales del NOA, una pregunta que no es gratuita porque sabemos que la poeta salteña tiene contacto constante con la movida interprovincial que se viene generando hace unos años, como escritora y participante activa de encuentros, ferias y demás formas de encuentro e intercambio que se van generando; Fernanda nos responde: “Esto de moverme con editoriales del NOA, tal como lo formulas, es una experiencia lindísima por varias razones: una, es que el escritor apoya una movida cultural literaria que se sostiene a puro pulmón y en espacios de comunidades obreras autogestionadas, en las que el vector económico no suele ser inconveniente para ponerse a trabajar con ganas y compromiso en la producción de material; otra razón, muy obvia por cierto, es que los escritores y las escritoras que no somos ‘grandes escritoras’, sino muy muy pequeñitas y casi invisibles, encontramos recepción y ganas de publicarnos sólo en esas editoriales. Difícilmente una editorial que se mueve empresarialmente le escriba a un escritor de las características descritas para pedirle un proyecto de libro y difícilmente, si no es a través de algún concurso con jurados abiertos y relativamente jóvenes, una editorial de mayor envergadura socio-geográfica sea accesible para un escritor no auspiciado por la publicidad, la crítica o el periodismo cultural. Me parece que el trabajo de editoriales independientes y pequeñas es, ese sentido, muy necesario y vital para la difusión de las escrituras de los no grandes escritores (y de los grandes también, por qué no… así de generosas son las editoriales independientes), porque en ese universo de textos uno -como lector- entra en contacto con otro pulso literario; un pulso diverso, otro y a veces divergente con los modos canónicos vigentes o estereotipados. Lo que no quita, claro está, que también en estos microclimas haya modas y formas de hacer y decir comunes. Me parece vital la comunicación interprovincial, las ferias y festivales literarios por las mismas razones ya dichas. Estas movidas no dejan de ser, aún sin querer serlo explícitamente, modos de resistencia a la cultura hegemónica en el campo de la literatura y, aún más, a los padres o así autocomprendidos -siempre son padres y no madres- , viejos y nuevos, de las ‘fortalezas literarias’ que suelen levantarse en las ciudades habitualmente consideradas centros culturales. Y digo bien ‘fortalezas’ porque antes que funcionar como atmósferas convocantes de experiencias de lectura y escritura, funcionan -esos padres y sus seguidores- como muros donde lo más apto suele ser el frontón o el debido rezo. No obstante, más allá de estas mañas del ir y del oficio, también en estas movidas, habilitantes de la palabra diversa y heterogénea, la crítica es aún un talón de Aquiles que, no dudo, dejará de serlo, poco a poco y a medida que lectura y escritura literaria dialoguen con otros modos de leer y de escribir eso que pasa y que nos pasa con la literatura”.
hombre ciudad
conozco a un hombre de cal y arena
apenas un ruido vagabundo
un destello de amor en las pupilas
a veces trepo sus murallas
durante las horas asesinas
le quito un diente, una sonrisa
el filo de la boca
sobre otras aguas
y otras cornisas.
yo qué sé de palabras
de espejismos en las manos
de la cicatriz minuciosa de la tarde.
él, en cambio,
es el calco de la noche abierta
errante, taciturno.
finjo vocación
de montañista
con tal de este encierro
con tal del silencio
de las piedras y del cemento
de alguna lejana radiación.
La muda Berta
Le gusta ojear revistas del quiosco de al lado de la Yeya,
en lo de Corcho, el pelo largo lacio, raya al medio,
la cara arrugada, el ceño fruncido.
No recuerdo su sonrisa, pero estoy segura que sonríe.
Me la imagino, inclusive, con el ceño distendido,
mirando fotos de alguna revista que le da gracia.
Sus brazos se mueven como remos, con señas apenas audibles
su cuerpo demasiado amable con la gravedad, siempre atraído
por la fuerza de la tierra o de algún vacío de abajo, de adentro.
Su remera está gastada, pero le queda bien,
quería decírselo. Igual los pantalones anchos
de señora que no limpia la casa.
¿Berta sabrá que la llamamos “Berta”,
que nos asusta al paso porque nos contaron que es “la muda”
y “muda” suena a vieja de la bolsa?
¿Comprenderá que no la comprendemos
cuando levanta las manos y abre los ojos inmensos
y los labios se le tensan de sonido entrecortado?
Berta, quedate quieta, mientras te miro mirar y reír,
con tu lengua muda de palabras vacías, de colores en los ojos
y árboles de afuera, esos que vos tanto.
Berta, quedate muda, con tu cuerpo
de anotaciones al margen, con tus ojos chinos.
No me asustes que me asusto, no nos asustemos, Berta.
Galaxias invisibles
tal vez todos queremos
pasar un umbral
sentirnos frescos, amables
bañados de luz y levedad
un jueves cualquiera
desviarnos del camino al trabajo
de las calles de siempre apostatar
sentirnos inseguros y expuestos
a lo que está arriba
y no se cae
a lo que está abajo
y no se levanta.
con los perros sueltos
en las calles anchas
y las piedras mudas
congeniar la distancia
de las cosas pequeñas
de lo volando apenas
*todos los poemas pertenecen al libro “Biomas”.