El acto reverencial por el cual los políticos explican al empresariado poderoso lo que quieren para el país volvió a concretarse. Fue en el 53° Coloquio de IDEA y ahí estuvo Urtubey como lo estuvieron muchos de los que aspiran a conducir la nación. (Daniel Avalos)
Todos los medios nacionales hablaron del coloquio de IDEA realizado en Mar del Plata, como ocurre todos los años. Y allí fue el gobernador salteño que no fue uno de los focos principales de los organizadores que a la hora de priorizar políticos como expositores, lo hicieron con funcionarios ejecutivos del PRO y con algunos legisladores de peso. Entre los primeros se destacaron María Eugenia Vidal, Marcos Peña, Horacio Rodríguez Larreta y el propio presidente Macri; entre los segundos Miguel Ángel Pichetto y Diego Bossio del peronismo y Emilio Monzó, que también proviene del peronismo pero hoy conduce la cámara de diputados de la nación pero a las órdenes del PRO.
Más allá de obvios matices, todos los mencionados, con organizadores incluidos, estaban relajados y convencidos de que la necesidad del momento es encarar reformas que los empresarios consideran claves. Lo manifestaron apelando a un lenguaje legal que en boca de ellos aparece como un sistema desinteresado de jurisprudencia que cualquier abogado apegado a lo que alguna vez se llamó “estudios legales críticos” impugnaría por considerar que siendo el “derecho” una forma de hacer política por otros medios, las reformas que todos decían desear en IDEA sólo buscan consolidar al poder afianzado, reforzar la primacía y los incentivos de los ricos y poderosos aunque estos aseguren que esas reformas representan la necesidad de un sistema legal consistente y no ideológico.
Y allí también fue el gobernador aunque no para ocupar el rol de expositor que ocupó en otros años, sino el de comensal de un almuerzo. Urtubey no lo hizo por modestia porque ya todos sabemos que no lo es. Lo hizo porque careciendo de un lugar entre los expositores, al menos debía estar en ese almuerzo que debió ser bien impresionante porque era para las máximas autoridades de las empresas patrocinantes y autoridades del coloquio que finalizó ayer a la noche, cuando el presidente Macri brindó una entrevista presencial donde los moderadores no fueron periodistas, sino empresarios muy influyentes como Javier Goñi quien es gerente general del grupo Ledesma; y Gastón Remy quien preside el grupo Dow Argentina.
Ese final del coloquio grafica bien la historia de un evento que cuando surgió en los 60 y durante varias décadas, fue el lugar a donde los gobernantes y los políticos que desean gobernar van y ofrecen explicaciones sobre lo que piensan y quieren del país. Siempre esos políticos hablan sobre lo que IDEA quiere escuchar. Es lo lógico. Después de todo el Instituto de Desarrollo Empresario en la Argentina es una institución poderosa que nuclea a 400 de las empresas líderes del país. Allí están Arcor, Bunge & Born, Loma Negra, TELECOM, Telefónica, Clarín, Papel Prensa y otras cientos de firmas acostumbradas a exigir a los gobernantes que hablen sobre aquello que IDEA considera insoslayable discutir y que casi siempre es lo mismo: la necesidad de que el Estado y los gobiernos entiendan que los empresarios son el motor del desarrollo y que el republicanismo debe garantizar que los empresarios generen riquezas sin ser importunados por el Estado.
Son temáticas eternamente oportunas en lugares como ese. La primera porque la concepción según la cual la iniciativa privada es el motor del crecimiento es un axioma propio de la doctrina liberal. La segunda, porque el establishment económico que no tuvo reparos en alabar dictaduras y recibir en su coloquio a dictadores de los setentas, aseguran que el republicanismo debe ser el anticuerpo para cualquier intento de un Estado regulador al que asocian con una genética pendenciera y autoritaria, una que genera rencores que según la buena gente de IDEA entorpece la generación de riquezas, con lo cual, en esos coloquios, siempre concluyen que el republicanismo supone no entorpecer a la iniciativa privada.
Se trata de la concepción fundante de los coloquios de IDEA. Una que atravesó los 60, los 70, los 80, los 90 y hasta el nuevo siglo XXI aunque – habrá que reconocer – ahora está aggiornada con ciertos valores que fueron aportando actores nuevos. Desde celebridades del deporte a las del periodismo, pasando por sindicalistas, sacerdotes villeros, jueces y hasta algunos emprendedores menores que en conjunto parecen responder a eso que en los últimos años se popularizó con el calificativo de Círculo Rojo. Un tipo de denominación que proviene de la mitología egipcia y que estando asociada a una tabla que contenía textos con verdades que sólo podían conocer un grupo de elegidos, represento durante siglos la vocación por un tipo de hermetismo simbolizado por una serpiente que formaba un círculo al devorar su propia cola.
Un Círculo Rojo que hace años dejó de tener los límites herméticos de la antigüedad para ampliarse mucho mas aunque sin renunciar a la condición de elite conformada por escritores, artistas, pensadores, expresidentes, presidentes, gobernadores, ministros y celebridades que según los casos pueden atacarse, alabarse o citarse entre sí, aunque todos están seguros de al menos tres cosas: que manejan información que los diferencia del resto de los mortales, que esa condición los convierte en seres que saben qué es lo que conviene al país y fundamentalmente ser poseedores de la fuerza suficiente para darle a ese país la direccionalidad política y económica que ellos desean.
Un Círculo Rojo, en definitiva, que está vivo, que nunca termina de devorarse y del que Urtubey forma parte aun cuando el almuerzo del que participó pareciera jerarquizarlo mucho. Pero un Círculo Rojo cuyo núcleo central es el originalmente representado por IDEA que puede ampliar los límites del mismo, aunque nunca resigne la dirección ideológica del conjunto tan bien pincelada por ese encuentro anual que ininterrumpidamente se despliega desde los años 60, cuando el acto reverencial y fundante para que los gobernantes fueran a dar explicaciones quedó instituido. Sea durante gobiernos dictatoriales o democráticos porque, después de todo, IDEA es el verdadero establishment.