El ex ministro de Economía y actual diputado nacional, Axel Kicillof, enfatizó en una nota publicada en Página 12 sobre cómo la política energética del macrismo nos retrotrae una vez más a los noventa: tarifas dolarizadas y a precio internacional.
El gobierno de Macri está “defendiendo” en audiencia pública su tercera propuesta para el tarifazo del gas. El primer esquema hoy suspendido implicó aumentos de hasta 1600 por ciento que aparecieron directamente en las facturas. El segundo fijó topes de 400 y de 500 por ciento. Ahora presentan el tercero que es teóricamente más “gradual” y “moderado”. Esto demuestra que el método del gobierno, bautizado por el macrismo como “ensayo” y “error”, es en realidad un método de “intento de abuso” y medición de la “resistencia”. Funciona así: Macri intenta imponer alguna medida antipopular y sólo recula si se tropieza con una oposición contundente, con el descontento y la protesta social. Tira el zarpazo y “si pasa, pasa”.
¿De qué se trata la nueva propuesta que presentó Aranguren? Hay dos elementos a considerar: primero, se reduce el aumento inicial con respecto a la propuesta anterior. Luego, se establece un “sendero” de aumentos que termina duplicando el aumento inicial en tres años. Bien vista, la nueva propuesta contiene un aumento mayor. Pan duro para hoy, hambre para mañana.
Según la explicación del Ministerio de Energía, hoy el gas domiciliario cuesta en promedio 1,3 dólares por millón de BTU. En la propuesta anterior, la que anuló la Corte Suprema, pasaba a costar 4,7 dólares. La tarifa se multiplicaba aproximadamente por 3,7. En la “nueva” propuesta el gas valdrá 3,4 dólares. Se mide así la “sensibilidad” del gobierno. Con miles de movilizaciones, protestas y amparos presentados en todo el país, se logró un descuento del 27 por ciento sobre la propuesta anterior, multiplicando la tarifa actual por 2,7. Pero lo más grave es que se propone una trayectoria que colocará el precio dentro de tres años en 6,8 dólares. Esto significa multiplicar la tarifa actual por 5,3. Para las pymes y los comercios se mantiene el aumento del 500 por ciento que la Corte no suspendió.
Las trampas de la nueva propuesta son varias. La primera está oculta porque nadie habla de eso, pero es en realidad evidente. Todas las tarifas del gas para hogares y empresas se expresan en dólares, porque el gobierno está fijando por primera vez desde la convertibilidad las tarifas en dólares. ¡Tarifas de los servicios públicos dolarizadas, como en la década de los noventa! Esto significa que para saber cuánto va a aumentar realmente la factura hay que multiplicarla por la devaluación que se produzca. Por ejemplo, en el presupuesto que presentó Macri se “estima” una devaluación del 20 por ciento para el año que viene, que hay que sumar al aumento tarifario de la tablita de Aranguren. La verdad es que nadie sabe cuánto va a costar el dólar a fin de año, y menos todavía dentro de tres años. Lo que sí sabemos es que los salarios de los trabajadores, las jubilaciones, la Asignación Universal, los ingresos de los profesionales, nada de eso se ajusta con el dólar. Es inaceptable un cuadro tarifario dolarizado.
En segundo lugar, debemos explicar el “número mágico” al que Macri quiere llevar la tarifa, de 6,8 dólares el millón de BTU. Este valor sería lo que reciben las petroleras “en boca de pozo”. El precio no surge de un análisis del costo de producción de gas en Argentina ni de la rentabilidad de las empresas, sino que 6,8 dólares coincide con el precio de importación del gas por barco. Es decir, Macri apunta a que se pague el gas local al mismo valor que el gas importado, cuando el costo de extraer gas en el país es muchísimo más bajo. Se aseguran así ganancias extraordinarias para el sector, pagadas directamente por las familias y las empresas argentinas.
La idea de Macri es esta: no habrá más subsidio para los argentinos, sólo habrá subsidio para las petroleras. Y para peor, sin asegurarse que estas ganancias sean reinvertidas en el país. Con nuestro gobierno, existía un programa de “premios” para las empresas que aumentaban la producción. Pero ahora se pagará ese elevado precio independientemente de las inversiones que se realicen.
Parece evidente que, en realidad, no se trata de un plan del gobierno. Como sostuvo Aranguren: “no queremos un vínculo en el que el Gobierno decida, queremos que decida el sector”. Este es, ni más ni menos, el plan de las petroleras multinacionales. No es un secreto: siempre pidieron tarifas dolarizadas y un precio igual al precio internacional de importación. Como en los años noventa.
Para terminar, y para que quede bien claro lo que hay detrás de este esquema tarifario, vale recordar que Aranguren dijo: “no es relevante recuperar el autoabastecimiento”. Se explica así por qué el Pro votó en contra de la recuperación de YPF. Como dice el refrán, a confesión de parte…
Fuente: Página 12