Las diferencias entre dialoguistas e intransigentes o docentes del interior contra los de capital, se cristalizaron el pasado miércoles y empañó una jornada que había empezado con una marcha épica. Un gobierno que estaba jaqueado respira y espera que el lunes muchos docentes vuelvan a las aulas. (Gonzalo Teruel)

Aunque la asamblea realizada el viernes 2 de mayo en Villa 20 de Febrero decidió continuar con el paro, desde que la asamblea se quebró el pasado miércoles todos esperan el lunes para ver cómo reaccionan los docentes luego de que las acusaciones entre los distintos sectores mancharan lo que había sido un mes de asombrosa resistencia docente a los planes del gobierno.

La marcha de los docentes de ese mismo día miércoles había sido multitudinaria. Unos 10 mil maestros vaciaron las aulas y llenaron las calles de Salta. La llegada, un poquito caminando y otro poquitito a pie, de docentes de San Antonio de los Cobres y de otros recónditos puntos de la geografía provincial le dieron un tono épico a la jornada del miércoles. La creciente simpatía popular por las reivindicaciones de los maestros ante un gobierno que pese a los esfuerzos presupuestarios realizados no pudo dar respuestas políticas, sin embargo, no consiguió consolidar a la Asamblea Docente. Por el contrario, rápido se acentuaron las diferencias entre las distintas facciones que la integran.

La movilización de la mañana tuvo un recorrido cambiante. Algunas columnas marcharon por el centro pero un grupo se desprendió y fue al ingreso a la ciudad para interrumpir-de a ratos- la circulación vehicular en el peaje de Aunor. Los docentes estaban por todas partes: en el centro, en el Parque San Martín, en Aunor e incluso con rumbo al Grand Bourg y esa desorientación alcanzó al gobierno que había dejado trascender que sancionaría a los revoltosos. Cerca del mediodía, el ministro de Educación Roberto Dib Ashur convocó a una nueva reunión. Hizo un nuevo y pobre ofrecimiento. El grupo más combativo recibió la noticia como una nueva muestra de debilidad de Juan Manuel Urtubey y planteó intensificar la lucha. Por el contrario, los más dialoguistas consideraron que era hora de volver a las aulas. De cualquier manera, la respuesta se definiría en asamblea.

La convocatoria fue en el Centro Vecinal de Villa Soledad cerca de las 20 y allí quedaron en evidencia las diferencias que se venían gestando desde hacía días. “La oferta es pobre pero la gente está muy cansada…”, dijo Víctor Gamboa pero no se animó a proponer el fin del paro. “Nos toman el pelo. Hay que mantener el paro y profundizar la lucha”, planteó por el contrario Cristina Foffani.

Ninguno habló al auditorio. Mezclados con la asamblea, miraban desde lejos y dejaban a otros que discutan y peleen. Las peleas, en efecto, fueron muchas y acaloradas. La asamblea estuvo por quebrarse varias veces. Un sector quería votar por sío por no a la oferta gubernamental lo más rápido posible. Otros, por el contrario, querían esperar que lleguen “todos” los docentes que estaban en Aunor, en la plaza y en el parque. Sorprendida, pese a su vasta trayectoria de militancia, miraba la ex diputada y dirigente del MST Vilma Ripoll llegada desde Buenos Aires para acompañar a los maestros salteños. “Si se acepta la oferta, se pierde esta lucha… pero para seguirla hay que intensificar el paro y la lucha porque sino esto se cae por cansancio y desgaste”, le dijo a Cuarto Poder Ripoll en un amable diálogo.

El clima era tenso: hubo muchos gritos, algunos empujones y hasta invitaciones a pelear. “Asamblea, asamblea”, gritaban los que querían decidir ya y el abucheo del resto postergaba la deliberación. La división no era sólo entre dialoguistas y combativos sino también entre interior y capital. “El paro lo bancamos nosotros, ustedes están en la cómoda”, gritó un docente de El Carril a los maestros de las escuelas céntricas.

Cerca de las 21 Ana Carrizo, vinculada a Gamboa ya SITEPSA, tomó el micrófono y quiso argumentar la conveniencia de conversar con el gobierno -primer paso para aceptar el ofrecimiento- pero no la dejaron hablar y al grito de “entreguista, entreguista” la bajaron del pedestal. “Ya nos entregaron. Estos hijos de puta ya se reunieron con el gobierno y arreglaron”, bramó un miembro de Tribuna Docente. En ese momento comenzaron a llegar muchos de los que estaban en el peaje y a Carrizo se la llevaron sus compañeros en medio de forcejeos y algún golpe.

“Ellos hacen la suya y no respetan los mandatos de la asamblea. Nadie los mandó a cortar el tránsito”, dijeron desde SITEPSA acusando al Partido Obrero y abandonaron el lugar. En efecto, el delegado por Orán y dirigente del PO Samuel Huerga tomó el micrófono y copó la parada. Con experiencia de periodista en el manejo de la palabra y gestos de predicador, llamó a un cuarto intermedio para el viernes y consiguió el aval de la asamblea ya integrada casi en su totalidad por los adherentes de Tribuna Docente y con los otros grupos en retirada. Todo estaba terminado.

La fractura se había confirmado. La incapacidad y las mezquindades de los referentes de la protesta hicieron lo que no pudo el gobierno: aislar al Partido Obrero y responsabilizarlo por la falta de clases. Durante la tarde del jueves, justo en el día que se conmemoran a los trabajadores y sus luchas, Gamboa confirmó que los suyos levantaban las carpas de la Plaza 9 de Julio y que el lunes vuelven a las aulas. “Abandonamos el paro, no la lucha”, dijo tratando de sonar heroico pero, tan cerca de torcerle el brazo al gobierno, sus palabras dolieron en el corazón de muchos maestros que pararon durante más de un mes y todavía reclaman.