La situación sanitaria de una de las provincias más pobres de Argentina es desesperante por donde se la mire. Ciento cincuenta y un personas perdieron la vida por coronavirus en Salta en sólo una semana. Ciento diecinueve necesitan de un respirador para poder vivir y se espera que, la mitad de ellas, muera en los próximos días.

Pero, argentinos de buena cepa como somos, el bicentenario de la muerte del héroe gaucho Martín Miguel de Güemes vino como anillo para poner un poco de circo a tanta medida restrictiva que emana tanto desde la Casa Rosada como del Grand Bourg.

Así las cosas, inició la organización del acto para homenajear al gaucho entre los gauchos, al que no se vendió ni rindió ni ante el enemigo realista ni el interno. Y comenzaron los problemas. Que desfile sí, que defile no; que un tal Aráoz –que sólo comparte con Güemes la “noble” procedencia- llamó a la sedición gauchesca con cero adhesión, que el Comité Operativo de Emergencia (COE) prohibió el tradicional desfile pues entre sus misiones tiene la de velar por la salud de la población y evitar la propagación del temido virus…

Ante tanto alboroto, la orden fue clara: se haría la “Guardia bajo las estrellas” con estricto protocolo y, al día siguiente, acto con un mínimo de personas.

El primer signo de que nadie cuidaría al pueblo llegó el lunes, cuando la pampeana y funcionaria nacional Pamela Ares anunciaba desde sus redes sociales que “hoy me reuní con el Presidente @alferdez y me confirmó que nos acompañará el miércoles en #Salta para recordar a Martín Miguel de #Güemes en el bicentenario de su fallecimiento. Para toda Salta será un orgullo recibirlo”

El Gobernador de Salta, acostumbrado al juego político y sabedor de que se trataba de una estrategia de campaña de una dirigente que intenta imponerse con fórceps porque no goza de la simpatía ni de sus propios «compañeros/as» de militancia, se tragó el sapo, y dio órdenes para que los actos estuvieran a la altura de un Presidente de la Nación.

Y exactamente a las 21:04 del miércoles 16 de junio, aterrizó el avión presidencial en suelo salteño. Minutos más tarde se abrió la puerta y se vio salir a Alberto Fernández seguido por quien para el común de los mortales era la Primera Dama. Pero resultó ser que la que estaba atrás del Presidente, vestida con un tapado rojo –que seguramente fue pensado para destacar y que terminó siendo un imán para las críticas-, fue una de las subsecretarias del Ministerio de Trabajo de la Nación y candidata en Salta para ocupar una banca en la Cámara Alta.

A partir de allí todo fue caos. En la salida del aeropuerto, el hombre que en cadena nacional repite hasta el hartazgo “quedáte en casa”, no pudo resistir la tentación de saludar a los correligionarios que fueron a recibirlo, mezclándose en un amontonamiento de personas que de seguro erizó a científicos y doña Rosa, que lleva meses sin salir de su casa por miedo a contagiarse.

Detrás del Presidente, pegada como niño a su madre, siempre estuvo la del tapado rojo, poniendo una mano en el hombro presidencial en cuanta oportunidad se le presentaba, pues se sabe que, en campaña, una foto con el líder político, aumenta las chances de ganar. Sin imaginarse, que tanta estrategia le iba a terminar jugando en contra.

Los videos de los sucesos se viralizaron en redes sociales, grupos de whatsapp, indignanado a los salteños que no dejaron de preguntarse ¿cómo una persona que vive, trabaja y manda a sus hijos a una escuela en Buenos Aires -aunque mantenga una casa acá para justificar domicilio-, pueda ser candidata a senadora provincial,?. Ello amén de violar cuanto protocolo anticovid exista junto al Presidente.

Luego, el caos se adueñó de la “Guardia” a la que sólo podían ingresar los que tenían “pulserita” –sí, como si fuera una fiesta VIP-, los gauchos fueron descartados para dar lugar a un espectáculo digno de Tinelli, con bailarines disfrazados de gauchos y todo. Y, de repente, por orden presidencial, según el ministro de Seguridad de Salta, la Policía de Salta dejó entrar en el exclusivo acto a militantes de organizaciones sociales, como el Movimiento Evita y la CCC, para vivar al Presidente.

Otra vez, las cámaras de los celulares fueron encendidas y captaron todo en videos. Y otra vez se pudo ver a la del tapado rojo buscando la foto presidencial. Lo que no se vio en ninguna imagen fue el respeto a los protocolos, el cuidado al pueblo, el respeto por los muertos en la pandemia. Gracias por eso.