En esta semana fueron procesados Gustavo Arribas y Silvia Majdalani, lo dispuso el juez federal de Lomas de Zamora, Juan Pablo Augé en el marco de la causa en la que se investiga la inteligencia ilegal llevada adelante durante el gobierno de Mauricio Macri. El magistrado les prohibió la salida del país y los embargó en la suma de 2 millones a cada uno. También fue procesado el ex director de contrainteligencia Martín Coste.

En un escrito de más de 172 páginas, el magistrado se refiere a los hechos denunciados por la actual Interventora de la AFI, Cristina Caamaño, sobre la producción de inteligencia ilegal “contra personas políticamente expuestas, sin la debida autorización judicial” En la resolución, el Juez Augé hace referencia a la declaración de Coste, y afirma que “en cuanto al conocimiento que podía llegar a tener Gustavo Arribas de las ordenes que emanaba Majdalani a Alan Ruiz, él puede confirmarlo porque la Dirección Administrativa de Asuntos Jurídicos dependía directamente de Arribas y fue dicha dirección la que armó todas las notas de contenido falso que antes mencionó”.
Y cuando todos los cañones apuntan a Mauricio Macri, él abandona el país radicándose en la costa azul por tiempo indeterminado.
Pero, ni esta es la primera vez que un gobernante utiliza las escuchas ilegales ni es la primera vez que lo hace Mauricio Macri.
Este sistema de espionaje se ha usado infinitas veces a través de la historia, particularmente en los altos estratos sociales o gubernamentales. En la Francia de finales del siglo XVIII, en el convulso periodo que media entre la Revolución Francesa, el Imperio Napoleónico y la vuelta a la monarquía por la que el estado francés pasó durante esos años.  En esa época hace su aparición un hombre feo, enigmático y tenebroso llamado Joseph Fouche, pieza clave sobre la que se sostuvo la Francia revolucionaria y napoleónica. El Maquiavelo del siglo XIX, que desplegó desde la Convención y después desde el Ministerio de la Policía todas las (malas) artes conocidas para conseguir permanecer siempre al lado del poder. Creo la red de espionaje más importante de la Europa moderna. Sabía lo que pasaba en Inglaterra, España, Países Bajos, Bélgica y desde luego Francia. Fue un hombre temido hasta por Napoleón.
Otro caso de espionaje histórico fue el de Watergate en Estados Unidos, El suceso empezó con la detención de cinco hombres por el allanamiento del complejo Watergate del Partido Demócrata el 17 de junio de 1972. El FBI encontró una conexión entre los ladrones y del «dinero negro» utilizado por el Comité para la Reelección del Presidente (CRP), la organización oficial de la campaña electoral de Nixon y el Partido Republicano. La noticia se publicó el 18 de junio de 1972 en el diario The Washington Post de la capital estadounidense. Pocos lectores se fijaron en ella, pero cayó como una bomba a pocos metros de la redacción, en el Despacho Oval del presidente, Richard Nixon, que sabía demasiado sobre el asunto. Arrancó así el escándalo que provocaría la única dimisión del primer mandatario de Estados Unidos en toda su historia democrática. En menos de cuatro meses, dos periodistas jóvenes y nada conocidos, Bob Woodward y Carl Bernstein, fueron quienes sacaron por la puerta de atrás de la Casa Blanca al hombre más importante del momento. Nixon abandonó la presidencia por su propia voluntad, antes de que sus correligionarios del Partido Republicano se vieran obligados a sacrificarlo ante la evidencia de sus delitos. En julio de 1973, gracias a los testimonios de antiguos funcionarios y personal de Nixon, las investigaciones realizadas por el Comité Watergate del Senado de Estados Unidos revelaron que Nixon tenía en sus oficinas un sistema de cintas de grabación. Tras una serie de batallas legales, la Corte Suprema de Estados Unidos dictaminó por unanimidad que el presidente debía entregar las cintas a los investigadores gubernamentales. Las grabaciones implicaban directamente a Nixon en el caso. El Congreso de Estados Unidos comenzó inmediatamente un proceso de destitución (impeachment). Nixon renunció a la presidencia el 9 de agosto de 1974.
En cuando a nuestro país, el espionaje político tampoco es nuevo. El especialista se llama Mauricio Macri y este es su Modus Operandi desde sus comienzos en la política.
La causa por espionaje o causa de las escuchas ilegales en la ciudad autónoma de Buenos Aires empieza con una denuncia relacionada con una supuesta estructura de espionaje para estatal, con escuchas telefónicas ilegales que presuntamente habría empleado ese gobierno para fines personales. Por esta causa fueron originalmente procesados el entonces titular del Ministerio de Educación de la Ciudad de Buenos Aires, Mariano Narodowski​ y el entonces Jefe de Gobierno de la ciudad de Buenos Aires Mauricio Macri. La investigación reveló que el espionaje abarcaba a líderes opositores, además de empresarios y sindicalistas. Los espías habían intervenido ilegalmente el teléfono del yerno de Franco Macri, un parapsicólogo que había sido amenazado por su suegro. En diciembre de 2009, fueron detenidos por este caso Jorge Alberto «Fino» Palacios y Osvaldo Chamorro a la vez que debió renunciar el Ministro de Educación, Mariano Narodowski, asumiendo en su lugar Abel Posse.
Previamente, en octubre del mismo año, fue detenido Ciro Gerardo James, acusado de realizar escuchas telefónicas ilegales por orden del ex comisario Jorge Alberto «Fino» Palacios, cuando la justicia le encontró, durante un allanamiento, dos aparatos para interferir teléfonos. Mauricio Macri, como de costumbre, sostuvo que se trataba de una maniobra política impulsada por el Kirchnerismo.
El 14 de mayo de 2010, Norberto Oyarbide los procesó por considerarlos partícipes necesarios de una asociación ilícita y sobreseyó al también denunciado ministro de Seguridad porteño Guillermo Montenegro.
En diciembre de 2010, la Sala I de la Cámara de Apelaciones en lo Criminal y Correccional Federal ordenó a Oyarbide que disponga la inmediata liberación de Palacios cuestionando por segunda vez la actuación del juez que debía investigar y no sancionar. Los jueces le recordaron que ya habían anulado un fallo de Oyarbide relativo al encierro de Palacios por serios defectos en su fundamentación pero que el juez había vuelto a incurrir en todos los defectos que habían buscado prevenir y le recordaron que la misión del juez instructor se «vincula exclusivamente con el descubrimiento de la verdad». Los jueces de instrucción de Posadas, José Luis Rey y Horacio Gallardo, fueron destituidos por haber ordenado las escuchas.
Mauricio Macri fue el candidato a Presidente, en representación del Pro y de Cambiemos, estando procesado por las escuchas ilegales.  Los integrantes del tribunal electoral, Santiago Corcuera, Alberto Dalla Vía y Rodolfo Munné, argumentaron que “la única interpretación aceptable es que el legislador que se encuentra suspendido en sus funciones a raíz de un desafuero y permanece detenido en el proceso penal que motivó dicha medida institucional, no puede postularse como candidato para cubrir ese mismo cargo hasta tanto se resuelva su situación penal y sea liberado”.
En esta ocasión no se cumplió con el fallo de la Cámara Electoral, y Macri no sólo fue candidato, sino que gano la elección y después de unos días de su asunción, fue sobreseído por el Juez Federal Sebastián Casanello, por «carecer de sustento la causa y no haber pruebas reales».
En octubre de 2018, la Cámara Nacional de Casación Penal anuló toda la causa en su instrucción por parte del juez federal Norberto Oyarbide y del fiscal federal Alberto Nisman. Ahí terminó la causa por las escuchas ilegales contra Mauricio Macri, cuando era Jefe de Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
Pero las inseguridades de Macri no se terminan, esté en el cargo que esté. Es así que ya siendo Presidente de la República, nuevamente aparecen las escuchas telefónicas, esta vez a través de un organismo estatal como la Agencia Federal de Inteligencia (A.F.I.) y una red de espionaje digna de EE.UU. y la URSS en la Guerra Fría.