Parece una broma macabra. Pero desde que se empezó a investigar con empeño el crimen de Jimena Salas, los que hasta ese momento estaban tranquilos, comenzaron a mostrar una inquietud inusitada, ocuparon amplios espacios en medios que todos sabemos que no dan un minuto de difusión gratis, se ocuparon de agraviar, y hasta ridiculizar, desmintiendo todo aquello en que los fiscales vienen trabajando. 

Por A. Bogado

Aquí la pregunta obligada sería: ¿A quién puede incomodar tanto, que se esclarezca uno de los peores femicidios que se cometieron en Salta? Y es que una larga cadena de irregularidades cometidas, deja al fiscal Pablo Paz al borde del abismo ¿Por qué? Según nos argumenta un encumbrado policía retirado, se trata de la visibilización de una catarata de omisiones que de pronto, quedaron expuestas en la causa. 

Siguiendo esta fuente policial, luego del asesinato de Jimena Salas -y antes de que llegue el Servicio de Emergencias 911 y el personal del Cuerpo de Investigadores Fiscales (CIF)- junto a la víctima y al viudo Nicolás Cajal Gauffin, se encontraban al menos dos empleados de la firma Garbarino.

Y aquí usted podría preguntarse: ¿Cuál sería el interés de la empresa en llegar a la escena del crimen antes que la policía y los investigadores? En este punto, buceamos bajo las consignas del periodismo de investigación, y  descubrimos que la firma Garbarino nos deriva inmediatamente a la causa Panamá Papers o Lavado de Dinero y ahí, la cosa toma otro cariz. Si tuvo la oportunidad de leer el libro ArgenPapers: los secretos de la Argentina offshore en los Panamá Papers -de Santiago O`Donnel y Tomás Lukin- para tener conocimiento sobre lo que referimos, y mas precisamente a qué volúmenes de lavado de dinero nos estamos remitiendo. Nuestra fuente, nos confirma lo que referimos en un artículo anterior, de que no hubo ordenes por parte del fiscal de citar, o siquiera demorar unas horas al menos, al viudo Nicolás Cajal Gauffin para recibirle declaración. Muy por el contrario, fue el viudo quien se presentó tres días más tarde a la Comisaría de Vaqueros, a prestar una declaración espontánea. 

Muy a contramano de cualquier investigación, tampoco se allanó la vivienda del horror, ubicada en el pasaje Las Margaritas de la localidad Vaqueros, donde actualmente Cajal convive con su nueva pareja. Al parecer, no había interés en buscar evidencias del asesinato, pese a que en esa vivienda, yacía el cuerpo de una mujer asesinada de cuarenta y un puñaladas. Quien dio el aviso y el único testigo, era el viudo. Si, el que nunca fue convocado.

Pero esto no queda allí. Y como también relató Cuarto Poder, Jimena no tuvo velatorio, ya que «horas después”, su cuerpo fue retirado de la morgue y llevado al crematorio de la localidad de General Güemes. No se sabe a quién le entregaron sus cenizas, ni quien las tiene actualmente. Los vicios investigativos relatados hasta aquí, en cualquier lugar del mundo -y hasta en cualquier serie televisiva de moda, con una audiencia de adeptos cada vez mayor- habrían significado que le caiga todo el peso al  fiscal, por tamaña irresponsabilidad. Autorizar que se queme en forma casi inmediata el cuerpo de la víctima, que es el cuerpo del delito, instala la sospecha de que “alguien” estaba muy apurado de que Jimena Salas desaparezca, hasta de su sepultura. En la serie de omisiones en las que se incurrieron, está también la de haber eludido la reconstrucción del hecho. A nadie le importó mucho averiguar cómo encontraron a Jimena, o intentar reconstruir la mecánica del femicidio. Nada se sabe al respecto. Lo que si está claro -en esta serie de inconsistencias- es el profundo temor de los vecinos y posibles testigos, que eluden cualquier referencia al tema. 

El show del abogado Arancibia es otro capítulo en esta historia. El mediático llega al Focis a través de su suegra y es sobrino del reconocido y respetado abogado, Marcelo Arancibia. Muy suelto de cuerpo el letrado declara que el Procurador y los fiscales: “son empleados nuestros”. Y aquí nos preguntamos: ¿Qué quiso decir con eso? ¿Empleados de él? ¿De los abogados? ¿No será en todo caso que son empleados públicos dependientes del Estado, que deben cumplir funciones sin depender de nadie? Arancibia antes, se había ocupado de descalificar al procurador Cornejo tildándolo de esquizofrénico, e inmediatamente al delegado del Inadi en Salta, le pareció -en un reportaje que le hicieron en la FM del Carnero- que insultar o menoscabar a una persona bajo el mote de una enfermedad mental, no se trata de un acto discriminatorio. Muy lejos de lo que percibe la sociedad en su conjunto sobre nuevos aires en la investigación para dar con los responsables del asesinato, Arancibia (o Cajal Gauffin) cuenta también con apoyo del otro lado del océano, a través de Luis Caro Figueroa quien desde su portal en el exilio, lanza embravecidos epítetos en contra de la investigación y cuestiona cualquier avance que pueda tener. 

Pero continuando con las irregularidades y omisiones nuestra fuente, nos señala también que a Cajal Gauffin ni siquiera le revisaron el auto, muy por el contrario, lo dejaron en sus manos inmediatamente. Nunca nadie sabrá tampoco, si hubo algo que podría haber aportado a la investigación en el automóvil en el cual el viudo se ocupó de alejar a dos menores horrorizadas, y apartarlas por unos días de la casa del horror. Casa a la que luego volvió ¿Por qué volvió? ¿Puede haber algo enterrado en la vivienda? ¿Quizás el cuchillo que desapareció de la cocina de Jimena? Nadie nunca lo sabrá. 

Según el relato de los vecinos, solamente escucharon dos gritos o exclamaciones del viudo Cajal Gauffin, pero no ocurrió lo mismo con Jimena Salas. No escucharon ningún grito de mujer, pese a que se determinó que la joven habría opuesto una férrea resistencia. ¿Puede una mujer en esas circunstancias no pedir auxilio, o no gritar salvajemente para que obtener ayuda, o por puro instinto. Hablamos de una mujer que recibió cuarenta y un puñaladas en veinte minutos ¿en total silencio? Un detalle que tampoco le llamó la atención al fiscal Paz. 

Recientemente se conoció una entrevista realizada al perito contratado por el viudo, quien muy suelto de cuerpo volvió sobe la hipótesis ya descartada del homicidio por robo. Carlos Párraga asegura irresponsablemente que hubo una explosión en la cocina y por eso se asustaron “los ladrones” y huyeron. Reiteramos, si no hubo reconstrucción del homicidio, ¿de dónde recolecto el perito tantos elementos para apoyarse en la teoría del robo? ¿Cuarenta y un puñaladas para un robo, y no se llevaron nada? ¿Hubo una explosión y los vecinos no acudieron a asistir a la mujer? Un aprendiz de ladrón mata a una persona de cuarenta y un puñaladas en veinte minutos? Si hubo robo,¿ por qué Cajal no denuncia nunca elementos faltantes? ¿No será que el “perito” solo cumple con repetir “el relato” de la parte que lo contrata?

Hay un cuento, escrito unos años antes del femicidio de Jimena Salas, donde se relata detalladamente lo que se hizo con ella, el día del fatídico crimen. Un detalle a investigar -que nos señala nuestra fuente- a quien le sobran motivos para deducir que en todo esto, es lógico que haya quienes manifiesten su molestia hablando de “los empleados nuestros”, que son los que debieron obedecer pasivamente, y no andar metiendo las narices donde no los llamaron.