En Salta, el apellido Biella no solo suena en las urnas. También resuena en cajas, colegios, universidad, donde la familia teje una red de influencias con reglas propias.
Por detrás de la paternal figura del candidato a senador por el oficialismo, Bernardo Biella, en su estampa de médico empático de ambo impecable y portando como cartera al inconfundible muñeco de goma de entrenamiento para RCP, se teje una voraz telaraña de enquistamiento parental en pos del poder público.
Felipe y sus mosqueteros se fueron apropiando de las instituciones que aglutinan a los graduados de la ingeniería y afines, tales como el COPAIPA, la asociación menor de profesionales de ese rubro, y alguna parte de la matrícula universitaria. El otro hermano, Juan Martín, a cargo de la Caja de Profesionales, se encarga prolijamente de esquilmar a quienes, sin trabajo ni posibilidades, deben sostener igualmente las arcas como en los principados. De este menjunje también participan parejas, comadres, hijes y nueras.
Una resolución bastante anodina de febrero de este año, proveniente de la Dirección de Personas Jurídicas de la Provincia, ponía coto a las discrepancias entre dos frentes muy diferenciados en la Asociación Profesional de Ingenieros, una suerte de hermana menor del COPAIPA aunque sin plata ni recursos: quienes pagan en forma sostenida sus cuotas institucionales, de tal modo que no quedan dudas acerca de antigüedad y estatus para presentarse como candidatos, y quienes recurren a realizar sus pagos atrasados en forma urgente y sonante para presentarse como tales. Esta práctica, amañada, ha primado por años, hasta que la última asamblea dio por tierra la insidiosa costumbre, tras lo cual Javier Jurado y Víctor Pérez (por la Fundación COPAIPA), del riñón de Felipe Biella, tuvieron que despabilarse para poder mantener sus puestos, aun por encima de la normativa que regula al resto de la matrícula.
La resolución del organismo rector de las instituciones (Personería Jurídica) no guarda lógica ni criterio alguno, y peor aún cuando la secretaria de Estado interviniente no terminó de admitir —aunque se le notaba— que no había leído los fundamentos de las presentaciones, lo que se ve claramente reflejado en el caprichoso instrumento administrativo que fue repudiado por las actuales autoridades.
El dato no menor es que la funcionaria interviniente es nada menos que Paula Benavídes, una Biella’s girl de la primera hora, por lo tanto, su impostura está innegablemente alineada a la del clan. Esta lealtad no recala solo en si los muchachos pagan o no al día la cuota, sino que, de esta forma, está avalando profesionalmente certificados de obra vencidos, lo cual deviene en incumplimiento de los deberes a su cargo al convalidar cualquier pavada sin leer.
Mientras tanto, en la Caja Profesional, otro Biella, más apegado al dinero, es quien regentea a rajatabla los pagos mensuales, y ahí no hay discrepancias para debatir acerca del atraso o la antigüedad. El pago se hace igual, reventando a los jóvenes profesionales que, sin obras durante varios años, igual deben pagarle a la caja registradora de Juan Martín, así tengan que pedirle dinero a sus padres por falta genuina de empleo o así trabajen de docentes para poder cumplir. En reiteradas y piadosas ocasiones se solicitó a la Caja Profesional el cese del tributo durante las épocas en que los ingenieros no cuentan con empleo, lo que fue sistemáticamente denegado in limine.
Siguiendo con la genealogía, es la nueva esposa de Juan Martín quien, al no poder ser enfermera o maestra para no caer muy lejos del árbol del dinero o los ladrillos, resultó electa presidenta (¡Oh, qué sorpresa!) del Colegio Único de Corredores Inmobiliarios. Guadalupe Núñez de Biella suele aparecer en notas pagas en diarios y webs con clichés de que apuesta al futuro o bolufrases que ningún periodista publicaría, publinotas. Dicen quienes conocen las manias de los hermanos, que se trataría de un intento de instalación pública para lanzarla luego como candidata, ante la falta de afiliados que puedan cubrir sus expectativas.
Asimismo, la reciente incorporación a la vida proselitista de Marianela Ibarra, como candidata a diputada provincial —también del riñón bielliano—, defraudó a los incautos ingenieros que pensaban que había llegado al COPAIPA tras atravesar el techo de cristal para mejorar la calidad de vida de sus afiliados y no como parte de un gran barro que no escatima en papelones y agachadas por detrás de sus fines. Bastará recordar que la nuera de Felipe, Martina (Escosteguy), fue ninguneada y aventajada por su propio marido, Franco, a la vez hijo de Felipe, por una banquita en el Concejo Deliberante, tras la renuncia forzada de Pitu Colque, y siendo la que seguía en la lista. Ahora el ex concejal es candidato a Consejero Superior por el estamento de Graduados de la Universidad Nacional de Salta.
Con esto, queda develada la incógnita de qué hacen los Biella los domingos en las reuniones familiares: reglas propias, decisiones a puertas cerradas y una lógica de poder que no admite intromisiones. Todo queda en familia.