Una nueva terna elegida por el Consejo de la Magistratura para un cargo de Juez de Cámara del Trabajo deja en evidencia las relaciones entre una integrante del cuerpo que hace la selección, Adriana Rodríguez, y uno de los elegidos, Sergio Petersen.

Por Mariela Barraza

Otra vez (y van…) el Consejo de la Magistratura pone en consideración del Gobernador Juan Manuel  Urtubey un candidato manipulado y direccionado por parte de sus integrantes para cubrir el cargo Juez de Cámara del Trabajo Distrito Centro.

Se trata de Sergio Petersen, quien resulta ser «consuegro» de la jueza Adriana Rodríguez que —casualmente— es quién  lo evaluó y entrevistó sin ningún tipo de pudor, anotándose la institución electiva otra vez en el ranking de los papelones  públicos en pos de la bolsa de trabajo filial.

La terna se compone con otro nominado, prenda del nepotismo crónico de la justicia salteña aunque esta vez, se completa con una  candidata mujer.

Esto sucede luego de los casos del juez Pfister que se convirtió en camarista sin examen oral ni escrito, el “juez copión” y el escándalo que obligó al propio Gobernador a declarar nulos los concursos para la Cámara Civil entre un marasmo  de  nominados  cónyuges, queridas, abuelos, y recomendados de amigos de la infancia, a sabiendas de todos los integrantes de Ciudad Judicial. Evidentemente, el apuro de los nepotistas judiciales  no  puede espera por un cargo menos ambicioso, sin ni siquiera merituar para el del último escalafón de los que se pueden concursar a través del Consejo de la  Magistratura.

Nuevamente el Consejo de la Magistratura manda una terna generada de forma confusa llena de sapos, para intentar que el Gobernador Urtubey digiera sin darse cuenta, so pretexto de la cantidad de actividad oficial de la que goza por sus aspiraciones a Presidente.

Nuevamente el Consejo de la Magistratura manda una terna generada de forma confusa llena de sapos, para intentar que el Gobernador Urtubey digiera sin darse cuenta.

El concurso para Juez de Cámara del Trabajo Distrito Centro vuelve a ser una muestra de bajos artilugios que de tan groseros es imposible que pasen desapercibidos, permitiendo que se «cuelen» candidatos o que avancen tres casilleros en la lista como en el juego de la oca sin los requisitos de idoneidad,  ética , moral, antecedentes, capacitación, etc.

Con la excusa de que el mayor puntaje lo lleva la entrevista personal, los titiriteros evaluadores  le ponen nota sobresaliente a gente que balbucea o que contesta directamente “No sé”. La novedad radica en que ahora el ciudadano común puede supervisar los concursos, ya que están disponibles por la web  en la ventana «concurso de magistrados» o en «Noticias”, y  verificar el resultado de donde salen estas flagrancias a simple vista.

Así surge  que del concurso Expte. 241/18 a través  de la página institucional del organismo elector de jueces, de fecha 29/6/18  se disponía puntajes por antecedentes, examen escrito y finalmente la entrevista personal. Parte del desparpajo radicó en que no se publicó hasta último momento la resolución final que fundamente la terna que fue enviada al Gobernador para su consideración.

Los ternados antes de arribar a la entrevista discrecional fueron: Ricardo Pedro Lucatti con un puntaje total  de 45.83, Sergio Petersen 46,57 y Alejandra Salim 53,36, quien paradójicamente llevaba el mejor puntaje total de los 12 concursantes, siendo más extraño aún  su puesto en tercer lugar, detrás de los dos caballeros.

Si no se trata de una aversión al género, resulta muy parecido ya que la jueza, sin marido o amigovio en el fuero judicial y que proviene de administrar justicia laboral en tribunales ordinarios, quedó detrás de un administrador de electrodomésticos con el menor puntaje en la  prueba escrita como Petersen, y de los nulos antecedentes dentro de la carrera judicial de Lucatti.  Salim, a simple video publicado, parece ser la única sujeta a  derecho y  de paso,  ayuda a simular una apertura  hacia el género y a los estudiosos vulgares sin títulos nobiliarios.

Adriana Rodríguez

Ambas situaciones serían irremontables en una instancia de entrevista personal seria, salvo que la que los evalúe sea quien comparte el asado todos los domingos y disfruten, juntos y en familia, el crecimiento de sus nietos. Y ésta es  la situación que se suscitó  con la  jueza de la Cámara Civil, Adriana Rodríguez en calidad de evaluadora de su propio consuegro Sergio Petersen, implicando que sus  respectivos hijos están casados entre sí.

Se me figura, dada mi frondosa imaginación, el siguiente diálogo WhatsAppero a la salida de la entrevista:

Adri: Y este domingo, a vos te toca  llevar el  champagne!  

Sergio: (Dedito para arriba) Gracias Adri por todo!

Pero si bien la vista gorda de la jueza parece un gran  favor a su consuegro, se trataría de una devolución, ya que Sergio Petersen  representaba a los abogados del foro en el Consejo de la Magistratura cuando enviaron los pliegos de ella para ascender a la Cámara Civil, o sea  que sólo se intercambiaron el lugar detrás del mostrador luego de algunos años.

Lo peor es que los detalles son conocidos por todos los del ambiente judicial inclusive los concursantes que asistieron, azorados pero callados ante la posibilidad de que ser estigmatizados y no poder concursar nuevamente.

El abogado Pedro Lucatti es el Secretario asignado a la Cámara Laboral, obviamente sin concurso, que llega recomendado por Analía Villa de Moisés, jueza que deja el cargo que se  encuentra en concurso, para jubilarse; y que fuera integrante del Consejo de la Magistratura hasta el día del escándalo de los concursos anulados de Cámara Civil. Es así como Villa de Moisés que se retira a alimentar las palomas de la Plaza 9 de Julio vuelve a quedar rozada a otro escándalo de idénticas características con  gente “dedeada”, recomendada y allegada, sin méritos propios. El secretario, también presta servicios para el otro integrante de la Cámara, Federico Kosiner. Todos juntos y  provenientes de concursos extraños que bajo la premisa de que son inamovibles se quedan ahí para siempre y con el tiempo olvidan el aborto administrativo y técnico que los dejó ahí sentados.

Fuera de toda hipótesis futurista sobre el desempeño de Petersen a partir de sus bastos antecedentes, lo grave para la salud institucional  y reputación del Consejo de la Magistratura es que sea su consuegra Adriana Rodríguez, cuya hija está casada  con el hijo de Sergio Petersen, (ambos hijos, médicos conocidos del medio) que  tuvo la caradurez de no  excusarse  o al menos no concurrir ese día de la votación para la elección final.

Será Justicia.