Víctor Claros despidió el año universitario con un conflicto que desnudó los límites de una gestión que maneja 390 millones: un 20% más de lo 318 millones con el que contaron en el 2013 los departamentos de Orán y San Martín juntos. Como los intendentes, Claros es objeto de sospechas. (D.A.)
Aunque la naturaleza de la institución universitaria es distinta a las de una intendencia y aunque el origen de los fondos que perciben una y otra también lo son; las semejanzas entre Víctor Claros y los intendentes salteños son más que evidentes. Uno y otros suelen contar con el decidido apoyo del gobierno provincial y de ciertos medios de comunicación hegemónicos que con sus titulares los apoyan o disimulan los descalabros financieros que protagonizan. Unos y otros, también, han contado con más dinero que en gestiones anteriores que -aun cuando resulten insuficientes para resolver los problemas reales que cada jurisdicción precisa- en manos de ellos se han convertido en fuente de inagotables de sospechas sin consecuencia legal alguna para sus protagonistas. Estos puntos en común no logran disimular, sin embargo, que el rector de la Universidad cuenta con un monto de dinero que cualquier intendente provincial envidiaría.
Para confirmarlo, alcanzaría con comparar los presupuestos con los que goza la U.N.Sa. y los dos departamentos más grandes (después de la capital) de la provincia: Orán y General San Martín. El primero, según el presupuesto provincial, percibió en este año $137.641.971. La suma incluye el dinero por coparticipación nacional y provincial, montos por Fondo Federal Solidario que es el que reparte nación por retenciones a la soja y el dinero por descentralización de la ayuda social que el Grand Bourg transfirió a los municipios a partir del año 2010. Los poco más de 137 millones incluyen las partidas para los cinco municipios del departamento: San Ramón de la nueva Orán, Pichanal, Colonia Santa Rosa, Hipólito Yrigoyen y Urundel. Departamento en el que viven, según el censo 2010, un total de 138.838 habitantes. Reparemos en el detalle: esos 137 millones representan sólo el 35% de los 390 millones de los que administra Víctor Claros. A una conclusión similar puede arribarse haciendo la comparación con el departamento de San Martín, cuyas seis intendencias (Tartagal, Mosconi, Embarcación, Salvador Mazza, Aguaray y Gral. Ballivían) en donde habitan 156.910 habitantes perciben en total y por los mismos conceptos $180.861.305, es decir el 46% de lo que administra el rector universitario anualmente.
Si se sumaran los dos presupuestos departamentales que se usan para trabajar sobre 295.748 habitantes, arribaríamos a la cifra de $318.503.276, que representarían, todavía, un porcentaje menor al de Víctor Claros: el 81% de los 390 millones que el rector usa para administrar una comunidad que según la página de la Universia.net superaría levemente los 30.000 miembros entre estudiantes, docentes y personal. Veamos: hasta el año pasado la U.N.Sa. contaba con 23.270 alumnos inscriptos a los que se le sumaron unos 13.000 este año (Facultad de Ciencias de Salud 2.259; Humanidades 1.940; Ciencias Exactas 1.705; Ciencias Económicas 1.863; Facultad de Ingeniería1.541 y Ciencias Naturales unos 1.474 aspirantes). Estos números no contemplan los inscriptos en las sedes de Orán, Tartagal, Metán, Rosario de la Frontera y Santa Victoria Este; aunque tampoco los miles de inscriptos que desertan pronto de la universidad porque la actual gestión carece de políticas de contención
Todo está relacionado
Y para entender la afirmación referida a la deserción, enfaticemos acá algunas cosas. Por ejemplo que de los 390 millones, Víctor Claros solo destinó al comedor universitario $3.350.000 (0,89%); para las becas de bienestar universitario un poco más de 7 millones (1,79%); mientras al rubro becas de formación le destinó poco más de $ 1 millón (0,25%). No es lo único indignante. Para la política editorial, el presupuesto universitario asignó apenas ¡¡100 mil pesos!! (0,25%). La mezquindad permite profetizar que las publicaciones financiadas por la U.N.Sa. serán escasas (valga recalcar que Cuarto Poder haciendo mucha economía destinó, en seis meses, $20.000 para publicar dos libros, cifra que representa el 20% de lo que Claros, rector de la universidad, destina para producir los propios de una institución encargada de producir y difundir conocimiento). Para compensar mal la escasa producción propia, el rectorado destinó la no menos mezquina cifra de $370.000 para comprar libros. Sólo $70.000 más de lo que el rector -eso sí- destino a “seguridad”. Una cifra muy inferior a la que el mismo Víctor Claros se auto destinó en el rubro “rectorado” que incluyó más de $2 millones a su favor.
Esas cifras, por supuesto, corresponden al presupuesto universitario aprobado en julio de este año por medio de la resolución del Consejo Superior número 260/13 (expediente 23.196/13). Allí se registró que la suma que Víctor Claros tendría para administrar en este año era de 390 millones de pesos. De ese total, $379 millones eran los aportados por el Estado nacional, mientras el resto se componía de 17 millones que no se usaron del ejercicio 2012, más el cálculo de lo que ingresarían por aranceles o venta de servicios a terceros.
Según esa misma resolución, se dejaba en claro que el dinero para el pago de sueldos de personal llegaba a los $205.068.120 que se distribuían de la siguiente manera: Naturales $39.948.584; Ciencias Exactas $37.948.584, Ingeniería $37.199.989, Humanidades $32.767.116, Ciencias Económicas 31. 516.553 y Salud $ 25.687.294. Cifras por facultad que eran muy inferiores a lo destinado para administración general de la universidad que ascendía a $67.453.937. A esas cuentas había que sumársele lo que cada facultad de la capital provincial recibirían por gastos de funcionamiento: $ 1.200.000 para todo el año. Las sedes del interior, mientras tanto, recibirían montos distintos entre sí. Tartagal, por ejemplo, dispondría de $ 600 mil para gastos de funcionamiento y $ 16.977.140 para pagar personal; Orán $16.426.907 para sueldos y $ 600 mil para funcionar. Por su parte, Rosario de la Frontera y Metan tenían establecido una suma menor: $2.718.044 para planta de personal y $ 969.497 para otros gastos.
La “obra pública” del “clarismo” universitario es bastante podre. El anexo III de la mencionada resolución señaló bajo el título “Inversión en obras menores” una obra nada faraónica: recambio de pupitres en los anfiteatros A, B, C y D por un costo que araña los $250 mil (expte 18.088/13) y la red eléctrica para los mismos con una erogación de $290 mil (expte.18.161/12). Además, figura la re funcionalización del consejo directivo de Ciencias Económicas (facultad de la que proviene Víctor Claros) por $200 mil pesos (expte 18.126/11) y la remodelación del 2º piso del edificio de rectorado (piso que ocupa Víctor Claros) por una cifra de $585 mil (expte 18.111/12). Eso sí, el presupuesto preveía las bondades del rector: construcción de dos aulas en la sede de Rosario de la Frontera y la remodelación de un laboratorio de perforaciones en Tartagal.