En el Hospital Oñativia pasan cosas raras: entre ellas, que su Gerente, como un mal DT, saca de la cancha a sus mejores profesionales. Los intereses creados, arbitrariedades y malas decisiones son los motivos del servicio, cada vez más deteriorado y de segundo nivel, que brinda el nosocomio. (DOM)

Cuando el Gerente General del Hospital Oñativia, Marcelo Nallar, te persigue, la cosa va en serio. No le importa que en el transcurso hunda su hospital: su persecución sigue y sigue: es como el conejo de duracell de la venganza.

Su última víctima ha sido uno de los mayores especialistas del mundo en tiroides, Héctor Rubén Harach. Cuarto Poder difundió, semanas atrás, una carta del especialista en Anatomía patológica en la que se detalló cómo se orquestó su alejamiento del  nosocomio en el que se desempeñó cuando el hombre que le dio el nombre al hospital (y, sobre todo, su razón de ser) lo mandó llamar a Europa para que volviera y brindara sus conocimientos a los salteños implantando en aquel tiempo la técnica de punción de tiroides. Esto disminuyó dramáticamente el número de operaciones de tiroides con consecuente beneficio para los pacientes y el sistema de salud de la provincia.

Así fue como Nallar de deshizo de Harach: como este profesional solía, al terminar su trabajo en el área de patología, se iba a la oficina de al lado. En ese momento, en el que no estaba en el Sector Patología, enviaron el control volante y no lo encontraron aunque sí estaba dentro de las instalaciones. Nallar hizo constar que el médico estaba ausente de la institución (pese a que ahí se encontraba).

La sanción ante la falta que Harach no cometió debería ser, según reglamento, una suspensión de 3 días, con la realización de un sumario para que alguien más pueda juzgar el incidente. Esto pasó el 15 de agosto. Pero la sanción, en vez de durar 3 días, ya lleva más de tres meses.

Además de quedarse sin goce de haberes, Harach también perdió su obra social: esto lo descubrió hace un mes, cuando su esposa necesitaba un medicamento y no fue cubierto por el IPS.

Harach recuerda, ahora, otro incidente: Harach ya estaba en su casa, “sancionado” cuando sonó el teléfono: la Gerente de Atención a las Personas (en acuerdo con el Jefe de Programa de Cirugía) del Hospital que él mismo gerencia, llamó para pedirle que realizara una biopsia por congelación para una paciente porque no estaba el otro patólogo. Así planifican en el Oñativia: se habían quedado sin profesional. Harach fue, bajo riesgo de ser sancionado, e hizo su trabajo. Lo terminó haciendo gratis porque el hospital no se lo quiso pagar.

Adhesiones

Harach no está solo. La asociación de Profesionales del Hospital envió una carta de lector en la que se manifiesta el apoyo a todos los profesionales que fueron perjudicados en los últimos seis años con sanciones y/o sumarios, o distintas formas de hostigación, “viéndose obligados a solicitar carpetas médicas, a presentar sus renuncias, o continuar trabajando en condiciones indignas de indefensión, toda vez que quienes podrían y deberían tomar cartas en los hechos acaecidos, hacen oídos sordos y miran para otro lado, convirtiéndose en cómplices obligados de tales situaciones.”

“Así como el Dr. Harach, otros colegas del mencionado nosocomio fueron agraviados tanto en su rol profesional como en su persona. Muchos de ellos, realizaron las denuncias pertinentes en contra de las autoridades sin que ello logre despertar un poco de conciencias y/o sentido común en éstos”, dice la misiva firmada por Mónica Naser, secretaria de APS.

Harach no está solo porque las víctimas del despotismo de Nallar son muchas. La historia no termina acá. Seguirá en la justicia y si el juez falla bien, Harach volverá.