Los precios de la canasta alimentaria se disparan astronómicamente. Las miradas apuntaron a los grandes proveedores, especialmente el neurálgico mercado Cofruthos, que hasta llegó a duplicar sus precios en varios productos. ¿Hay escasez? ¿Quién puede soportar las remarcaciones en frutas?
En los relativamente pequeños pero importantes contingentes que salen del mercado Cofruthos se puede ver cara de fastidio. Algunos se abastecen allí intentando pasar la mayor cantidad de días sin salir de sus casas y otros (la mayoría) son dueños de un almacén de barrio.
Rápido y al pasar, doña Julia de Barrio Don Emilio nos denuncia que los precios ya no son los del 6 de marzo, fecha en la que supuestamente se congelaban los valores. Otros almaceneros dicen que consiguieron la bolsa de papa a 550 pesos y que antes estaba a la mitad, lo mismo que la zanahoria.
Las redes sociales se llenaron de reclamos en tal sentido, sobre todo la página del mentado mercado. Sin embargo, los precios suben y no bajan. El actual presidente de la cooperativa, Enrique Vega, no accedió por problemas de agenda a responder nuestras preguntas, pero deslizó en otros medios que se trataría de un problema de aumento de demanda contra una oferta que decae.
Al parecer, la mano invisible del mercado sería la responsable de esta situación: problemas de comunicación y flete con el sur del país, de donde llega mucha de la producción, explicarían un bajo y lento suministro que se traduce en la escasa oferta y el consecuente aumento de precios. Sin embargo, desde el gobierno dicen que no se está restringiendo la entrada de camiones con alimentos.
Por otro lado, la verdura producida en Salta también ha aumentado su precio, mientras que la cebolla, que está a 20 pesos el kilo en el mayorista, en los barrios está siendo vendida a $60 para arriba.
Es cierto que, a diferencia de un paquete de arroz o cualquier otro tipo de mercadería, un tomate o una manzana, al ser mucho más efímeros, tienen precios más volátiles. Pero es claro también que acá algo huele mal y no es precisamente la verdura. La lechuga pasó de 20 a 50 pesos en los barrios y así todo lo que uno repase.
Por su parte, ni la municipalidad ni Defensa del Consumidor estuvieron rápidos de reflejos para controlar la situación y para garantizar la cantidad regular de alimentos. Con la comida no se juega -habría que recordarles a los comerciantes y gobernantes- y menos en los momentos más difíciles de los últimos años.
Una llamada telefónicas a los principales responsables no vendría mal y lógicamente que los precios sean informados todos los días.