JERSON DE CECCO

Para Sergio “bingo” Chibán, donde hay una actividad deportiva, hay un negocio. En Castañares denuncian que un club de voleibol que contiene a decenas de jóvenes fue apartado de sus instalaciones para acomodar a los amigos del funcionario y presidente de la Liga. En el predio, que ahora se alquila los fines de semana, funciona un club paralelo con los mismos colores de su antecesor.
La República de Castañares cuenta con un separatista y es nada menos que el secretario de Deportes de la provincia y presidente de la Liga Salteña de Fútbol, Sergio Chibán. Al menos así lo entienden los vecinos de la barriada que en los últimos años fueron testigos del desalojo paulatino del Complejo Castañares Voleibol Club, una institución que cumplió 40 años de existencia en mayo de este año y que contiene a decenas de jóvenes de la zona norte.
En su lugar, el dirigente en situación de funcionario designó a sus allegados, que ahora trabajan para una institución paralela con un nombre casi idéntico, pero con diferente personería:
el club Castañares. Ellos son los hermanos Ramón y Federico Apaza, ex jugadores de Central Norte y personas cercanas al secretario de Deportes. Este último sonó como reemplazante de Josefina Chávez Díaz en la Secretaría municipal de Deportes durante el último tramo de la gestión bettinista.
La llegada de los hermanos significó un cambio rotundo para el funcionamiento y la identidad del club. Progresivamente, los entrenamientos de voley acortaron sus horarios disponibles y se introdujeron nuevas disciplinas de manera intempestiva. Para ganar espacio, los nuevos encargados convocaron a alumnos de otras barriadas y que incluso formaban parte de otros clubes.
Así, los niños y jóvenes que participaban de las actividades del Complejo Castañares Voleibol Club, pasaron de entrenar en las instalaciones del predio a hacerlo en la plaza del barrio. Todo, según denuncian, por disposición de Chibán.
Hasta 80 personas por turno llegaron a entrenar en el complejo antes de la irrupción de Chibán. Tras la llegada de los Apaza, las clases fueron reemplazadas subrepticiamente por
entrenamientos de boxeo y hockey. Según cuenta el responsable del complejo, Jorge Guanca, la usurpación no fue para nada amistosa. Una tarde, un grupo de personas que practicaba boxeo llegó para retirar los postes de voley y dar aviso que en ese horario ya no se practicará la disciplina original del club. Durante siete meses, los jóvenes del barrio debieron practicar en la plaza ubicada justo al frente de las instalaciones, mientras el complejo se encontraba casi vacío. Así y todo, los hermanos Apaza se encargaron de cobrar ellos mismos la cuota mensual a los alumnos del Complejo Castañares Voleibol Club.

La historia
El club de zona norte cumplió el mes pasado 40 años de existencia (1984-2024). Durante mucho tiempo funcionó en las instalaciones de la UNSa y recién a finales de los 90´s, durante la gobernación de Juan Carlos Romero, pudo contar con un predio (piso de cemento y techo de chapa). El secretario de Deportes, por entonces, era Carmelo Di Pietro y la titularidad del inmueble estuvo siempre a nombre del Instituto Provincial de la Vivienda (IPV).
A lo largo de los años, el complejo funcionó como una institución con un marcado fin social y comunitario, sin fines de lucro y orientado a la contención de jóvenes y adultos. En 2006 fue declarado de interés provincial por su labor en la inclusión deportiva y social.
Durante ese período, el predio fue entregado en comodato a diferentes personas, a pesar de que Guanca y otros vecinos habían solicitado en reiteradas oportunidades tomar las
riendas del club. Por casi 10 años estuvo en manos de Javier Márquez, quien terminó removido tras un caso de acoso sexual que involucró a uno de los profesores a su cargo. Al parecer, Márquez jamás habría avisado del hecho a la Secretaría de Deportes a pesar de la gravedad de la denuncia. Por esos años surgieron los primeros conflictos y disputas por el uso del complejo.
Fue entonces que desde la cartera de Deportes designaron a Javier Luna, profesor de zumba, al frente del complejo. Según relata Guanca, los tratos de Luna hacia profesores y
personal del club eran deplorables. Insultos, maltratos y hasta invitaciones a pelear fueron moneda corriente durante su gestión. Los entrenamientos de última hora se convirtieron en
extensas jornadas de ingesta de bebidas y los encuentros de voley estaban mediados por apuestas, enfrentamientos y hasta personas detenidas. El rechazo de los vecinos era casi
absoluto.

Llegan los Apaza
Guanca llevó el reclamo de los vecinos al despacho de Sergio Chibán, quien dispuso el desembarco de los hermanos cuervos. Las inferiores, por otro lado, quedarían a cargo de
Guanca,según prometió el secretario de Deportes. Esto nunca ocurrió.
Los Apaza dejaron el barrio hace más de 20 años, pero eso no fue impedimento alguno para su llegada. Uno de ellos incluso reconoció a un medio que nunca le interesó comandar el club, pero que desde la Secretaría prometieron tramitar fondos de Nación, lo que aparentemente lo hizo cambiar de opinión. Todo negocio, ningún compromiso deportivo.
Para terminar de apropiarse del complejo, los Apaza renombraron Club Castañares a la institución y utilizan los mismos colores (verde y rojo) que sus antecesores. “Los chicos se
confunden. Eso generó una gran discordia en el barrio”, aporta Guanca. En sus comienzos, llegaron a movilizar jóvenes de otro club (Olimpo de Miguel Ortiz) hasta Castañares. Desde
entonces, según denunciaron los vecinos, monopolizan el uso del predio para sus intereses y hasta alquilan sus instalaciones los sábados y domingos para competencias barriales.

Todo entre amigos

Jorge Guanca junto a otros vecinos intentaron sin éxito tener el apoyo de la Asociación Salteña de Voley. Los motivos del desplante resultan obvios: Su presidente, Leandro Etchezar, es también presidente interino del Club Atlético Central Norte, desde donde tejió estrechos vínculos con los Apaza. Además, es Protesorero de la Federación de Voleibol Argentina (FEVA) y Secretario Nacional de Minivoley, dentro de la misma institución.
Desde ninguno de sus múltiples cargos tiró un sólo centro (o un servicio) a sus colegas del barrio de zona norte. “Hicimos una tribuna, ampliamos la superficie de pisos, arreglamos
luces y pintamos los baños, hicimos rellenos y nivelación del predio, etc. Tenemos personería Jurídica y aportamos muchas jugadoras al seleccionado salteño”, destacó Guanca.