Dos mil personas marcharon de la Legislatura hacia la Plaza 9 de Julio para pedir justicia, recordar al fiscal Nisman y mostrarse en contra del gobierno nacional. Referentes de la oposición y ciudadanos de Salta dan a conocer sus razones para apoyar esta causa y no dar pelota a las muertes provinciales.

A las 18 del miércoles 18, la calle Mitre, entre Rivadavia y Leguizamón, a la altura de la Legislatura y la Plaza Güemes, está cortada. Allí se concentran unas doscientas personas con banderas argentinas. Otras sostienen carteles con distintas consignas: contra Cristina Fernández de Kirchner, a favor de “la verdad”, “la justicia” y recordando a Natalio Alberto Nisman, el fallecido fiscal con nombre de canción de Sui Generis que hasta la segunda semana de enero era un completo desconocido para la sociedad argentina y hoy es un emblema de la protesta contra el gobierno nacional.
Se percibe una muchedumbre bien alimentada, de a vos no te va tan mal gringuito. Muchos ojos claros y chomba marca Polo metida adentro del pantalón pinzado color pastel. También camisetas de la selección. De las oriyinals, que hoy en Mercado Libre andan por los 800 mangos. También hay carteles Yo soy Nisman, la readaptación argenta del Je Suis Charlie. ¿Cuál hubiese sido el slogan de esta protesta si diez días antes de la muerte del fiscal no se hubiese producido la tragedia parisina que indignó al mundo occidental que siempre se entera de lo que pasa a través de corporaciones mediáticas dominadas por millonarios?
A las 18.15, con puntualidad poco salteña, comienza la Marcha del Silencio versión local. Apaguen sus celulares. Ya son 600 los que caminan por Mitre con dirección a la Plaza 9 de Julio. Nadie canta consignas de ningún tipo, sólo baten palmas y hablan entre ellos. El vendedor de banderas argentinas entrega el producto por cincuenta pesos. Hay mayoría de gente de la tercera edad. Siguen los treintañeros y cuarentones jóvenes. Pocos adolescentes y veinteañeros.
Algunos carteles dicen “Queremos una República con justicia”, “Gracias por sacar las caretas. Toda mentira tiene patas cortas”.
Otro dice “Silencio a gritos por mi patria y Nisman”. Lo sostiene un hombre que no quiere decir cómo se llama. Explica que esta marcha es “en honor a alguien que ha llevado adelante una causa y que ha logrado dejar imputada a la Presidenta”. “Esta marcha es en honor a él y para apoyar la independencia de los tres poderes”, agrega. Y sigue: “Como argentinos necesitamos que cada uno trabaje de manera independiente”.
El hombre dice que no marcha en otras manifestaciones que se realizan en la ciudad, como la de los viernes, impulsada por la Comisión de Familiares de Víctimas de la Impunidad. Argumenta que no se siente muy identificado con esa clásica vuelta a la plaza que ya lleva más de 200 ediciones ininterrumpidas. Además, reconoce que el salteño no es muy habitué de la protesta social. “El salteño no participa en muchas cosas, como lo de las peatonales. No hicimos nada por nuestra Salta”, dice.
Alfredo Olmedo, el compañero de fórmula de Juan Carlos Romero camina tranquilo por el medio de la calle. Dice que marcha porque quiere “un país libre, con justicia, con independencia de poderes”. Cuando se le pregunta por otras causas locales que no tienen tanta fuerza mediática, asegura que “la impunidad y las muertes a nivel provincial también son temas muy serios”.
Liliana Mazzone, la diputada que también es prima de Chicho, el ex intendente de El Bordo destituido por barrilete cósmico, camina junto a Olmedo. “Estamos marchando por verdad, justicia y memoria para Nisman y todas las muertes no esclarecidas a lo largo y a lo ancho del país”, cuenta. Explica la gran cantidad de manifestantes asegurando que “esto ha sido un cimbronazo para toda Argentina”. Dice que a la gente de la marcha de los viernes ella los ha acompañado y les da su apoyo pero no va para no politizar la marcha. En cambio, cree que su presencia en esta marcha no es hacer política. “No venimos con ningún cartel”, sostiene. Respecto a la supuesta contradicción que existe en marchar pidiendo justicia y pertenecer al romerismo, que tiene un líder denunciado, Mazzone expresa: “Juan Carlos Romero es víctima de armado de causas judiciales. Y fíjese que el poder de Salta no está acá, porque es manejado por Urtubey. (El procurador general, Pablo) López Viñals no está marchando”.
Por ahí anda Bernardo Biella, el diputado nacional que también es médico y se deja ver con su ambo laboral. Juan Carlos Romero no está, dicen que marcha en Buenos Aires. Pero su hija y su esposa sí dicen presente, enarboladas con banderas argentinas. José María Farizano, de la UCR, va más adelante y dice que todos sus compañeros están acompañando. Aroldo Tonini, el ex concejal que quería matar palomas, que cree que la homosexualidad es una enfermedad y que marchó en contra del Encuentro Nacional de Mujeres, no podía faltar. No hay que confundirse a la hora de observar: esto es una manifestación opositora.
A medida que avanza, la marcha se va haciendo más grande. Contrasta con los transpirados que hacen la cola para cargar la tarjeta de SAETA. Cuando llega a la Plaza 9 de Julio, está formada por dos cuadras de gente. Ya hay dos mil personas.
Belda Zenteno, una ex docente que realiza una columna diaria en el programa Murishow, de Radio Salta, sostiene un cartel de su autoría que reza: “Nos regaló el silencio. Aquí estamos, tenemos mucho que decir”. “Lo escribí yo, porque mi arte es escribir –cuenta-. Tenemos muchas cosas lamentables que decir. Este gobierno, que se siente representante de los derechos humanos, no tiene piedra libre para menoscabar la institución republicana, que es la que fortalece la democracia y al país”. Belda dice que marchó en otras oportunidades, como en el caso del enfrentamiento con el campo, en 2008. A la de los viernes, fue “dos o tres veces”. Y considera como una buena señal que el sector judicial, tan denostado históricamente, sea el que convoque a la marcha: “Quiere decir que están despertando de un largo letargo de obsecuencia, silencio y cobardía. Esto es saludable”.
Durante la marcha, los presentes no cantaron, sólo batieron palmas. Los hits recién aparecen en la plaza, al mejor estilo show gratuito. Pero la Iglesia esta vez no protesta porque suenen canciones frente a su puerta. El Himno Nacional y el Himno del Señor del Milagro son entonados con distintos grados de adhesión y afinación.
Una pareja adulta cuenta que está acá por apoyo y por duelo a Nisman. Para que cambien las condiciones jurídicas de Argentina. Reconocen que hasta el mes pasado no conocían al fiscal y que la denuncia les parece “escalofriante”. Explican que anteriormente asistieron a “otras marchas en repudio al gobierno” y que no concurren a las manifestaciones de causas provinciales porque no se enteran de su realización.
Daniel y una chica que camina junto a él son bichos raros en este mundo de aparente clase alta, moralidad y buenas costumbres. Están cubiertos por tatuajes, él tiene rastas. Son un error en la matrix. Daniel cuenta que marchan porque están “cansados de corrupción, de estar en un país que alimenta la pobreza”. “Tenemos una juventud que no tiene derecho a nada. Solamente derecho a planes. No hay futuro para los chicos. Somos un país riquísimo y estamos desperdiciados”, sigue. Su aspecto no es importante para él: “Nosotros seremos raros pero somos personas que queremos trabajar por un futuro mejor. Una corbata no te hace mejor persona que nadie. Trabajamos de 8 a 22 todos los días, queremos ser libres y ganarnos el futuro con nuestro esfuerzo”, dice.
Respecto al apoyo a otras causas, como la de la Comisión de Familiares, Daniel dice: “Sabemos sobre eso porque uno está siempre de las noticias. Pero bueno, también hay que trabajar todo el día. Tenemos que pagar nuestro alquiler”. Y cierra: “El salteño salió hoy, como salió por la causa rural. Para que el salteño salga es porque fue demasiado, pasaron los límites”.
Una mini encuesta al azar entre los presentes arroja preferencias electorales por Romero y Olmedo, Miguel Nanni y “el PRO”. Otros prefieren no opinar porque esta es una manifestación “no política”.
Algunas frases que retumban en la zona de Mitre y España, oídas al pasar, son: “Hicieron una contramarcha, pero no hubo choripán y Coca”. “Que cumpla su mandato como debe ser, pero no va a ir presa, va a pasar como con Menem”. “Gracias a Nisman la gente mira con otros ojos”.
Frente a la catedral está María, una señora que tiene el cartel de Yo soy Nisman enganchado en su ropa, a la altura del corazón. Está acompañado por un hombre de unos treinta años, a todas luces su hijo, que está vestido con la camiseta de la selección. María acepta la entrevista y opina que “este populismo que desgobierna ha violado la República una vez más”. Asegura que la gran convocatoria “da una medida de la indignación que está provocando una vez más este desgobierno de discordia”. Cuando se le pregunta por su opinión sobre el accionar del gobierno provincial y la Justicia local, dice: “Esta marcha es por el gobierno nacional, así que nos remitamos a eso”. Respecto a las contradicciones ya establecidas entre los convocantes de la marcha, los asistentes y sus causas judiciales, María dice que “siempre hay cuestiones pendientes, cosas mal hechas y siempre se puede mejorar”. Reconoce que no lo conocía a Nisman antes de los hechos de enero. “Sabía que estaba a cargo de la AMIA pero no conocía su imagen. Era un hombre reservado”, finaliza.
A las siete de la tarde la cosa ya está más o menos cocinada. Los manifestantes siguen copando las calles que rodean la plaza, vuelven a cantar el Himno y se autoaplauden. Se palmean la espalda y empiezan a desconcentrar. A medida que caminan para los distintos puntos de la ciudad se cruzan con gente que no participó de la manifestación. La mayoría de ésos compró la camiseta de la selección en otro lado.