Concluyó la segunda semana del juicio en la causa seguida por el homicidio de Jimena Beatriz Salas, la joven madre asesinada en su vivienda de Vaqueros. (N d R)

Las audiencias según lo planeado, se extenderían hasta el 21 de mayo debido a la comparecencia de más de 100 testigos con los que se intenta llevar un poco de luz a la causa en la que la investigación penal inicial careció de los más elementales parámetros tendientes a encontrar a los asesinos.

 

Nicolás Cajal Gauffin (viudo) y Sergio Horacio Vargas (albañil) fueron imputados por el hecho sucedido el 27 de enero de 2017, cuando se encontró el cuerpo sin vida de Jimena Salas en el piso de la cocina comedor de su vivienda, ubicada en la localidad de Vaqueros. A medida que transcurre el juicio, es más evidente la actuación en consonancia de ambas defensas. Tanto Pedro Arancibia (abogado del viudo) como Luciano Romano (abogado del albañil), han procurado en su corta carrera judicial, hacerse conocidos en el ámbito local por intervenir en casos resonantes y mediáticos como la causa Peñalba, o del “cochero” Lautaro Teruel. Alrededor del Estudio Arancibia, gira un montaje de prensa que se encarga de redactar su propia versión de lo que va aconteciendo en las distintas jornadas, además de contratación privada de la correspondiente difusión en medios de comunicación. Y así como en el crimen de Salas, la duda apunta a un móvil económico, en este caso queda flotando en el aire ¿quién se hace cargo de los costos de abogados para ambas defensas, tratándose por un lado, de un “humilde albañil o vendedor ambulante”, y por otro, de un gerente de comercio que según el mismo alega, tuvo que regresar a vivir al escenario del asesinato de su pareja, no por insensibilidad, sino porque no tenía posibilidades económicas de mantener dos viviendas?

 

La casa amarilla

 

Entre los testigos citados esta semana, declaró quien tuvo a su cargo la realización de tres informes económico financieros: uno de Nicolás Cajal Gauffín, otro de una mujer que reconoció tener una relación extramatrimonial íntima con él y, de la madre de Jimena Salas. El profesional determinó que no se detectaron incrementos injustificados en el patrimonio de ninguna de las tres personas investigadas. Cabe destacar que ya para abril de 2015 Cajal dejó de percibir dinero por el crédito Procrear, único préstamo registrado, con lo cual se descarta la posibilidad de que el supuesto intento de robo haya sido sobre alguna suma relacionada que pudo haber tenido guardada.

Luego fue el turno de la declaración de una docente, quien señaló que el 23 de enero de 2017 (cuatro días antes del asesinato) se encontraba en Vaqueros, cuidando la casa de una amiga que había salido de vacaciones. Ese día, llegó a la vivienda un sujeto con un caniche gris, preguntando si conocían al propietario de la mascota. Ella al igual que posteriormente lo hizo Jimena Salas, se ofreció a sacarle unas fotos al animal para compartirlas en la red vecinal de Vaqueros. El hombre accedió. La docente incluso lo hizo pasar a la parte delantera de la casa para tomarle las fotos a la mascota. También refirió que llegó a ofrecerle quedarse con el animal, para que él pudiera ir a trabajar, pero el sujeto finalmente se lo llevó. Por la noche, la docente envió un SMS al número que le había dejado el sujeto, pero nunca le respondieron: «me dio un número que no parecia de celular, era más como un número fijo.., le agregué un 15, no sé si era un numero falso, no sé si llegó ese mensaje pero no recibí nada como respuesta”- señaló.La propietaria de la vivienda, que también declaró marcó llamativas coincidencias con Jimena Salas: ambas fueron al mismo colegio, eran comunicadoras sociales, tenían hijas de una edad similar, y sus viviendas eran de color amarillo.

 

Vargas: pasado violento, portación de armas y sospechosos fajos de dinero

Entre los testigos, un oficial de la Unidad de Investigaciones Especiales del CIF, hizo referencia a una visita que realizó al domicilio del imputado Sergio Vargas en barrio San Benito. La suegra del acusado, le manifestó que Vargas no era vendedor ambulante y que no hacía nada. Le dijo que se dedicaba a tomar bebidas alcohólicas y a cuidar un lote donde se habían asentado, en barrio San Calixto. Relató que la mujer hizo referencia a unas sandalias que había comprado en Jujuy, para regalárselas a sus nietas, no para venderlas.¿Serán estas las sandalias que usó Vargas para ofrecer a los vecinos del barrio San Nicolás?

Por su parte, laexconcubina de Vargasdeclaró que se separó en 2011 o 2012, por problemas de violencia, el imputado tenía una perimetral que le impedía acercarse a ella. Refirió que una vez la quiso ahorcar y sacó un cuchillo hechizo con el que la amenazó, diciéndole que se iba a ir a Buenos Aires con el hijo que tenían en común. Le advirtió que conocía gente que podía hacerle un DNI falso. Contó que cuando conoció a Vargas trabajaba de gasista, después nunca más le aclaró a qué se dedicaba y siempre le mintió. Precisó que en ningún momento lo vio hacer artesanías y no supo que él tuviera un puesto en algún mercado. Aclaró que algunos familiares suyos le comentaron que lo habían visto vendiendo medias en la peatonal. Dijo que Vargas siempre llevaba un bolsito con ropa y un arma blanca. También refirió que le encontró varios chips de celular. La mujer indicó que a veces veía a Vargas con mucho dinero, pero a ella nunca le dejaba nada.

Pero quien realmente complicó a Vargas, hasta ahora sostenido por la defensa como un “humilde vendedor ambulante”, fue el hijo de su ex concubina, quien precisó que Vargas fue pareja de su madre y que tuvieron un hijo en común. Recordó un episodio ocurrido en casa de Vargas, cuando ya vivía con su nueva pareja. Manifestó que vio al acusado manipular fajos de dinero que había sacado de una mochila negra, algo vieja, y que al preguntarle de dónde provenía ese dinero, el imputado le dijo que era producto de un robo.

Otra ex pareja de Vargas señaló que mientras estuvo con él, le manifestaba que trabajaba en la Serenísima. Contó que en una discusión Vargas tomó un cuchillo y se interpuso entre la declarante y la puerta de salida y le dijo “seguí jodiendo y te voy a matar…” Ese día le sustrajo joyas y especialmente desaparecieron cuchillos.

Al declarar un perito de la Unidad Especial de Investigación del CIF hizo referencia a una serie de informes obtenidos del análisis de las líneas telefónicas de Vargas. Refirió que el imputado tenía varias líneas de la empresa Personal a su nombre. Esto fue corroborado por la empresa Facebook, aplicación donde Vargas se creó perfiles utilizando estas líneas.El perito precisó que del análisis integral de los datos obtenidos se puede concluir que existe un patrón destinado a evitar la ubicación telefónica en un lugar, debido a que la línea de Vargas pierde operatividad durante toda la mañana del 27 de enero de 2017. Indicó también que se detectó un vacío de actividad de 8 a 15. La línea se vuelve a activar en una antena ubicada en zona sur, cerca de barrio San Benito.Sobre la utilización de la línea en la zona de Vaqueros, precisó que se registró un solo impacto en una antena de la zona, el 4 de enero de 2017, a las 14.42.

 

Se cae la coartada

La nota de la semana la dio la declaración de un albañil que conoce a Vargas y manifestó que ese día entre las 10 y 14 horas estuvieron juntos en una obra en Vaqueros tomando vino y conversando. Fue entonces que el fiscal interviniente solicitó la detención del testigo por contradicciones con otras versiones, ya que los vecinos de San Nicolas, los registros de Saeta, de telefonía, y hasta la propia declaración de Vargas, lo sitúan en ese barrio, y no en una obra alejada del lugar. La medida solicitada por el fiscal, fue rechazado por el Tribunal. En ese sentido, la parte acusadora solicitó que, sin perjuicio de lo resuelto, se corra vista al fiscal de turno, ante la posible comisión del delito de falso testimonio ya que las declaraciones del amigo de Vargas llevan a la conclusión que el testigo está faltando a la verdad. Y es que fue el mismo Vargas quien usa la reunión como coartada en su propia declaración, pero la reunión habría ocurrido otro día.

 

Familiares: creían que lo conocía, pero no tanto

En la semana también declararon un primo hermano de Cajal Gauffín y su esposa. Sostuvieron que el imputado tenía una relación normal con Jimena Salas, como cualquier pareja. Y que nunca presenciaron ninguna discusión o escena conflictiva entre ambos. Al ser consultados, aclararon que se enteraron de las relaciones extramatrimoniales de su familiar, por detalles que se ventilar el fin de semana en los medios de comunicación. Consultados acerca del destino del cuerpo de Jimena, afirmaron que se enteraron de la cremación cuando ya había sucedido, y que no sabían que había sucedido con las cenizas. Tampoco tuvieron conocimiento nunca sobre la existencia de un seguro de vida por cobrar. Contaron que después del homicidio, los primeros días el viudo estuvo en la casa de la madre de Jimena, y después les pidió si podía ir a su casa de Quijano, uso 15 o 20 días. El matrimonio habló de una modificación de uno de los muebles en la cocina de la vivienda, que se cambió de lugar en el mismo ambiente, y cómo ambos se encargaron de lijaron las paredes y pintar, ya que habían manchas de sangre en la casa. Hubo disidencias respecto a la cantidad de líneas telefónicas que manejaba Cajal Gauffín. Sobre la secuelas del asesinato en las niñas, la testigo afirmó que mientras convivieron, una de ellas jugaba con muñecos simulando el asesinato de su mamá, hablaba del “señor malo” o el “hombre malo» y contaba cómo la había empujado, apuñalado a su mamá. Comentaba que el hombre las había encerrado en el baño y la había golpeado a su hermana contra la mesa.

No pasó desapercibido el dato de un sujeto que se contactó con ellos, aduciendo tener indicios de los posibles autores del homicidio. Ambos señalaron que les llamó la atención que la información que les acercaba este hombre, al viudo no le interesaba, que les llamó la atención la frialdad y desinterés (de Cajal) sobre esta nueva pista.

 

Intentó cobrar el seguro de vida

Dos abogados declararon durante la semana en relación a una mediación suscitada entre Cajal Gauffín y una empresa de seguros, por el cobro de un seguro de vida. Una de ellas señaló que la negociación cayó porque no estaban dadas las condiciones de la póliza del seguro. La contratación, tenía una cláusula de que en caso de fallecimiento, si era provocado, no se iba a pagar hasta que hubieran determinado un responsable, y “salimos a responder que esas condiciones no estaban dadas porque en la investigación no había un imputado. Afirmó que el monto que el viudo pretendía cobrar en ese momento era la suma de $900.000 mil. La otra abogada que declaró en relación al tema, manifestó que asistió a la mediación como un favor que le solicitó la empresa Garbarino y que fue la única vez que asistió a un empleado de la firma.

El apoyo inusitado de la firma para la cual trabaja Cajal Gauffin no escapa a la parte acusatoria, teniendo en cuenta que está no es una práctica habitual de la empresa, como tampoco es habitual que una persona a la cual acaban de asesinar a su pareja, lo primero que atine, es a comunicarse con gerentes de Garbarino en Buenos Aires y Neuquen, y que hayan habido directivas hacia empleados puntuales, según se pudo escuchar en la semana, para que se dirijan al lugar del hecho. Un tema marcado también en el transcurso de la investigación, la curiosidad por la gran presencia de empleados de la firma en el lugar, incluso antes que terminen de llegar la totalidad del personal investigativo y de auxilio.

 

 

El relato de la hija de Jimena

Esta semana también fue el turno de una psicóloga del Ministerio Público, que fue quien tuvo a su cargo el Circuito Cerrado de Televisión (CCTV) de una de las hijas de la víctima. Relató que pudo advertir las dificultades para recabar datos tratándose de una niña de tres años que recién se encontraba aprendiendo las capacidades lingüísticas. Recordó que la niña de la forma en que ella pudo, armaba frases muy cortas, y relató que atravesó un hecho de violencia, comentó que había ingresado una persona al domicilio que había discutido con la madre, era de sexo masculino, le decía “el chico malo”. Señaló que había visto pelear a la mamá y este chico, que tenía un cuchilli, que la encierra en el baño con la hermanita, que estaban encerradas en el baño y que después el papá las salva. También menciona que esta persona tenía un perrito de color marrón, dice que la persona que llegó, llegó con el perrito a upa, manifestando que no lo conocía. Hizo hincapié en varias oportunidades en que la lastimó a la mamá, refieriendo síntomas típicos de estrés postraumático.

 

Los primeros fiscales no pondrán la cara

Los fiscales Rodrigo Miralpeix y Pablo Paz, fueron citados como testigos en la causa. Sobre ellos está la mira debido a las innumerables deficiencias investigativas desde el momento del homicidio y que provocaron que la causa prácticamente cayera en punto muerto. El no haber investigado al viudo y seguir su propia versión de que el asesinato fue producto de un robo, el no haber secuestrado el automóvil en el que llegó y posteriormente partió Cajal Gauffin, el haber autorizado la rápida cremación del cuerpo de Jimena Salas, la entrega de la vivienda a pocos días del hecho, en definitiva, la desaparición de cualquier indicio que podía dar con los asesinos de la mujer y conocer los motivos de tan cruento acto, quedan sobre sus espaldas. De todas formas, haciendo uso de las facultades que les confiere el artículo 327 del Código Procesal Penal, decidieron no dar la cara, y presentar por escrito sus declaraciones. Mientras tanto, está previsto que el juicio finalice ente el viernes 21 y el miércoles 26 de mayo.

Jimena Beatriz Salas de 44 años, ama de casa y madre de dos hijas mellizas de tres años, fue asesinada con un arma blanca en su domicilio, en la localidad de Vaqueros, el 27 de enero de 2017.El cadáver, según los informes policiales, fue hallado rodeado de un charco de sangre por su esposo Nicolás Cajal Gauffin, gerente de una conocida casa de electrodomésticos. Existen sospechas por las múltiples heridas, que la mujer habría querido defenderse. La escena del crimen se presentaba como un lugar donde existió una lucha. Las hijas de la pareja presenciaron el ataque y luego fueron encerradas en el baño. El otro imputado, Sergio Vargas, está sospechado de haber servido de “campana” a cambio de un pago.