La ex intendenta Bettina Romero se despidió oficialmente del cargo, dejando tras de sí un mensaje de buenos deseos para la nueva administración, encabezada por el flamante intendente Emiliano Durand. Sin embargo, detrás de las palabras cordiales, se esconde una realidad crítica que marca el inicio de la gestión de Durand.

En un post de Instagram, Bettina Romero destacó la «convocatoria» a la alarmante cifra de más de 80 funcionarios de su gobierno para asumir nuevos desafíos:

Hoy en la ceremonia de traspaso de mando haciendo la entrega del bastón municipal.

Les deseamos el mejor de los éxitos a la nueva administración que comienza a gobernar la ciudad de Salta.

Una mención especial para los funcionarios de mi gobierno, que hoy han sido convocados para un nuevo e importante desafío. Son más de 80 los funcionarios que seguirán dándolo todo por la ciudad. Éxitos @jmedurand

En la arena política, es lamentable observar cómo la lealtad partidaria a menudo se traduce en la designación de funcionarios acomodados en cargos públicos, creando una carga para las administraciones futuras. Este acto, lejos de promover la eficiencia y la meritocracia, socava los principios fundamentales de una gestión pública equitativa y responsable.

Al dejar estratégicamente ubicados a aquellos que han demostrado lealtad política, se corre el riesgo de generar una suerte de «herencia política» que va más allá de los límites de la buena gobernanza. Este fenómeno plantea preguntas incómodas sobre la verdadera prioridad: ¿servir al interés público o mantener el control político a toda costa? lo cual de haber sido acordado puede convertirse en un campo minado para la administración de Emiliano Durand.

La práctica de asegurar puestos para los leales políticos no solo distorsiona el concepto de servicio público sino que también impone una carga innecesaria a las nuevas administraciones. La lealtad debería ser hacia los ciudadanos y no exclusivamente hacia un dirigente. Cuando los cargos públicos se convierten en recompensas partidistas, se desdibuja la línea entre el beneficio público y los intereses políticos.

Esta práctica no solo perpetúa una cultura de nepotismo, sino que también coloca una carga financiera y operativa sobre los hombros de las nuevas administraciones. En esta caso el nuevo intendente se encuentran no solo con el desafío de abordar las problemáticas heredadas, sino también con la tarea de desmantelar estructuras que no fueron diseñadas para el bien común, sino para la perpetuación de poder.

Pese a las palabras de Bettina Romero, la transición no parece ser tan fluida como sugiere en su post. Durand, al asumir, reveló una situación económica complicada, con una deuda que supera los 5 mil millones de pesos. A pesar de la esperanza en revertir la situación, las dificultades son evidentes, especialmente en lo que respecta al estado de las calles y plazas, así como al sistema de drenaje de la ciudad.

El nuevo intendente reconoció la herencia difícil y abordó temas críticos que afectan a los salteños, destacando el abandono de la ciudad frente a las emergencias. En este contexto, Durand pidió paciencia a los ciudadanos, aunque reconoció la larga espera de cuatro años. A medida que la nueva gestión asume, se revelan las consecuencias de la administración anterior.

La salida de Romero no estuvo exenta de conflictos, evidenciada por el paro de recolectores de residuos y la consecuente acumulación de basura en las calles de la ciudad. Este problema se suma a una serie de cuestionamientos, incluida la paralización de obras importantes, como las cloacas del barrio Nuestra Señora del Carmen. Durand denunció en un video el estado deteriorado de la Planta Hormigonera, mostrando maquinaria abandonada y falta de insumos, lo que ilustra la desatención de la gestión saliente.

El intendente electo alertó sobre la situación crítica que deja la administración anterior, con maquinaria de más de 30 años en desuso y licitaciones mal gestionadas. Además, destacó la falta de materiales y recursos humanos en la Planta Hormigonera, subrayando la difícil tarea que enfrenta su gobierno para poner en marcha obras indispensables para la ciudad.

En resumen, la transición entre las administraciones de Romero y Durand no solo deja una deuda económica significativa, sino también problemas urgentes que afectan la calidad de vida de los salteños. La pesada herencia, sumados estos 80 funcionarios destacados por la exintendenta y los desafíos evidentes plantean la incógnita de si la nueva gestión podrá revertir la situación y cumplir con las expectativas de una ciudadanía que ha esperado ansiosamente un cambio positivo.