Estudiantes tucumanos de Historia ayudan a una comunidad wichi de Morillo a través de la Cátedra Libre de Historia de los Pueblos Originarios.
“Estamos muy contentos por estar con una cultura viva. Compartir cosas con ellos, aprender con ellos», contó Julio Córdoba, refiriéndose a la comunidad originaria que se ubica en Morillo, en Salta, a 600 kilómetros de Tucumán. Compartimos una entrevista hecha Félix Justiniano Mothe.
Julio Córdoba es alumno de la carrera de Historia de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional de Tucumán. Por una propuesta de la Cátedra Libre de Historia de los Pueblos Originarios a cargo de la profesora Olga Liliana Sulca –que viene trabajando mucho con este tema- surgió la posibilidad del viaje para ir a visitar una comunidad wichi para ver la realidad que estaban viviendo. A esta propuesta se sumaron muchos compañeros de distintas carreras, de Historia, de Trabajo Social, de Comunicación.
“Esto surgió en el mes de enero a raíz de la muerte de un niño por desnutrición en Salta y en la semana siguiente murió el hermano. La profesora se comunicó con la pastora aborigen, Silvia Molina, para preguntar qué podíamos hacer por esta comunidad. Dijo que podíamos llevar donaciones y darles talleres a los jóvenes y a los niños y ahí vimos la realidad porque es una cultura viva y aprendimos muchas cosas”, contó Córdoba a primerafuente.
-¿Qué talleres les daban ustedes?
-Visitamos tres comunidades de las 26 que son. En cada comunidad había entre 60 y 100 niños. Uno de los grupos se encargó de hacerlos jugar el juego de pelota que hacían los mayas. Se juega con todo el cuerpo excepto los pies. Los chicos se entusiasmaron tanto que era imposible controlarlos. Habíamos llevado un aro donde había que introducir la pelota y quien lo lograba, ganaba. Otro taller era “El Hilo de la Historia” que consistía en que dibujaran lo que querían y que con tela les hagan la vestimenta y que le pongan los colores. Nos sorprendieron los dibujos, ¡impresionantes! Un niños de 3 años dibujaba a su abuelo carpintero es increíble verlos como lo hacían.
-¿Qué antecesores tenés?
-Mi bisabuelo era indígena. Tengo sangre indígena y me siento orgulloso.
-¿Siendo aborígenes por qué aparece un apellido español?
-Con el tema de la colonización han venido a imponer apellidos europeos a la gente y de ahí iban quedando.
-¿Cuál es la impresión que te da ese grupo étnico?
-Estamos muy contentos por estar con una cultura viva. Compartir cosas con ellos, aprender con ellos.
-¿Qué aprenden de ellos?
Nos enseñaron palabras en wichi. También nos enseñaron el tema del tiempo, su tiempo, cómo lo manejan, es un tiempo lento. Para ellos el día comienza a las 9 de la mañana, es lento, relajado. No se afligen y nosotros nos teníamos que adaptar.
-¿Dónde está ubicada la comunidad?
-Queda en Morillo, en el departamento Rivadavia en Juan Coronel Solá, en Salta, a 600 kilómetros de acá de Tucumán.
-¿Cuáles son las cosas que podés tomar de ellos?
-Que ellos valoran lo que tienen aunque a nosotros nos parezca poco.
-¿Cuáles son las cosas que crees que necesitan?
-Cariño, afecto porque se ve que no hay una buena relación con los criollos. Son tres comunidades que están en las afueras del barrio de Murillo ahí se ve el tema de las diferencias. La diferencia entre ellos mismos y para con la comunidad, la discriminación, la marginación.
-¿Por qué decís que hay diferencias entre ellos?
Por ejemplo el tema de las tierras o por ahí si recibe una comunidad algo y la otra no, entonces hay choques, enfrentamientos. Cuestiones territoriales porque son desplazados, no porque lo viéramos, sino porque nos lo contaban. También porque los criollos se meten en cuestiones de ellos y se ven invadidos porque quieren imponerles cosas.
-¿Cómo ves la organización social de los wichis?
-Si bien están representados por un cacique, no tienen jerarquías, todos son iguales y tienen participación en todo. El cacique es quien los representa pero dentro de la comunidad pero no lo reconocen como alguien superior. Él está ahí pero es igual que todas las otras personas.
-¿Por qué les llaman matacos?
-Matacos quiere decir cabeza sucia por eso ellos no aceptan la denominación, son wichis. Y creo que esa palabra no se debería utilizar. Son 23 comunidades que tienen su propio dialecto.
-¿La llegada de ustedes es de bienvenida?
-Ellos habían sido informados por la pastora aborigen, los representantes de esta comunidad sabían y estaban de acuerdo. Al principio nos miraban curiosos, tímidos pero después se fueron aproximando de a poco y cuando les explicamos lo que íbamos a hacer, dentro de todo, nos recibieron bastante bien en las distintas comunidades.
-¿Cómo se manejan con el idioma?
-A su idioma los hablan entre ellos y con otras comunidades pero en las escuelas es el problema: porque no se los deja hablar su idioma. Es curioso oírlos hablar en wichi, pero ellos hablan los dos idiomas. Hasta tercer grado hay un maestro bilingüe que los acompaña, pero en la escuela no hay un seguimiento para que ellos escriban su propia lengua. Al principio no nos querían mostrar como escribían; después sí nos mostraban y nos explicaban cómo se pronunciaba. No usan la misma grafía que nosotros, es muy distinto si bien hay palabras prestadas del español tienen otro código. En 1998 se reunieron todas las comunidades para hacer un alfabeto común que es más corto que el nuestro. Hay algunas en español que la incorporan a su lengua. Por ejemplo la letra “g” no existe para ellos y a la palabra gracias ellos la acomodan a su lengua. Otro ejemplo es “paua” que quiere decir pava porque la ve corta no existe entonces la reemplazan por la W. tienen también apóstrofes o tildes. Casi todas las palabras terminan en vocales. La tilde es para que suene más la palabra. Otras veces sirve para separar la vocal de la palabra. Un ejemplo más es ocó, que quiere decir mamá. Y con la tilde se hace una “o” más profunda.
-¿Esta etnia está camino a desaparecer?
-No, la señora Silvia Molina –una tucumana que vive allí- nos decía que cuando ella llegó a trabajar con esta comunidad le dijeron que no debía trabajar con comunidades en extinción pero en realidad entre todas las comunidades hay como 70 u 80.000 personas o sea que creció el grupo y sigue creciendo. Lo que hay que hacer es que no pierdan la lengua ni su cultura.
-¿Cómo es el futuro de ustedes en relación a ellos?
-Es positivo porque ellos muestran interés porque ven que uno los está ayudando y está interactuando con ellos. Nosotros vamos a estudiarlos como si fuera objetos y se dan cuenta que uno va a interactuar a ayudarlos.
-¿Tienen futuro ahí?
-Sí, seguro. No vamos a dejar ahí nomas y que esto quede en la nada.
-¿Qué hacen con lo que recogen de ellos?
Como es un trabajo interdisciplinario al llegar de allá dimos una conferencia y hablamos de qué es lo que nos enseñaron ellos, para difundirlo. Hablamos del tejido del yaguar, de las artesanías en palo santo que hacen, que nos mostraron el proceso de cómo se hacía, el tema de lengua, cómo manejaban ellos los números, el tema de los juegos que ellos tenían con los niños. Vamos a seguir trabajando.