Editorial por Franco Hessling

Tolar Grande reúne entre 250 y 300 habitantes en la zona oeste de Salta, cercana al límite con Chile, en una inhóspita superficie donde la amplitud térmica con clima puneño vuelve las cosas algo complicadas para quienes acostumbran a una vida citadina, con ambientes cerrados que cuentan con la comodidad de producir sus microclimas de la mano de aires acondicionados y calefacciones centralizadas. La vegetación que sobresale son las tolas, unas plantas típicas del altiplano que crece con vigor en medio de la aridez. La hostilidad natural para emplazar una ciudad moderna allí tiene su contraparte: esa tierra está entre los lugares más agraciados del mundo por su dotación de litio, uno de los bienes comunes en pleno auge, que se avizora como reemplazante del petróleo en las próximas décadas y cuya explotación en el lugar viene siendo encarada desde hace poco tiempo por una empresa de capitales franceses, Eramet Lithium, que anunció inversiones que rondan los 350 millones de dólares y, por supuesto, el siempre prometido “desarrollo”. A cambio, la compañía espera extraer unas 20 mil toneladas anuales de carbonato de litio que comercializará en los mercados mundiales e impactará en cuentas de bancos que operen en paraísos fiscales, lejos de Salta y aun de Argentina.

No se sabe si por una desconocida afición botánica a las tolas o si por una mezquina posición para aprovechar personalmente los negocios de los capitales extranjeros con el litio de los salares Centenario y Ratones, el exministro de Economía y jefe de Gabinete de la Provincia, Carlos Teófilo Parodi, declaró esta semana que Tolar Grande sería el lugar de Salta que elegiría si tuviera que nombrar alguno, según consigna la información adosada a una extensa entrevista que el kirchnerista Página 12 publicó con el salteño.

“Es contador y licenciado en administración de empresas y si tiene que elegir un lugar de su provincia se queda con Tolar Grande”, apunta el medio gráfico del Grupo Octubre, que tiene entre sus principales inversores a Víctor Santa María, dirigente del Partido Justicialista de la Capital Federal y del Sindicato Único de Trabajadores de Edificios de Renta y Horizontal. El apremio económico de sobrellevar un grupo mediático opositor al oficialismo nacional habilita espacios que si no son patrocinados pegan en el palo, como la sustanciosa entrevista al ignoto Parodi, que aprovechó ese anonimato para promocionarse como un progresista que pretende introducir la educación sexual en las escuelas.

El jueves último, Parodi se ganó planas en el diario de circulación nacional con la siguiente cita directa, que hizo las veces de título: “El 80% de los chicos pidió tener más contenidos de educación sexual”. En el copete se lo presenta como miembro preeminente de la fundación Imagina Salta, y en las primeras respuestas se explaya sobre su más reciente vuelco demagógico: “Pretendemos que la educación sexual con perspectiva de género tenga un lugar específico en la escuela”, el espacio vacante que habría dejado la asignatura Religión, que, hasta el año pasado —antes del fallo de la Corte Suprema de Justicia de la Nación prohibiéndola— se dictaba en las escuelas públicas salteñas. Parodi critica la Ley de Educación Sexual Integral (ESI), considera que después de doce años “claramente no funcionó”, aunque evita mencionar que el Gabinete que él integraba en la Provincia negó sistemáticamente la aplicación de tal legislación y la incorporación de los contenidos de ESI. La negativa del Gobierno local a utilizar los manuales que enviaba Nación, en aquel entonces, tuvo repercusión nacional. El mismo día que Página 12 publicó la entrevista con Parodi, éste se reunión con la Ministra de Educación, Ciencia y Tecnología, Analía Berruezo, para tratar el asunto.

Como si hubiese inventado la idea, el otrora hombre de cabellos lacios hasta los hombros se vanaglorió de interpretar a través de datos estadísticos las necesidades actuales del pueblo salteño y argentino, entre las que destacó la inclusión de una materia sobre educación sexual, algo por lo que bregan sectores del movimiento feminista desde hace décadas. En esa misma línea opinó que el reciente cambio de posición del Gobierno de la Provincia al respecto del Aborto No Punible (ANP), dando de baja el protocolo doméstico y adhiriendo al nacional, tuvo que ver con adaptarse a los “nuevos tiempos”. Opinó que si la Cámara Alta del Congreso no sanciona la ley para reglamentar el derecho a la interrupción voluntaria del embarazo, quedará como un “Senado conservador”.

Progre de vos    

Basta avanzar unas líneas más en el reportaje a Carlos Teófilo para descascarar la pátina de moderno y abierto con la que pretende posicionarse para disputar la gobernación el año que viene. Ni el cabello corto, la barba rala y los atuendos más informales, que se suman a su giro discursivo, son suficientes para disfrazar al zorro de cordero. Para probarlo omitamos el atajo de reseñar algunas de sus decisiones como funcionario de relevancia durante los primeros diez años de Juan Urtubey como gobernador de la Provincia. Olvidemos el archivo, que en nada favorece su visible intención actual de posar de progresista, y sigamos con sus propias declaraciones al diario del Grupo Octubre. En sus éstas se derrumba ese montaje y, como confesión de parte, deja claro cuáles son los sectores para los que él gobernaría.

Al referirse a lo que oferta como innovación pero que antes negó cuando fue funcionario —el dictado de educación sexual en las escuelas—, el exministro de Economía cita estadísticas alarmantes provistas por la Corte Suprema y los resultados del “Índice de Progreso Social”, elemento de medición que instrumentó la Provincia desde principios de este año. Consultado sobre ese índice, Parodi explica: “Nace de un conjunto de alrededor de 150 organizaciones que conforman la Red de Progreso Social, en donde participan fundaciones, universidades, ONGs y diferentes áreas de gobierno. El objetivo del índice es el rediseño de políticas públicas para alcanzar las metas del —y aquí viene la confesión— plan estratégico Salta 2030”.

Este semanario ya ha presentado notas sobre el Plan de Desarrollo Estratégico Salta 2030 (PDES 2030), la más reciente en la última edición de abril en el artículo “Demiurgos del Gobierno”, cuando se informó de un aumento del subsidio que el Ministerio de Gobierno, Justicia y Derechos Humanos le otorgaba a la Fundación Salta precisamente para que implemente el mencionado proyecto de gestión. En aquella ocasión se detallaba que “el PDES 2030 está plasmado en un libro de ciento setenta carillas, disponible de modo online. Para que sea diáfano quiénes son los demiurgos del Gobierno retomemos el propio texto: ‘La Cámara de Comercio e Industria de Salta, el Consejo Profesional de Ciencias Económicas, Copaipa, la Fundación Salta, la Secretaría de Planificación de la Provincia, la Sociedad Rural salteña, la Unión Industrial de Salta, la Universidad Católica de Salta y la Universidad Nacional de Salta’. Todas esas instituciones conforman el COncejo de Control y Seguimiento del PDES 2030”.

Luego, se añadía a la caracterización que el plan elaborado por las instituciones referenciales de las clases opulentas de la sociedad salteña, sugería ciertas medidas para “atraer inversiones extranjeras”. Por último, se plasmaba el rumbo de gobierno que sugiere tal proyecto. “La siguiente frase está entre las conclusiones del PDES 2030 aunque bien podría ubicarse en boca de algún miembro de Prograno o la Sociedad Rural cuando se refieren a la discusión por el Ordenamiento Territorial de Bosques Nativos que tanto obstaculiza su voracidad: ‘Salta posee un inmenso espacio con capacidad productiva que debe incorporarse rápidamente al desarrollo de alimentos para un mundo que los reclama imperiosamente. Ese territorio también tiene aptitud para producir combustibles renovables, que es otro de los acuciantes problemas que se suscitarán en los próximos  20 años’. Nunca dejar de ser el granero del mundo, nunca”, advertía Cuarto Poder en aquel artículo.

La confesión de Parodi sobre su intención de proseguir con el cumplimiento del PDES 2030 no sólo desacredita sus intenciones de parecer progresista sino que vuelve a marcar que nada de lo que sugiere es novedoso. Igual que la educación sexual en las escuelas, el PDES 2030 es una iniciativa vetusta que el actual Gobierno ya financia para que las ONGs que lo engendraron se encarguen de implementarlo.

Por cierto, el exjefe de Gabinete no lanzó oficialmente su candidatura a gobernador, aunque estas apariciones públicas se conviertan en indicios incontrastables de sus ambiciones. Sin caudal electoral propio y con poco vuelo como figura reinventada, cuesta creer que las chances de Carlos Teófilo sean suficientes para entrar en la danza de nombres que disputará la sucesión del año próximo. Más que su convencimiento personal y las adulaciones de sus pajes, la fuerza electoral y el músculo político de Parodi resultan anodinos. Más vale huir a tiempo y servir para otra batalla que naufragar en lo hondo de la vergüenza comicial.