Un vistazo sobre las políticas de investigación en la UNSa deja al curioso con el alma desolada. Becas para jóvenes investigadores incluyen montos de $1000 mensuales y un presupuesto de investigación de 3 millones de pesos para una unidad académica que en el 2013 contó con 371 millones. (F.H.)

En la organización de la UNSa tres son las dimensiones que articulan con la sociedad los saberes, conocimientos y técnicas allí producidas: el “área de investigación”, “el área de extensión” y “el área de convenios con otras universidades, y/o empresas”. El objeto de estas líneas es poner el foco en la primera de las áreas mencionadas que cuenta con numerosos Institutos, Centros y Laboratorios aunque el principal de ellos es el CIUNSa, sigla del Consejo de Investigación de la Universidad Nacional de Salta.

Creado en 1973, tiene como uno de sus principales objetivos llamar a convocatorias para proyectos de investigación a investigadores en formación, estudiantes con intereses y perfiles pesquisidores, como así también investigadores ya especializados. La web oficial del organismo ofrece algunos datos sobre el funcionamiento del Consejo. Entre esas cosas resaltan el reglamento para la presentación de los proyectos de investigación en donde se percibe un claro perfil meritocrático por ponderarse más los antecedentes académicos de los aspirantes antes que los temas y propuestas de investigación.  Mónica Farfán, la Directora del CIUNSa, defiende ese tipo de criterio que otorga un 70% de mérito a los antecedentes y sólo en un 10% a la propuesta y tema de trabajo. Según ella, de esa forma muchos becarios del CIUNSa luego podrán aspirar a ser becados por el CONICET, el organismo nacional al que todo investigador universitario aspira a pertenecer. Sacando eso, lo que la página del organismo muestra son los nombres de los investigadores o el título de los proyectos en curso.

Precarización del saber

Las Becas de Investigación para Estudiantes Avanzados (BIEA) y en las Becas de Iniciación en Investigación para jóvenes graduados (BII), son de las más importantes para las nuevas generaciones universitarias.

Las becas BIEA poseen una duración de 12 meses y se renuevan año a año. A los becarios en curso durante el 2.014 se les abona $1.000 por mes más el beneficio de la obra social universitaria y la protección de la ART ya que cumplen horario de trabajo en la universidad. Las BII, por su parte, se prolongan por 36 meses, los becarios perciben 3.500 pesos y también se les extiende el beneficio de la obra social y la ART. Para comparar esos ingresos con otros extrauniversitarios, habría que recordar que a partir de septiembre del corriente año el Salario Mínimo Vital y Móvil se estima en 4.400 pesos, una cifra por encima de los ingresos de los jóvenes investigadores. A esto debe sumarse el hecho de que la regularización del pago en la UNSa fue mala. Los beneficiarios empezaron con sus tareas en abril pero percibieron sus haberes por los primeros períodos en el mes de Julio.

Mónica Farfán apuntó también que durante el año 2.013 el CIUNSa tuvo para su funcionamiento y el pago de becas aproximadamente 3 millones de pesos. El monto es anodino en relación al presupuesto universitario del año anterior que según los informes de la propia universidad alcanzó los 371.235.622 de pesos. Parte de ese presupuesto supuso sustanciales inversiones en lo que bien se podría llamar “obra pública y seguridad” universitaria como la pavimentación de calles internas del campus, construcción de un “portal” en la puerta de ingreso o aumento de la cantidad de celadores-seguridad que deambulan en la Universidad bregando por el mantenimiento del orden.

Lo que no sube, en cambio, es la condición de los becarios.

Poca historia

La web del CIUNSa posee también un apartado que muestra los programas y proyectos que fueron financiados por el organismo a lo largo de su historia y los vigentes en este año 2014. Desmenuzar los dos archivos requeriría de muchos artículos periodísticos, pero a grosso modo puede decirse que las tareas concluidas desde 1973 a la fecha se detallan en 231 páginas alcanzando como mínimo unos 2.300 proyectos (se enumeran aproximadamente 10 por página). Curiosamente no están publicados los resúmenes de estas labores porque sólo se apunta el tiempo en el que se realizaron, los directores que comandaron cada faena, el título y la facultad de la que proviene la iniciativa. Es decir, se trata más de un inventario que de una socialización de los hallazgos de las investigaciones.

Con respecto al listado de proyectos en curso, la web contiene 15 páginas, con lo cual se están ejecutando más de 150 proyectos. Los mismos están divididas en una clasificación que las jerarquiza de mayor a menor en proyectos tipo A, tipo B y tipo C en las cuales puede verse a primera vista un perfil más comprometido con las abstracciones teóricas – problematización de los problemas, conceptualización de los conceptos, la meta-teoría de la teoría, etc. – o con el desarrollo del mercado – los formularios para presentar las postulaciones requieren objetivos socio-económicos pero no culturales – y o tanto con el aporte a la comprensión de la realidad próxima, la solución de conflictos sociales y culturales, o la promoción de pensamiento crítico en torno a las perspectivas administrativistas, eficientistas y competitivas que tan bien le sientan al establishment vigente.

Factor tiempo

Los proyectos se prolongan por plazos pre-determinados y por ello reciben financiaciones año a año para cumplimentar con las tareas estipuladas más las que les imponen los recorridos de la investigación académica. Durante el ejercicio 2014 se complicó el trabajo dado que hasta la fecha no se han brindado los fondos necesarios para el período, comentó a este medio el director de un proyecto tipo A de la Facultad de Humanidades. Los pagos se realizan normalmente en dos emisiones anuales y suman 3.500 pesos cada uno.

Las evaluaciones de los proyectos son muy rigurosas en cuanto a efectuar publicaciones académicas, presentaciones en congresos y la promoción de actividades de transferencia científica. Claro que, dada la mercantilización del ámbito educativo de la mano de la Ley de Educación Superior, todo eso demanda inversiones monetarias y por ello no puede anhelarse significativos rendimientos de los investigadores si las partidas monetarias necesarias se dilatan.

Viva la web

Más allá del teléfono y los carteles que cuelgan de los muros del CIUNSa, este asume como principal fuente de información a su página web. Ilustra tal política el hecho de que si alguien se acerca a las oficinas a consultar sobre alguna convocatoria para becas, afablemente los empleados apuntarán que en cuanto haya novedades se colgarán las mismas en el portal digital que, para el colmo, actualmente está mudando su hosting hacia una nueva plataforma.

Esto demuestra que el Consejo considera a su página web no tanto como una vía de comunicación al público en general, sino como una cartelera digital para los interesados y entendidos de su funcionamiento. Los espacios en la red podrían ser aprovechados para detallar avances de las investigaciones, invitaciones a eventos, jornadas y congresos, también para problematizar vacancias temáticas que puedan impulsar actividades de articulación entre conocimiento académico y realidad social. Pero hasta ahora no se hizo.