Martín Miguel Güemes Arruabarrena
El estudio de las acciones bélicas de la batalla de Suipacha (7.11.1810), y de Las Piedras (18.5.1811), iluminan el proceso posterior que le tocó en desgracia al Alto Perú (Bolivia), y a la Banda Oriental (Uruguay), separados del Virreynato del Río de la Plata.
En paralelo, el Capitán Martín Güemes, vencedor en Suipacha, es borrado del parte de batalla, al igual que le ocurrirá al Caudillo Oriental Don José Gervasio Artigas, en las noticias porteñas. El historiador uruguayo Carlos María Ramírez, en su libro: Artigas (1915), afirma: “(…) Suipacha tenía ya una hermana; el triunfo coronaba las armas revolucionarias en los dos extremos más lejanos del dilatado Virreinato”. Causalmente, el parte suscripto por el heroico jefe de la Banda Oriental, fue publicado en La Gaceta de Buenos Aires, el 13 de junio de 1811; suprimiendo “el párrafo final que demostraba que el mérito de la victoria se había debido en su mayor parte al gauchaje oriental, cuyas únicas armas eran “palos con cuchillos enastados”. En su obra: “Güemes Documentado” (1979) el Dr. Luis Güemes Ramos Mejía, corrobora que “(…) Análoga supresión se hizo en La Gaceta con respecto a Güemes en relación con su accionar en 1810.”. Las vidas paralelas de Artigas y Güemes, comenzaban a crecer como motores sociales de las epopeyas gauchas del pueblo salto jujeño, y oriental.
La batalla de Suipacha es el punto central para comprender históricamente, la posibilidad de las milicias gauchas de ocupar el Alto Perú (actual Bolivia), en 1821. En cumplimiento de la estrategia sanmartiniana: la acción de ejércitos convergentes sobre Lima; camino del Pacífico–el Ejército de los Andes–al mando del Gral. José de San Martín, y camino de la Quebrada de Humahuaca /Potosí /Desaguadero–el Ejército de Observación sobre el Alto Perú–al mando del Coronel Mayor Don. Martín Miguel de Güemes. La posibilidad cierta de las milicias gauchas al mando de Güemes, de cumplir con creces el Plan Sanmartiniano, se enmarcaba en el apoyo decidido de los guerrilleros Alto Peruanos al Conductor de la tierra en armas.
El combate de Las Piedras, afirmaba el valor de las montoneras Artiguistas, en su contingencia cierta de desalojar de realistas y lusitanos la Banda Oriental (actual Uruguay). Artigas el protector de los pueblos libres, contaba con el apoyo decidido de las milicias del litoral (López, Ramírez), fundamentalmente del caudillo misionero Andresito, quien mantenía a raya con sus aborígenes guaraníes, oriundos de las misiones jesuíticas, a los renovados bandeirantes lusitanos. La Banda Oriental, y el Alto Perú, acollarados en la esperanza de mantener el territorio de las Provincias Unidas del Río de la Plata. Esa historia, es un grito criollo gaucho que nos viene del pasado.
Ambos Caudillos, gestaban hechos históricos, que se hubieran concretado regionalmente (el Norte Grande), de no mediar los permanentes obstáculos opuestos a su realización: el complot de las logias, pergeñado por Gran Bretaña. Sus aliados imprescindibles, fueron: la burguesía porteña, combinada con el Imperio del Brasil. Los pudientes norteños, y los reaccionarios alto peruanos, apoyaron estas acciones exógenas; su miopía regional, sus intereses localistas, fueron parte indubitables de sus acciones nefastas. No negamos “el cansancio de la guerra”, por el esfuerzo realizado (15 años).
Ambos Caudillos de la Patria Grande, Artigas el Oriental, y Güemes el Andino, auguraron con estas victorias (Suipacha y Las Piedras), el reconocimiento popular de lo Suramericano, que emponchaba la esperanza de la raza mestiza. Base fundamental de nuestro pensamiento telúrico y de nuestra proyección geo cultural a nuestro tiempo.
Artigas y Güemes, la historiografía académica del Río de la Plata
Bartolomé Mitre, el principal ideólogo de esta escuela histórica, en sus escritos une la personalidad de Artigas “el padre de los caudillos, el apóstol armado de los instintos vagos de independencia de las multitudes” con Güemes “continuador de ese movimiento democrático de independencia y descentralizador del poder del Gobierno”. Ambos Caudillos, para el padre de la Academia Nacional de la Historia y de la comunidad científicamente reconocida, son artífices de la discordia y el atraso social. Esto no contraría que busque diferenciar conductas y acciones de ambos luchadores, reconociendo en Güemes la idea de la unidad nacional (en relación a Buenos Aires, se entiende …). Atribuyendo a su espada salteña, el haber trazado con una línea imborrable la frontera definitiva de la Nación Argentina por el Norte (tema recurrente, falso, que es aceptado por todos aquellos que se subordinan a su dirección histórica).
Concluye Mitre sus afirmaciones políticas con respecto a Güemes, aseverando que “(…) La historia probablemente lo considerará bajo la más noble y simpática de sus fases, absolviéndole en nombre de sus servicios, y aun de sus virtudes cívicas, de las otras responsabilidades que sobre él puedan pesar, porque en efecto, su faz prominente es la del caudillo de una grande y noble causa, constante, humano, desinteresado, que rindió noblemente su vida perseverando en su creencia.”
Mitre reconoce valores patrióticos en Güemes, aunque se nota en sus páginas la antipatía que despertaba en su fuero íntimo, por su rebeldía natural ante el poder portuario que Mitre defendía. La principal defensa del prolífico historiador porteño, en contra de la proyección histórica otorgada por Vélez Sarsfield al salteño “salvó la revolución de Mayo”, está encerrada en esta afirmación: “encontró el campo preparado” para realizar la tarea que se impuso, y que le costó la vida.” ¿El campo preparado, después de las derrotas de Huaqui, Vilcapugio, Ayohuma, Venta y Media, Sipe Sipe?
¿Artigas también encontró el campo arado, después de sucesivas traiciones al pueblo Oriental? Solamente con recordar el éxodo de los Orientales, conducidos por su protector, hasta el arroyo del Ayui (cerca de Concordia), ejemplo de sacrificio popular, (sin bando revolucionario que los amenazara), es una piedra fundamental de su fe patriótica. Su lucha heroica, tuvo tres frentes, uno contra el Imperio Lusitano, otra contra los Realistas, y por último, la más artera por sus consecuencias (su destierro en el Paraguay), la librada contra los porteños centralistas, que solo pensaban en reemplazar al Rey, en el manejo del poder portuario, de la aduana contrabandista, en el ámbito del Virreynato del Río de la Plata. Desde el mangrullo de la historia, nos observan hoy, incitándonos a unir sus vidas, también a los gauchos orientales, y a los salto jujeños, tal como hiciera José Hernández, en nuestro poema común: el Martín Fierro. Artigas y Güemes, el pueblo Oriental, y el Salto Jujeño, fueron continuamente desamparados por una guerra a muerte; sin ayuda, y con continuas trabas a sus realizaciones en el terreno militar. “Nadie es más que nadie” (afirmaba Artigas), “Al Pueblo que quiere ser libre, no hay poder humano que lo sujete” (dijo Güemes) ¡Morir por la Paria es Gloria!” (fueron sus divisas), así la entendieron los gauchos orientales y norteños. La muerte de Güemes, consecuencia de un complot regional, acarreó la desmembración del Alto Perú. Triunfó la pequeña Logia que libertó Bolivia. En la Banda Oriental, la política británica en el Río de la Plata, lleva a la creación del Uruguay. Un algodón entre dos cristales. Hecho no querido por Artigas, luchador incansable de la Patria Grande. Nos convertimos en países, porque no nos dejaron ser una Nación. De esta forma, Güemes pasa a ser el defensor de la frontera norte y Artigas el prócer del Uruguay. Mentiras a designio de la historiografía porteño céntrica, para paliar el descuartizamiento de nuestra Suramérica. A pesar de estos hechos negativos, sus vidas paralelas se han encontrado en el infinito del tiempo. Por ello, quienes rastreamos huellas perdidas, y arriamos sueños olvidados, debemos acollararlos en una nueva visión histórica, a partir de estos triunfos augúrales de la Patria Grande. ¡Suipacha, y Las Piedras! Oíd mortales el grito sagrado… ¡Libertad e Independencia! El galope heroico de Artigas, de Güemes, aún se escucha en nuestra memoria histórica con raíces.