En septiembre de 1949, Manuel J. Castilla realizó un breve y profundo retrato del salteño de a pie que se acerca a la plaza 9 de Julio cada 15 de septiembre. Prosa poética para captar la fe.
El domingo 18 de septiembre de 1949, Manuel J. Castilla publicó una pequeña viñeta en el diario El Intransigente en la que retrató a una familia que asistió a la procesión del Milagro. El texto fue compilado en “El oficio del árbol”, que reúne la obra periodística del poeta salteño. El libro, que apareció en 2013, fue un trabajo de Alejandro Morandini, que se encargó de la selección y notas que acompañan los artículos.
A continuación, reproducimos completo el texto de Castilla, titulado “Antes de la procesión”:
La familia vino de lejos. La fe la trajo hasta la ciudad bulliciosa el día de la “función”. Y se ubicaron en la plaza, en unos canteros, a contemplar desde allí, cómodamente sentados, el ir y venir incesante de las gentes. Pero, primero, posaron solemnemente serios para el fotógrafo con la fuente como fondo, donde antiguos ángeles de bronce miran caer el agua. Después, sus ojos se fueron con los colores flotantes de los globos cielo arriba. La campana mayor, en tanto, esperaba que la procesión se lanzara a las calles como un río negro, barroso, para soltar sus sones pesados, como enormes gotas de música.
Ellos estuvieron allí toda la tarde con sus mejores ropas. La mujer con su chal castaño y el hombre silencioso, mientras los hijos se les trepaban encima, como pájaros al lomo de un buey.
Así, horas y horas. quebrando palitos, mirando las cosas. Ajenos a todo el ajetreo de la plaza con gauchos lustrándose botas y mujeres arreglándose “sorongos” y melenas.
Así horas y horas. De vez en cuando alzaban los ojos. Entonces caía hasta sus ojos puros como en un agua remansada, una paloma blanca.