La lucha contra el narcotráfico está perdida. Ahora se filtró un chat entre gendarmes y un narco de Orán. Los primeros se comprometían a no entorpecer una mexicaneada de 10 kilos de cocaína al segundo, a cambio de que éste entregue otro cargamento.

El intercambio de mensajes fue interceptado por la Superintendencia de Drogas Peligrosas de la Policía Federal. Lo que nadie sabe muy bien ahora es como se filtró la comunicación ocurrida el 26 de julio pasado que desnudaba los turbios acuerdos entre dos gendarmes del Escuadrón 20 de Orán y un narcotraficante de nombre Carlos Vargas.

La conversación fue publicada por Radio Ciudad de la localidad de Orán que precisó que los gendarmes habrían acordado que Vargas se quedara con diez kilos de cocaína a cambio de valiosa información sobre un cargamento que posteriormente iba a ser interceptado.

El intercambio de mensajes ocurrió antes de que se concretara el procedimiento y días después del mismo. Un fragmento de la primera es la siguiente:

Gendarme 1: Ojalá salga capo, andamos pobres de procedimientos.

Narco: Jajaja.

Gendarme 2: Sí capo, vamos a hacerla bien. Andá sacando capo lo tuyo y no te olvides de nosotros. Después festejamos.

Narco: Jajaja, pero lo van a hacer en el escuadrón. Yo ahí no voy ni en pedo, jajaja. Voy a salir esposado.

El segundo segmento difundido es de días después de concretado el procedimiento y revela el enojo del narco por la información suministrada por la gendarmería a la prensa. Dice así:

Narco: «Ya hicieron macanas otra vez. Tenían que decir que eran 59 paquetes y no hablar de kilos, ahora me van a preguntar por los otros diez».

Gendarmes: «Sí, habíamos quedado que iban a poner 59 paquetes».

Narco: «Me van a ser matar ustedes» (SIC).

Gendarmes: «Tranqui capo. De última podés decir también que pesaron mal».

A lo increíble se suma un caso aún más desopilante. Indagados los gendarmes por el juez Adrián González Charvay por encubrimiento, falseamiento ideológico e incumplimiento de los deberres de funcionarios públicos; los gendarmes lejos de aceptar culpas se lamentaron de los escasos recursos logísticos con los que trabajan y admitieron que el intercambio con «informantes» es una práctica habitual desde la época del ex juez federal Raúl Reynoso.