Mientras el gobierno argentino recrudece el modelo represivo de lucha contra el narcotráfico y el uso de drogas, la ONU debate un nuevo paradigma que convierta el problema en un asunto de salud pública y derechos humanos. (Garrik)

Uno de los primeros decretos del gobierno de Mauricio Macri consistió en permitir el derribo de aeronaves sospechosas de transportar estupefacientes, sin importar que la medida fuese ilegal o que careciéramos de medios logísticos para dichos fines; lo importante era alinearse con la doctrina norteamericana de “guerra contra las drogas” y de mantener el negocio de la prohibición.

Sin embargo, la ONU debate en estos días aprobar un documento que establezca un nuevo enfoque centrado en la salud pública y en el respeto a los derechos humanos, luego de más de cuarenta años de una guerra, promovida por Estados Unidos, que demostró su fracaso.

La sesión especial fue convocada por Colombia, México y Guatemala, frente a los devastadores efectos que el planteo prohibicionista y punitivista está dejando en sus territorios, en términos de violencia, corrupción y asesinatos; mientras que en todo el mundo se observa que las sustancias sometidas a control están más disponibles y accesibles que nunca, que las políticas vigentes significaron 187 mil muertes evitables relacionadas con drogas cada año, la estigmatización de los consumidores y miles de millones de dólares en fondos públicos destinados a políticas que no funcionan.

El presidente mexicano Enrique Peña Nieto destacó que las respuestas brindadas hasta el momento “fueron francamente insuficientes” y pidió avanzar en “un nuevo entendimiento internacional”. “El esquema basado esencialmente en el prohibicionismo, la llamada guerra contra las drogas, que se inició en los años 70, no han logrado inhibir la producción, el tráfico, ni el consumo de drogas en el mundo”.

El presidente de Guatemala, Jimmy Morales, sostuvo que las políticas para luchar contra las drogas “deben tener congruencia con la declaración de los derechos humanos” y poner “a las personas y no a las sustancias en el centro”. Mientras que el colombiano Juan Manuel Santos declaró a la prensa que “No estoy proponiendo la legalización. Estoy proponiendo que cambiemos de enfoque, de prioridades. Porque llevamos más de 40 años en esta guerra contra las drogas y no la hemos ganado”.

La postura que enunció la canciller argentina Susana Malcorra en el plenario fue muy fuerte en redoblar los esfuerzos en el control de la oferta y por eso planteó la necesidad de luchar frontalmente contra el tráfico de drogas y el flagelo de las drogas. En este último sentido no parece haber una evaluación de qué resultados ha dado hasta ahora, de cómo enfrenta nuestro sistema penal y de seguridad al narcotráfico, se plantea el qué, pero no se reevalúa el cómo.

Nuevo paradigma

El secretario general de las Naciones Unidas, Ban Ki-moon, explicó meses atrás que el organismo a su cargo “promueve un reequilibrio en la política internacional de drogas controladas”. “Debemos considerar alternativas a la criminalización y el encarcelamiento de gente que use drogas y enfocar los esfuerzos de justicia criminal en aquellos involucrados en la oferta de drogas”, sostuvo Ban Ki-moon.

El titular de Naciones Unidas indicó que el nuevo enfoque para reducir los costos que generan las drogas debe ponerse en “la salud pública, la prevención, el tratamiento y cuidado, así como en estrategias económicas, sociales y culturales”.

Mientras tanto, el vicesecretario general de la ONU, Jan Eliasson, expresó durante la presentación del Informe Anual sobre Drogas 2015, que “debemos ser honestos y valientes en aceptar que algunas políticas sobre drogas y sobre sentencias necesitan ser revisadas”.

En una confererencia en Nueva York, Jean-Luc Lemahieu, director de la División de Análisis de Políticas y Asuntos Públicos de la Oficina de la ONU contra las Drogas y el Delito (UNODC), explicó que la despenalización del consumo de estupefacientes no requiere modificar las convenciones de la ONU.

Las cuatro convenciones de la ONU sobre drogas son el fundamento de la comunidad internacional para diseñar las políticas sobre estas sustancias en el mundo, cuya interpretación y alcance estará en el centro de la discusión de la Cumbre de Alto Nivel sobre Drogas de 2016 en la Asamblea General.

Lemahieu señaló que el caso de Portugal, que desde 2001 despenalizó el consumo de todas las drogas dentro de su territorio, está en línea con las convenciones de la ONU. Destacó además que el consumo de sustancias en ese país es menor que en España, donde el consumo sigue siendo criminalizado.

“Aún se requiere decomisar drogas, y arrestar a traficantes y comerciantes, pero ¿en realidad es correcto tener al eslabón más bajo de esa cadena, al usuario, en prisión durante años? ¿Es esa la mejor manera de usar los recursos públicos, de distribuirlos?”, cuestionó Lemahieu.

Subrayó que el objetivo de las convenciones de la ONU siempre ha sido la salud pública, aunque este aspecto fue de alguna manera desplazado por el acento de las políticas prohibicionistas de la llamada “Guerra contra las Drogas”, iniciada en 1971 en Estados Unidos.

La justicia argentina

El Máximo Tribunal del país, en el caso “Arriola” declaró inconstitucional la penalización de la tenencia de estupefacientes para consumo personal, no solo por vulnerar preceptos constitucionales, sino también por ser ineficaz como un medio para disuadir el consumo y por generar un derroche enorme de recursos públicos que deberían redireccionarse para combatir el tráfico de tóxicos.

El año pasado, en un fallo inédito, la justicia autorizó a un paciente con VIH a recibir medicación que contenga cannabis, ya que su uso había demostrado «la mejora en el estado anímico» del paciente. El fallo del juez porteño Guillermo Scheibler, defendió «el uso compasivo» del cannabis alegando que el derecho «no puede ser insensible al dolor y al sufrimiento humano».

Finalmente, durante este año la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica autorizó la importación de cinco medicamentos que contienen cannabis “por su uso compasivo”.