Por: Elio Daniel Rodríguez

 

Una gran cantidad de dirigentes de Salta han demostrado su mentalidad abierta y, tal vez, en extremo inclusiva y poco prejuiciosa. No les importan cosas tales como los idearios políticos, las plataformas electorales, las trayectorias individuales, los méritos personales, la lealtad partidaria o hasta la honestidad intelectual, valores a los que, sin dudas, ven como antiguallas obsoletas y sin utilidad práctica, o como reliquias rancias que se interponen entre ellos y la obtención de su ansiado -y muy bien pagado- cargo público.

Al atisbar la oportunidad de hacerse de una candidatura con algún margen de posibilidades, dijeron “presente” y no dudarán en calzarse los zapatos que la ocasión demande -o las botas de goma, porque es demasiado probable que en algún charco se tomen una foto-, besar a todos las personas de escasos recursos que tengan que besar, cantar todos los “Rosa… Rosa” que tengan que cantar, sonreír todas las veces que deban sonreír y prometer hasta lo que nunca hubieran imaginado posible.

Algunos justificaron las ocasionales uniones con sus otrora declarados adversarios como un intento de aniquilar la “grieta”; otros dijeron, palabras más palabras menos y en apelaciones que recuerdan la parábola del hijo pródigo, que están gozosos de recibir en el seno de su hogar a los que alguna vez se fueron por pecaminosos derroteros; hay incluso quien, en un derroche de magnanimidad, aseguró que a ese, con quien se lo ve sonriente en el cartel, lo une el amor por Salta. O -más ocurrente aún- que no lo une el amor sino el espanto ¡Perdón Borges!

En un arrojo de emotivo desprendimiento, parece que hay unos cuantos que renunciaron al ofrecimiento de una candidatura por parte del mandamás de turno, cediéndosela a un pariente cercano, totalmente generosos y, al mismo tiempo, convencidos que no hay mejor “dieta” que la queda en la familia, aunque ellos mismos, con fuerte sentido de la ética republicana, no sean los que deban informar, llegado el caso, su CUIT y CBU para ningún cobro. Uno casi se siente llamado a la emoción ante tanta entrega, tanto desinterés; tanto espíritu patriótico.

Pero vamos a ser sinceros. Lo que se ve es inentendible; solo creíble para quien ha descendido de un pato volador en la jornada de ayer. Hay kirchneristas con olmedistas; una radical que es atraída por un espacio político que incluye, entre sus “máximas figuras”, dirigentes cercanos al discurso de Milei, que es profundamente antiradical -habría que ver si se animaría a entonar las estrofas de ese cántico de algunos actos mileistas que reza “hay que saltar, hay que saltar; el que no salta es radical”-. Hay también un ex referente del PRO que dejó el partido por diferencias con la conducción, se acercó al espacio kirchnerista-olmedista de Avancemos y ahora se va del mismo para volver al PRO poque se fue la dirigente con la que él se encontraba, digamos, “enemistado”; de folletín. Además, podemos encontrar el caso de un otrora radi-urtu-saenz-kirchnerista que ahora se mueve en Juntos por el Cambio “como pancho por su casa”. Parece que el siglo XXI es más “cambalache” que el XX.

Muchas listas de candidatos son un perfecto rejunte, donde, en una enorme cantidad de casos, todos dan la impresión de ser compatibles con todos. Si usted, amigo lector, intenta encontrar visos de cierta coherencia tendrá que buscar bastante, porque, así como no se entienden las ocurrentes integraciones, tampoco se comprenden del todo las desintegraciones. ¿Por qué Zapata no siguió en Juntos por el Cambio? ¿Por qué el kirchnerismo se partió en tres pedazos? ¿Por qué la izquierda nunca -o rara vez- presenta una propuesta unificada? Bueno, en realidad, en este caso, ya lo sabemos: es la izquierda.

Algunos sospechan que se encuentra del otro lado, en el mismo oficialismo, la mano oscura -no me atrevería a suponer que la billetera abultada- que es la causa de tanto desmadre opositor. Y ya que estamos, también podría decirse que allí, en la estrategia del gobierno para estas próximas elecciones, casi nada hay de nuevo. La consigna, dicen muchos, es tan vieja como la historia: divide y reinarás. Y los de enfrente siempre cumplen; se dejan dividir. “Saénz puede cosechar tres votos, pero los otros van a cosechar dos”, parecen pensar en el círculo íntimo del poder de turno. ¡Ah!; después de muchas especulaciones, y aparentemente también numerosos rechazos de anotados en la lista, hasta Marocco fue confirmado nuevamente en la candidatura oficialista a la vicegobernación. Nada para mostrar; ni siquiera candidatos que inspiren la más mínima esperanza de mejoría en este paciente, nuestra provincia, que se encuentra en tan delicado estado.

Paciencia. Ya llegará el 2025 y, con él, nuevas elecciones. Entonces, tal vez, sea diferente y tengamos mejores opciones para darles nuestro voto… si seguimos existiendo.