Oficialmente se reconocen solo 340 muertes por la pandemia. Sin embargo, Salta podría haber superado los 2000 fallecidos por COVID 19. Las diferencias surgen del mismo COE, que estima un total de 140 mil salteños contagiados, pese a que hay más de 12.000 casos confirmados. La falta de rigurosidad heredada de la ex ministra de Salud juega en contra para abordar la grave situación. Mientras, lo único que nos queda es la responsabilidad individual. (Manuel Baku)
La tasa de letalidad (cantidad de fallecidos, en relación a la totalidad de contagiados) en Argentina es del 1,9%. La cifra estadística corresponde a lo informado oficialmente -a mediados de agosto- por el Ministerio de Salud de la Nación. Ese porcentaje, que apenas es un promedio nacional, es el que hace estremecer a la cúpula de la salud pública salteña, que por estas horas trata de transparentar el desastre generalizado que dejó Josefina Medrano, la anterior titular de la cartera.
El número de fallecimientos acumulados por la epidemia en Salta surge directamente del Dr. Francisco Aguilar, actual titular del COE (Comité Operativo de Emergencia), quien el jueves próximo pasado estimó ante la prensa local que unos 140.000 salteños, es el alcance real de los contagios. La estimación buscó clarificar una verdad sospechada pero todavía desconocida, puesto que la provincia solo registra 13 mil casos confirmados oficialmente. La simple aplicación de la tasa (promedio) de letalidad que tiene la enfermedad, eleva la cifra real de fallecimientos por Covid a unas 2650 personas aproximadamente, lo que representa ese 1.9% de víctimas fatales que la epidemia produce en cada rincón del planeta.
Esta escalofriante cantidad de fallecimientos, está muy lejos de los 340 decesos reconocidos oficialmente, pero también muy lejos de los 400 muertos que estimó el actual Ministro de Salud, Dr. Juan José Esteban, hace diez días atrás, cuando el número oficial de víctimas fatales oficiales apenas oscilaba los 200 fallecidos. Sería necio creer que sobre 140 mil contagios estimados solo fallecieran 400 personas. Mucho más razonable, sería multiplicar la cantidad de fallecidos y recuperados, con el mismo criterio que se multiplicaron los contagiados oficiales para estimar los contagiados reales.
En ese orden de pensamiento la cifra de recuperados sería de 90.000 y la de fallecidos alcanzaría las 3300 personas en la provincia. Vale aclarar que tamaño alcance de la epidemia, y tal diferencia entre la realidad y la estadística oficial es producto del caos, y la inocultable negligencia que mostró la eyectada ministra Medrano y su gabinete saliente.
Caos general
El 9 de septiembre pasado el Dr Juan José Esteban asumió al frente del Ministerio de Salud Pública, tras la salida a empujones de la ex ministra. El médico –hasta ese día al frente del Hospital del Milagro- recibió el ministerio sin computadoras, ni celulares, además de contar con cifras poco creíbles y métodos de evaluación mas que precarios. La crónica periodística dice que asumió con 5.109 casos confirmados, y tan solo un policía fallecido. Días antes (1/09/20) su colega y gerente del hospital Oñativia, Dr. Marcelo Nallar, estimaba públicamente que el total de contagios reales en la provincia ascendía a esa fecha a los 30 mil casos.
En ese momento, la gestión Medrano reconocía oficialmente 3000 contagios y 47 decesos. La opinión de Nallar fue ratificada por el Dr. Bernardo Biella, quien estimaba a comienzos de septiembre que “cuatro de cada cinco personas que circulan por la ciudad podrían tener el virus y ser absolutamente asintomáticas”. Si se tiene en cuenta que la tasa de duplicación de los contagios en Salta rondó los seis días durante el mes de septiembre, la estimación de Aguilar el jueves no estaría tan lejos de la realidad.
Como tampoco lo estaría la información que brindó esta semana el titular de la funeraria Pieve, y que choca de frente con el número oficial de fallecidos. En una entrevista brindada a un medio local y reflejada en un artículo de Cuarto Poder digital el 30 de septiembre, Edmundo Pieve puso en duda los datos oficiales que sostiene el Ministerio de Salud hasta la fecha: “ha habido una elevación por motivos que yo no conozco de la tasa de muertes. Yo tengo casi 700 certificados de defunción desde julio que dicen “supuesto Covid”. No sabemos de esos cuántos son efectivamente de Covid. La información oficial habla de un poco mas de 300. Nosotros no nos enteramos nunca, porque nos llega la información de posible Covid y aplicamos los protocolos. Después nunca nos enteramos, seguramente son datos que maneja el ámbito de la salud en Salta ”.
El empresario fúnebre fue incluso mas allá en su observación, y explicó que durante septiembre se triplicó el número de servicios brindados en su firma, pasando de 450 sepelios mensuales promedio a 1200 solo entre el 1 y el 30 de septiembre. Un panorama aterrador brindado por el hombre de las salas del final. En este sentido, es alarmante señalar que 700 certificados acusa solo este multiempresario en su comercio, pero cuenta con dos competidores importantes, quienes también archivan sus propios certificados pandémicos. Si bien Caruso Sepelios y Rigo no dieron a conocer sus cifras internas, es razonable pensar que entre ambos pueden empatar a Pieve, lo que elevaría la cifra a 1400 certificados de defunción únicamente en Capital, donde se concentra la mitad de la población salteña y el 70% de los recursos sanitarios. El interior es otra historia. La historia de la otra mitad de salteños que enfrentan un virus que todavía no cumple el año de edad.
Pionera
En plena novena del Milagro la enfermera oranense Ramona Riquelme encendió las alarmas de todo el gabinete. En diversas notas brindadas a la prensa local y nacional, la dirigente gremial que tuvo su paso por la Cámara de Diputados de Salta, explotó a la par de varias manifestaciones en la ciudad de Orán. La pirotécnica enfermera explicó a comienzos de mes ante todos los micrófonos porteños que la segunda ciudad provincial, protestaba porque ni el oxigeno alcanzaba.
Pero también relató en qué condiciones trabajaba -un mes atrás- el Hospital San Vicente de Paul, donde dos médicos de guardia debían asistir a 40 pacientes, quienes en realidad deberían ser derivados a la Unidad de Terapia Intensiva (UTI) del hospital, para ese entonces totalmente colapsada desde dos semanas atrás (11/08/20 aprox). En ese comienzo de septiembre, cuando aún se preguntaban todos si habría procesión o no, doña Ramona denunció nacionalmente que en su hospital pasaron de dos fallecidos por turno a once en solo dos semanas.
Riquelme (apellido que nunca descendió) explicó –a comienzos de septiembre- que la morgue del hospital no tiene siquiera el frio suficiente para alojar los cadáveres que bajan de las salas de internación. “Hay lugar para dos” dijo, “pero de dos pasamos a cinco, y de cinco (muertos) por turno, pasamos a once. Imaginese”. Las diversas entrevistas dadas por Ramona contenían una estimación que ni siquiera el debate de Iglesia-Gobierno pudo mitigar.
En los primeros días del religioso septiembre la enfermera norteña estimó en 200 los muertos por Covid, solo en su hospital. Una cifra irracional para quienes solo vieron los 40 fallecidos que reconocía Medrano por esos días para toda la provincia. Sin embargo, esas estimaciones de Riquelme hoy valen mas que tanto dato sospechoso, de la ida Medrano. Tanto el actual ministro Esteban, como Aguilar, y como hasta el mismo el gobernador Gustavo Sáenz actualmente tratan de avanzar en un proceso que dejó a la provincia en franco desorden y poco confiables estadísticas.
Herramienta fundamental, para luchar contra un virus respiratorio, desde el estudio científico de la evolución epidemiológica. Para la oposición se tratará de complicidad y mentira, para la razón se trata hoy solamente de pragmatismo y eficiencia, en la administración de la pandemia en estos valles olvidados. Tanto la palabra de Aguilar, como la voz de los diferentes actores que componen este artículo, el destino es uno solo: reconocer la realidad como primer paso para enfrentarla. Durante los últimos días la Provincia de Bs As, con 16 millones de habitantes, reconoció que tenía 3500 fallecidos mas que los reconocidos oficialmente.
La cifra fatal y su reconocimiento oficial, generó muchísimas críticas de la poco democrática oposición nacional, quienes acusaron ocultamiento de cifras, cuando estas eran publicadas por el propio gobierno bonaerense, que además puso a disposición de todos los distritos en sistema de triangulación informativo que incrementó en un 40% su propia estadística de fallecidos. Expresamente el gobernador bonaerense, Axel Kicillof, puso a disposición de CABA y las provincias su nuevo sistema de triangulación de datos, para afinar las estadísticas oficiales sobre la cantidad de ciudadanos fallecidos por la enfermedad. Hasta el momento, Santa Fe, Neuquén, Mendoza, Rio Negro y Salta evitaron adoptar el sistema informático, presuponiendo que los números fatales tendrían un altísimo incremento. Algunos prefieren desconocer científicamente antes que admitir. Y políticamente prefieren sobrevivir, antes que perder.
De ultima, los muertos los pone el patapilismo y no la elite feudal. “Nunca es triste la verdad. Lo que no tiene es remedio”, nos cantaba Joan Manuel Serrat hace 35 años. Está claro que el extraordinario catalán es hijo de la generación del 68. La misma que proclamaba “la imaginación al poder”. Como en tantas otras cosas, crecimos y preferimos la verdad, “que es la única realidad”. Según dijo Aristóteles, luego plagiado por Perón.
Dra. Bruja
En favor de Josefina Medrano hay que señalar mas o menos la claridad del vaticinio de la pandemia, más allá de su ineficiente estrategia para enfrentarla. Además de un pésimo manejo temporal de las decisiones, a la ex ministra podríamos achacarle la pérdida de tiempo vital (seis meses por lo menos) en el cual íbamos a prepararnos para el pico de la pandemia, tiempo en el cual no se hizo mas que marketing y notas periodísticas.
Sin embargo, la evaluación inicial fue bastante acertada, aunque por aquellos días nadie la tomó en serio y mas de uno consideró alarmista el pronóstico. En abril Medrano había señalado un panorama desalentador, y había indicado que para Salta “se esperaban unos 10 mil casos, y que si se llegaba a tocar techo en la pandemia, los decesos podrían ser unos 1500”. Hoy en este artículo, planteamos una realidad de 140.000 contagios (13.000 confirmados) y de al menos 2000 fallecidos (340 reconocidos oficialmente). Mejor que nadie lo explicó el gobernador tras rajarla del gabinete: “cuando la convoqué, ni ella ni yo sabíamos que íbamos a atravesar esto de la pandemia. Nadie estaba preparado. Hizo lo que podía”. Por estas horas la actual gestión de Salud y del COE intentan transparentar las cifras reales. Un buen punto de partida para aplicar las soluciones adecuadas. Por lo menos las posibles, ante tanta realidad.