Autodefinido defensor de usuarios y consumidores, el diputado Guillermo Durand Cornejo votó en contra de la derogación del tarifazo impulsada en el Congreso por la oposición al gobierno nacional. Que Dios y la Patria se lo demanden. (Juan Carlos Boletta)

Hizo una importante carrera política arrogándose la defensa de los consumidores, quienes por estas semanas de tarifazos e incremento de precios se dieron cuenta de que Guillermo Durand Cornejo, presidente de CODELCO, brilla por su ausencia. En Salta, ese vacío fue ocupado, al menos de manera coyuntural, por el abogado Daniel Paganetti

Como buen diputado del PRO a nivel nacional, Durand Cornejo no se opuso a los tarifazos en el Congreso ni condenó los mismos como referente de los consumidores. Esa conducta contradice el relato que hizo de sí mismo, la de jurar que su relación con los votantes estuvo siempre dada por el interés de sus representados con los que se vinculaba vía programas de televisión o radio, y no por los manejos y necesidades de la clase política. Ahí radica la paradoja: un hombre que hace política gritando que la política y los políticos no sirven y los que provienen de afuera sí.

Situación que le permitió estar cómodamente bien. Bien porque con ello tuvo grandes performances electorales y cómodas porque siendo propietario del sello electoral propio, nunca comprometió fidelidad a objetivos políticos colectivos. De allí que pudiera en 2013 acceder a una banca con un espacio político y llegar al Congreso Nacional para decir que lo mejor para él era sumarse a la bancada de Mauricio Macri. Es decir, una migración política tranquila que genera escándalo porque simplemente esas estructuras partidarias propias del siglo XIX carecen de una militancia a la que deba darse explicaciones.

Habrá que reconocer que ese tipo de política se impone en muchos casos como exitosa. También habrá que decir que ello obedece a la descomposición de los partidos tradicionales que divorciados de los intereses sociales a los que dicen representar, dieron lugar a eso que muchos llaman la antipolítica y de la que el presidente de CODELCO es un cultor. Antipolítica que se consolidó en los 90 con esos actos-caminatas en donde los candidatos que no convocaban a las masas fueron en busca de ellas paseándose por los barrios y estableciendo un contacto móvil con la gente.

Antipolítica que devino también en candidatos como Durand Cornejo que desembarcaron en la política desde los programas televisivos que conducían y en donde el discurso fue y es sólo uno: convencer a los televidentes de que por el sólo hecho de pagar impuestos deberían ser la prioridad de un Estado al que convirtieron en un monstruo insaciable que se embucha todo para satisfacer los deseos exclusivos de la clase política.

Y ahora resulta que el gobierno del que Durand Cornejo forma parte está plagado no de políticos sino de CEO’s. Personajes que pueden ser más decorosos que algunos políticos, pero que impulsan políticas que benefician a las empresas privadas que sin embargo parecen ser más voraces que los propios políticos a la hora de exigir beneficios.

Y entonces, el silencio de Durand Cornejo se entiende en parte. Pero sólo en parte. Y es que mientras muchos políticos de Cambiemos optan por defender lo que la cúpula política dispone, Durand Cornejo prefiere guarecerse en un cuartel de invierno sin arriesgar capital político entre los salteños a un año de que deba renovar su banca.

Tiene sentido. Él, después de todo, sólo sabía despotricar contra los otros, sólo apelaba al cansancio de los votantes contra las medidas de otros gobierno, y sólo apelaba a un lenguaje indignado que por estar siempre atado a la opinión personal, carecía y carece de un cuerpo organizado de ideas que pueda pretender algo que parece difícil: convencer a los indignados que sus nuevos problemas monetarios no son una maldición sino lo deseable para todos.