Finalizó una nueva edición de Salta ExpoLibros, un fin de semana lleno de actividades tras el cual consultamos a algunos de los protagonistas del mismo. Respuestas positivas, algunas ideas encontradas y notorio cambio de rumbo, fueron las predominantes. (R.E.)
No vamos a negar que cuando asistimos a un evento oficial organizando por el gobierno de la provincia o sus dependencias, y mucho más si está relacionado a la literatura, esperamos darnos de jeta con un bodrio (literalmente hablando) lleno de lugares comunes, alusiones a los cerros, mucha solemnidad y de cuando en cuando algún que otro vino decente y unas empanadas frías.
Esto sucede, y seguirá sucediendo; pero lo que nos llama la atención tras esta nueva edición de la feria de libros salteña es la respuesta de la generación más joven a lo acontecido en los días que transcurrieron las distintas actividades que entre el 26 y 29 de noviembre se desarrollaron en el complejo provincial de bibliotecas, justo en la esquina extrañamente prócer: Belgrano y Sarmiento. Presentaciones, charlas, debates, cocina, música, talleres, muestras, exposición y venta de libros, entre otras cuestiones fueron parte de ese fin de semana culturoso que nos dejó la ExpoLibros 2015.
Pasado el fervor literario decidimos contar parte de lo que pasó a través de las opiniones de quienes participaron presentando libros, dando charlas, entrevistas u organizando eventos dentro del marco de la feria, y además porque este cronista se durmió los días previos y sólo fue al cierre a tomar birra, escuchar música y comprar dos libros.
El escritor y ahora teórico literoide de la nueva generación, Juan Díaz Pas nos comentó: “Lo mejor fue sin dudas la gran diversidad de propuestas editoriales, sumado a la gran cantidad de actividades que hubieron, especialmente porque no consistieron en vegetales sentados detrás de un micrófono detrás de un papel detrás de unos anteojos declamando poesía. Definitivamente esta expo marca un avance respecto de las anteriores, por lo que todos podríamos sentirnos felices. Quizá se podrían prever campañas más enfocadas a lectores jóvenes para atraer público, como en los colegios y en los terciarios. Después, como ya es costumbre, la universidad volvió a mostrar su olímpica indiferencia con la cultura de Salta, algo que pertenece a otra discusión pero que siempre se nota mucho”.
Estas últimas frases pueden contrastar un poco con lo que nos comentó el escritor tartagalense Fabio Martínez, que participaba por segunda vez de la expo: “Las cosas que se pueden resaltar son muchas, pero desde mi lugar te puedo decir la cantidad de actividades que hubo, abriendo los espacios públicos como debe ser siempre. Coordinando con otros espacios e instituciones como La Ventolera o la UNSa. La gente que acompañó y sobre todo la energía positiva que le pusieron las organizadoras tanto Paula como María Elisa”, para luego agregar: “Como escritor volví muy contento y agradecido de poder haber estado en un evento tan hermoso. Y con la esperanza de que la ExpoLibros Salta siga así, mejorando cada año, acercando la literatura a las personas, reuniendo a escritores más grandes con los más jóvenes”.
Otro escritor, que forma parte de la joven literatura local, César Martínez, se puso un tanto crítico y tiró la que veníamos buscando, no sin antes aclarar que “La experiencia de estar en la expo fue positiva”, para luego comentar: “la ExpoLibros empezó a tener público después del mediodía. El caudal importante de visitantes se daba después de las 14:00. En la mañana estábamos los expositores y uno que otro transeúnte mirando curiosamente. Así que en ese tiempo aprovechamos para dialogar entre nosotros y ver que material se ofrecía en el stand. El tiempo pasa entre diálogo y bromas pero al llegar el sábado ya no tienes mucho de qué hablar o qué ver, ya lo viste todo, y se hace larga la espera de la llegada del público. Sugiero que para la sexta se tenga en cuenta los horarios en que el público asiste a la expo”. Luego nos comentó su perspectiva, no tanto como expositor, sino como público: “Pensé que las editoriales independientes tendrían el espacio suficiente para mostrar sus particularidades y sus propuestas que van más allá de poner un libro en una mesa, pero no se dio eso. Vi editoriales tan encartonadas como siempre no había mucha diferencia una de las otras en cuanto a los stand. Tal vez por el espacio o por las formas que aún se mantienen vigentes en las exposiciones y ferias de libros”. Luego, un poco más animoso, nos va a decir: “Muy copada la variedad de propuestas en cuanto a charlas y talleres. Pero parece que no bastó porque la convocatoria de público en las salas fue muy poca. Las charlas o entrevistas a las que fui las encontré con un tono formal y tradicionalista les faltaba más dinamismo. No niego que algunas si apostaron a un lenguaje natural para sus talleres o presentaciones y eso te hace sentir más cercano a la propuesta”.
El turno de las mujeres que participaron, para ello consultamos a Fernanda Alvarez Chamale, para quien “La Feria del Libro de Salta 2015 fue, por fin, un espacio de apertura, diálogo, diversidad y heterogeneidad para la cultura que circula en Salta y, fundamentalmente, para la literatura y la crítica. Creo que el movimiento cultural promovido desde la Coordinación General de Bibliotecas y Archivo de Salta marca un antes y un después en lo que veníamos comprendiendo por “feria del libro” en la ciudad de Salta. La receptividad de la organización para responder y brindar espacio a las editoriales pequeñas e independientes, a las participaciones académicas y a los artistas –escritores, actores, músicos, artistas visuales, narradores orales, etc.– merece un reconocimiento y el deseo de que estas formas amplias e inclusivas de la diversidad continúen y se expandan”.
Una de las chicas que organiza PolleraPantalón (evento que cerró la feria con la música del Librecuarteto acompañando las lecturas en la Jam de poesía), Ana Azurmendi, nos dijo: “Me gustó mucho la Expo de este año. La importancia y el espacio que le dieron a las editoriales independientes me pareció muy destacable. La presencia de Killa y Ay Caramba, Almadegoma (Jujuy) y Añosluz Editora, no sólo puso de manifiesto que hay proyectos autogestivos que publican títulos todo el tiempo sino que estos laburos también se articulan a nivel regional. Me gustó mucho que la Biblioteca, un espacio que alberga libros pero que se asocia al silencio, haya estado movilizada, mucha juventud, mucha participación. Eventos en las salas, en las veredas, en el patio. Muy linda la gestión de este año”.
Para finalizar tomamos la palabra de un amigo de la casa, periodista y escritor, Daniel Medina: “Esta me pareció una Expolibros diferente. Las jornadas estuvieron marcadas por la fuerte presencia de jóvenes, de editoriales independientes, por primera vez vi que la historieta tuviera el espacio y el respeto que se merece. Sectores que generalmente se mantienen alejados de lugares catalogados como “oficiales” o “del gobierno” se sintieron como en casa por primera vez quizá porque las personas a cargo de la organización estuvieron en cada detalle del evento y se notó que no lo hicieron por compromiso o por la foto”.