Página 12 realizó un balance de la Fiesta Nacional del Teatro realizada en Salta. Celebró la puesta en escena de 42 obras con lenguajes y temáticas diferentes en la Capital y doce localidades del interior, enfatizó la cantidad de elencos femeninos de la provincia y lamentó las internas que empañaron el acto de apertura.
El informe fue escrito por Cecilia Hopkins y lo trascribimos íntegro a continuación:
“Siempre da motivos para celebrar la realización de la Fiesta Nacional del Teatro, el acontecimiento más importante para los grupos independientes de todas las regiones del país. Aunque en ésta, la 30a edición, que terminó el domingo, las internas que actualmente tensionan al Consejo de Dirección del Instituto Nacional del Teatro empañaron el acto de apertura que se realizó sin representantes de la entidad a la vista. No obstante, el público salteño aprovechó la oportunidad de asistir a los 42 espectáculos programados, a un precio más que popular. Y no solamente en la capital, sino también en doce localidades de la provincia.
Aparte de la murga uruguaya La Trasnochada y Niebla, notable creación de la santafesina Andrea Ramos, durante las primeras jornadas se presentaron dos espectáculos centrados en la temática de los vínculos amorosos: Distintas todas, por la Compañía de Teatro de Arte de San Juan, con dirección de Silvana Sandra Leyes, y Teoría de la comedia romántica, por el grupo salteño Habemus Teatro, con dirección de Laura Casco. El teatro de autor estuvo representado por la puesta de Alejandro Barboza (de Corrientes) de La inapetencia, de Rafael Spregelburd; la puesta jujeña de Se me murió entre los brazos, de Alberto Drago, conducida por Silvia Montecinos; la versión puntana de Venecia, de Jorge Accame, dirigida por Javier Vivas, y la puesta pampeana de Jardinería humana, de Rodrigo García, dirigida por Amelia Gazzaniga. También fue muy aplaudida la puesta que presentó el grupo Ampoya, de Chubut, de la obra de Mauricio Kartun Desde la lona, con dirección de Luis Molina.
Por otra parte, brilló Analía Couceyro en El rastro, con dramaturgia propia basada en la novela homónima de la mexicana Margo Glantz, con dirección de Alejandro Tantanian y acompañamiento musical de Rafael Delgado. Aunque el emplazamiento del espectáculo –al aire libre, sobre un escenario armado frente al Cabildo– atentó contra el carácter intimista del monólogo, fluir de la conciencia de una mujer que asiste al velatorio de su ex marido, con todas las memorias y resentimientos a cuestas. Otro unipersonal con intervenciones musicales que gustó sin reservas fue Irma (cierro los ojos y veo), interpretado por Mariela Rea, representando a Neuquén sobre un texto propio. Con dirección de Mariana Carrasco, Rea habla del artista que encuentra en la obra un espejo de sí mismo; en este caso, una mujer que expone las fotos que retratan el paraje chaqueño que habita.
Ya promediando la Fiesta, La Margarita, representando a Tucumán y con dirección de María José Stefani, abordó el tema del secuestro y la tortura desde un inusual ángulo: con música de Jaime Roos y textos de Mauricio Rosencof, el espectáculo crea imágenes de inocente belleza para retratar la vida en cautiverio de un preso político (el mismo autor uruguayo) que sobrevive recreando situaciones de su adolescencia. Otra obra sobre el encierro carcelario fue La razón blindada, de Arístides Vargas, en la puesta de Miguel de Amico, de Buenos Aires, obra en la que el teatro y su práctica brinda a los reclusos un espacio de libertad. Otro espectáculo de corte político y singular resolución fue el del cordobés Jorge Villegas, Operativo Pindapoy, sobre la lucha armada en la Argentina. El tema de la identidad, por otra parte, fue eje central en Fui, el unipersonal de César Brie que dio en desplegar una suerte de cuaderno de bitácora sobre la propia vida.
Llamó la atención la cantidad de elencos femeninos que representaron a la provincia anfitriona. Sin Dolores, Remedios ni Angustias, de Carlos Delgado, habló sobre la amistad incondicional, en tanto que Las Ninís presentaron en clave de radioteatro un homenaje a la creadora de Catita y Cándida. En títeres también se destacaron las salteñas: La Adolfina recargada, de Hilda Guzmán de Kubiak, sobre coplas tradicionales, y Línea materna, de Claudia Peña, integrante de La Faranda. También fueron elencos femeninos quienes trajeron Petra, de Mendoza, con dirección de Roberto Aguirre; El fruto, de Patricia Suárez, representando a Buenos Aires; y la hipnótica El tiempo de las mandarinas, de Rafael Nofal, elenco tucumano dirigido por Jorge de Lassaletta, sobre desapariciones forzosas, esperas y reencuentros. También fueron actrices quienes trajeron Una mujer sentada, representando al Chaco, con dirección de Alejandro Barboza, una obra que habla del entorno familiar desde la resolución de un crimen, y quienes realizaron la puesta de Santa Cruz de ¿Quienay?, de Raúl Kreig, sobre el encierro femenino. Un tema que también tomó el elenco misionero que presentó La prudencia, de Claudio Gotbeter, con dirección de Iván Moscher, sobre la paranoia que genera en sectores de clase media la sensación de inseguridad.