El Atlas Cultural publicado por la Secretaria de Cultura de la nación, indica que “si algo caracteriza al NOA es la cantidad y diversidad de fiestas folclóricas y religiosas que se realizan”: 771 fiestas y celebraciones populares que representa un 27% del total nacional y equivale a 16 eventos cada 100 mil habitantes.(F.A)

Salta es la número uno en cuanto a celebraciones religiosas en la región con un 65%. Siguen Jujuy (54%) y Santiago (44%), mientras que en Catamarca y Tucumán son mayoría las de origen productivo y en la Rioja, las de origen cívico/histórico. Todos los aspectos tanto históricos coloniales como prehispánicos tienen mayor peso en esta región que en otras del país. Más del 70% de los 163 museos de la región resguardan principalmente objetos y testimonios arqueológicos o históricos.

El 39% de los monumentos y lugares históricos del NOA hacen referencia a la Iglesia Católica, el 32 al valor patrimonial, el 14 a la formación del Estado y el 1 a otros. Sólo el 15% a los pueblos originarios, a pesar de que el NOA es una de las regiones de mayor porcentaje de hogares indígenas del país.

La cultura en el resto del país

El Atlas concluye que a nivel general, y tomando en cuenta las realidades de cada región, la participación de la cultura en la economía nacional es del 3,8% sobre el PBI y aporta el 2,9% del empleo total, alrededor de 469 mil puestos de trabajo. “Sin embargo, esta producción no se encuentra uniformemente distribuida”, advierte el informe.

La región Buenos Aires concentra una parte significativa de las industrias culturales. “Dentro de los sectores culturales nucleares, audiovisual, fonográfico y editorial, la región Buenos Aires, con epicentro en la Ciudad Autónoma, absorbe alrededor de la mitad o más, según los casos, de la producción y consumo de películas, música y libros”, indica. En el resto del país suceden situaciones similares entre las grandes. Se lo percibe en Rosario, Córdoba, San Miguel de Tucumán, Salta, Resistencia, Corrientes, Mendoza, Neuquén-Cipolletti y Comodoro Rivadavia, que se constituyeron en centralidades socioeconómicas y culturales en sus respectivas áreas de influencia.

Para subsanar las desigualdades “entre la capital y el interior, entre el centro rico y los suburbios pobres, entre la industria y la cultura comunitaria, entre lo foráneo y lo nacional, entre las pequeñas pymes, gestores culturales y las majors transnacionales”, el Atlas asegura que se debe pensar en “una complejidad y heterogeneidad de actores, valores e identidades que hacen a la riqueza y diversidad de la cultura argentina, y generan un desafío superlativo para profundizar su puesta en valor a lo largo y a lo ancho del país”.