El presidente resaltó en una entrevista la molestia que causa la ausencia de un billete de mayor valor adquisitivo en el manejo de efectivo. Asimismo, hizo referencia a los gastos y el riesgo asociado al transporte de grandes cantidades de dinero.
El anuncio de Javier Milei indica que el Banco Central se está preparando para lanzar billetes de 50.000 y 20.000 pesos, como respuesta a la alta inflación y las dificultades económicas causadas por la falta de billetes de mayor denominación.
Milei expresó que la situación con los billetes es angustiante, ya que llevar grandes cantidades de dinero en efectivo es como llevar una señal de «roba aquí». Esta declaración fue hecha durante una entrevista con La Nación+ cuando confirmó su apoyo a la introducción de nuevos billetes. Además , señaló que los billetes actuales generan dificultades en las transacciones y conllevan costos significativos. Además, sugirió que la decisión del gobierno anterior de mantener el billete de $2.000 como el de mayor denominación fue una artimaña para ralentizar la circulación del dinero.
“Nosotros, como parte de nuestro programa fiscal, monetario y cambiario hemos cerrado el grifo, tanto en el plano de las Leliq como el del déficit. Por lo tanto, la cantidad de dinero solamente se va a mover cuando compremos dólares, porque eso es contra demanda. En ese sentido, si sacás lo que pasa en el sector cambiario, la cantidad de dinero estaría fija. Para los que piden un ancla, ahí está el ancla: cerraste el grifo del Banco Central y el grifo del fisco, ahí tenés el ancla nominal”, completó Milei.
Tal como Infobae había consignado el domingo, si bien todavía no se lanzó el proceso formal, el BCRA tiene en carpeta para las próximas semanas la puesta en marcha de los nuevos billetes. Su llegada al público demorará de 6 a 9 meses. Ese es el tiempo habitual para que un billete nuevo llegue a la calle, incluyendo desde el diseño, los pasos legales, la producción y la distribución.
“Si sale todo muy bien, podría llegar para junio, cuando se pagan los aguinaldos y la demanda de dinero es más fuerte”, explican en una tesorería de un banco líder. Antes, imposible. No obstante, señalaron que en diciembre, el otro gran pico estacional en el que los bancos necesitan más billetes por el pago de aguinaldos, bonos y el giro comercial de las fiestas, no hubo problemas de provisión. Sí hay problemas para el público y las empresas, que se quejan en forma constante por tener un billete máximo con un poder de compra tan bajo que genera múltiples incomodidades, tal como explicó el propio Milei.
Fuentes del BCRA informaron a Infobae que el asunto de los nuevos billetes no ha sido abordado en el Directorio debido a que hasta el momento se han priorizado temas de mayor urgencia. A pesar de la falta de detalles sobre las nuevas denominaciones, se espera que el tema sea discutido en las próximas semanas. La urgencia es evidente, ya que el billete de mayor denominación tiene un valor ligeramente superior a 2 dólares, y Argentina se enfrenta a un aumento sin precedentes en la inflación en los próximos meses.
El plan de imprimir billetes de 100, 200 y 500 pesos con imágenes de próceres en lugar de animales fue cancelado por razones evidentes. Solo se lanzó el billete de $1.000 con la imagen de San Martín, mientras que los billetes restantes no serán producidos.
Quienes conocen de cerca el manejo de los billetes aseguran que $20.000 y $50.000 es la denominación indicada. Si se opta por valores de $5.000 o $10.000, considerando el tiempo de producción, cuando salgan a la calle el cambio casi no va a notarse. Aún cuando suene excesivo, un billete máximo de $50.000 es lo más razonable según los expertos. Hoy equivale a 50 dólares.
Cuando el billete de $500 apareció en junio de 2016, su valor era de 33 dólares; mientras que al momento de la circulación del billete de $1,000 en diciembre de 2017, su valor era de 58 dólares. Queda por considerar si la diferencia entre el billete de $2,000 y el inmediato de $20,000 podría ser compensada más adelante con billetes de $5,000 o $10,000. Sin embargo, todas estas estimaciones actuales en el Banco Central dependerán de la evolución de la inflación.
La externalización de la producción de billetes al extranjero podría agilizar los plazos en comparación con los tiempos de la Casa de la Moneda, como se ha observado recientemente con los encargos de billetes de $1,000 a Francia y Malta este año. Por otro lado, la Casa de la Moneda actualmente no tiene un presidente, ya que su último titular, Angel Elettore, presentó su renuncia el 7 de diciembre, la cual fue aceptada por Alberto Fernández. El organismo está siendo dirigido por las dos integrantes restantes del directorio, una representante del BCRA, Cristina Tchintian, y otra representante del Ministerio de Defensa, Marina Pecar, designadas por Miguel Pesce y Jorge Taiana respectivamente.
De esa forma, la Casa de la Moneda está conducida por dos directoras designadas por el gobierno anterior. La nueva administración no dio señales acerca de quiénes serán sus nuevas autoridades. Y como en todo organismo público, el clima que se respira por estos días no es el mejor: la intención oficial de recortar gastos y transformar las Sociedades del Estado en sociedades anónimas, no pasan inadvertidas.
Toda la producción de Casa de la Moneda está volcada a los papeles de 1.000 y 2.000 pesos, y a la mayor velocidad posible. Los billetes de menor denominación, pensados con mayor interés en reemplazar por próceres a los animales elegidos durante el macrismo que en facilitar el uso del efectivo para los actores económicos, ya no serán producidos.
En diciembre de 2019, a pocos días de asumir su cargo, el ex presidente del Banco Central
Miguel Pesce anunció que se analizaba lanzar billetes de $2.000 y $5.000. Poco después, la idea se desactivó por decisión de Cristina Kirchner. Al igual que durante su propio Gobierno, en el que se opuso a lanzar un billete superior a $100, la entonces vicepresidenta prefirió no admitir que la inflación requería un valor más alto.
El billete de $2.000 recién salió a la calle en mayo de este año. Pero antes, en mayo de 2022, se materializó la decisión de volver a los próceres. Para el Gobierno, no fue un anuncio menor: junto a Pesce, participó el propio Alberto Fernández, y la entonces titular de la AFIP Mercedes Marcó del Pont. Insólitamente se mantuvieron los mismos valores, de $1.000, $500, $200 y $100, a pesar de que en ese mes la inflación fue superior al 5% mensual y al 60% interanual.
Solamente los de $1.000 llegaron a los bolsillos de los argentinos. El resto, con imágenes de Eva Perón ($100), Martín Miguel de Güemes y Juana Azurduy ($200) y Manuel Belgrano y María Remedios del Valle ($500) no solo nunca se imprimieron sino que ni siquiera se resolvió su diseño definitivo. Sólo se elaboró el boceto que acompañó a la difusión del lanzamiento.