Por Karla Lobos
En 1878, Francisco Uriburu, Torcuato de Alvear, Dardo Rocha participaron de un movimiento que culminó con la asunción de Julio Argentino Roca a la presidencia. Francisco Uriburu mantuvo con Roca una larga y cordial relación y fue entre todos los Uriburu quien tuvo una relación más cercana con Rocha.
Dardo Rocha, al frente del Partido Autonomista Provincial por esos días, movió todos sus recursos para sancionar la federalización de la ciudad de Buenos Aires y contó con el apoyo de Roca para convertirse en gobernador de Buenos Aires, el 1 de mayo de 1881. Francisco Uriburu lo acompañó en la cartera de Hacienda y como convencional constituyente. En las elecciones del 10 de septiembre de 1881, Andrés Ugarriza, otro U de la época, resultó elegido para reformar la carta magna de Buenos Aires.
Uriburu renunció al Ministerio de Hacienda un año después para recibir el cargo de vicepresidente primero del directorio del Banco de la Provincia de Buenos Aires. Al año siguiente falleció Carlos Casares, quedándose Uriburu con la presidencia de la entidad financiera.
A fines de la década de 1880, Pío Uriburu, primo y cuñado de Francisco, le escribía a Rocha que estaba en Paris: “En muchas ocasiones he tenido deseos de comunicarle algo de lo mucho que ocurre, en esta época de desorganización política y social, que atravesamos; pero no está perdido el tiempo, porque nuevos sucesos vienen a acentuar y caracterizar más las tendencias del gobierno nacional, empeñado en convertir la Presidencia en Dictadura; y Dictadura Cordobesa que es, indudablemente, algo que no se comprende ni está escrito en materia de gobierno.” No dejaba de asombrarse de la pasividad de la ciudadanía frente a la situación envilecida por los cordobeses gobernantes: “No crea usted que por esto hemos de protestar los argentinos. No, señor, nosotros nos ocupamos ahora de ganar plata por todos los medios posibles, que todos son buenos si dan resultados, y dejamos que nos gobiernen quien sea, abandonando nuestros derechos a la paternal solicitud de los Señores Cordobeses encadenados en el poder. ¡Qué vergüenza tengo de contar estas cosas! Ya no hay quien pelee, en esta tierra, por nada de lo que dignifica al hombre ¡Cómo se envilecen los pueblos!”
Pese a estar radicado en Salta, Pío Uriburu no se desentendía de los avatares de la política nacional. Este fue un rasgo que caracterizó y diferenció al grupo de los Uriburu del de La Caldera, cuyos hombres estuvieron más empeñados en la puja del poder local que en intervenir en las luchas políticas nacionales.
Uriburu no dejaba de criticar y responsabilizar a Roca del estado de cosas: “El inventor, el Guillotin, de esta fábrica de Gobierno, ha sido tomado por el engranaje y ha perdido sus zarpas. Cree que podía manejar la máquina, y la máquina le ha cortado las uñas y roto los brazos. ¡Cuánto me alegro verlo hoy impotente comiéndose los dedos de rabia, sintiendo en todas partes el vacío que le hacen sus hechuras, los honrados y honorables, que antes tanto lo asediaban! Roca la está pagando, pero su castigo es aun pequeño para la magnitud del daño que ha hecho a la República”.
La posición de centralidad de Pío Uriburu quedó evidente en la responsabilidad que asumió con los preparativos electorales de la candidatura presidencial de Dardo Rocha. Fue el encargado de controlar los gastos y de recibir los dineros de la campaña presidencial tanto en Salta como en Jujuy. Su confianza con Rocha se evidenciaba en la correspondencia dirigida a Luis María Campos, jefe de campaña presidencial del entonces gobernador de Buenos Aires: “El Dr. Rocha ordenó que se me entregaran cien mil pesos que era la suma que calculábamos necesaria para todo lo que había que hacer en estas dos Provincias. Necesito, pues, que me mande usted a entregar los 20.000 pesos que faltan, si he de seguir atendiendo a los gastos de estas dos Provincias. En Jujuy tenemos que vencer con dinero; pues en todos los Departamentos el Gobierno ha mandado fuerzas y los Escrutadores “insaculantes” son enemigos”. La insaculación es el procedimiento aleatorio e imparcial de selección de los ciudadanos que desempeñarán los cargos de funcionarios durante una jornada electoral. “En el caso de tener que comprar a los Comisarios, escrutadores y demás pues careciendo de armas no tenemos otra arma que el dinero, de la que hay que valerse para contrarrestar la fuerza. Abrigo la esperanza de triunfar en Jujuy; pues los enviados que he hecho a todos los Departamentos son hombres de condiciones y resueltos. Van provistos de dinero y de recomendaciones que de seguro, nos han de dar buen resultado”.
Aquí, Pío Uriburu deja clara la escasa incidencia que tenía la candidatura de Rocha en Salta. A pesar de ello, fueron reconocidos como la fuerza opositora, identificados como “el partido de la oposición” y sus cabezas visibles fueron los primos hermanos Pío y David Uriburu. Mientras tanto, desde otro sector, el operador político de Victorino de la Plaza, Mariano Zorreguieta, reconocía la cohesión del entramado de los Uriburu aunque remarcaba su falta de disposición por hacerse del poder provincial: “El partido de oposición esta fraccionado, sin cabeza conocida. Lo dirigen Pío y David Uriburu y otros jóvenes de estos tiempos. A pesar de ello, el partido de oposición es un partido activo e inteligente, que se encuentra postrado porque todos rehúyen tirar la primera piedra, se espantan de responsabilidades y sin embargo, es más unido y tiene mejores elementos que el oficialismo”.
El otro informante del momento era Modestino Pizarro, quien se encargaba de poner al día a Miguel Juárez Celman. Pizarro coincidía en sus apreciaciones con Zorreguieta y brindaba una descripción bastante clara de la situación de los hombres de la oposición: “Aquí existen escasos círculos de oposición pero sin fuerza ni tampoco cuentan con hombres decididos que representen la tendencia enérgica de imposición. Son como esos extinguidos fogones de campaña que solo presentan la ceniza del pasado fulgor”.
Esta escasa fuerza y presencia de los Uriburu a nivel local fue contrarrestada por la fuerza política y económica que tenían fuera de Salta.
La reincorporación de Victorino de la Plaza al gabinete nacional en 1882 fue la ocasión justa para que David Uriburu e Indalecio Gómez redactaran un manifiesto de salutación cuyas firmas permiten identificar a los más conspicuos integrantes del grupo durante los primeros años de la década de 1880: “Tenemos el agrado de dirigirnos a U para expresarle nuestra satisfacción por el acertado nombramiento que el Señor Presidente, ha hecho en la persona de U para integrar el gabinete. Como salteños, sentimos legítimo orgullo del premio que, dos administraciones sucesivas, han dado a la persona de u al talento y a la virtud. Firman Ángel Ugarriza, Pío Uriburu, Sisto Ovejero, Arístides López, Pedro J. Cornejo, Faustino Alvarado, Ignacio López, Blas María Arias, Juan C Tamayo, Felipe R. Arias, Martín Gauna, Facundo López, Napoleón Cainzo, M Zorreguieta, Alejo I de Mariaquegui, siguen las firmas”.
Ugarriza era el senador provincial por el departamento de Campo Santo, donde su familia poseía plantaciones de caña de azúcar. Uriburu no había logrado que su diploma de senador por Rivadavia fuera aprobado por la legislatura opositora, aunque ya había representado al distrito de Anta entre 1875 y 1877. Ovejero fue el primer miembro del grupo en asumir como gobernador de Salta, tras el fallecimiento del gobernador Adolfo Martínez, en 1890. Por entonces, era senador por La Viña y presidente de la Cámara alta de la provincia. Arístides López fue proclamado senador por Anta, en 1880, mientras que Felipe Arias fue designado secretario de la Cámara de Senadores al año siguiente.
Delfín Leguizamón, Ángel Ovejero, Segundo Linares, Indalecio Gómez, Pedro Alvarado, Francisco Costas, Cástulo Aparicio, José Chavarría, Benjamín Leguizamón, Adolfo Valdez y Carlos Matorras fueron los que escribieron desde Salta en apoyo a la candidatura presidencial de Rocha. En sus cartas ninguno se olvidó de manifestar su confianza con Pío o con Napoleón Uriburu. Iban dirigidas, tanto a Rocha como a los generales Lucio Mansilla y Luis María Campos, encargados de su campaña electoral. Delfín Leguizamón y Ángel Ovejero fueron presidente y secretario, respectivamente, del Comité “rochista” en Salta.
En los 90, Delfín Leguizamón y Pío Uriburu asumieron como gobernadores en 1893 y 1898. El “subgrupo” Ovejero-Medina-Zerda detentó el Poder Ejecutivo a lo largo de la década siguiente. En 1901 asumió como gobernador Ángel Zerda Medina, sucedido por su sobrino David Ovejero González, en 1904. Luis Linares Usandivaras, nieto de Florentina Ovejero Zerda y primo segundo del anterior gobernador, asumió el Gobierno de Salta en 1907. Tres años más tarde asumió la primera magistratura provincial Avelino Figueroa Ovejero Zerda, primo hermano de David Ovejero, sobrino de Ángel Zerda y primo en segundo grado de Luis Linares. De esta manera y por una docena de años consecutivos el gobierno de la provincia de Salta estuvo en manos de los propietarios del ingenio azucarero jujeño de Ledesma. Frente a esta situación el diputado nacional Agustín Araya sostuvo en su momento que “el gobierno de Salta se convirtió en anexo de este ingenio”.
En 1911, se pusieron en venta las acciones y con ello, se erosionó la base de poder económica de los Ovejero Zerda. Surgió la “Nueva Compañía Azucarera Ledesma”, cuyos propietarios fueron Enrique Wollman y Carlos Descalsse. Al año de asumir la conducción de la Provincia, el otro gobernador azucarero del grupo, Pío Uriburu, y sus socios pusieron en venta el ingenio La Esperanza, ubicado también en Jujuy. La totalidad de los derechos sobre empresa azucarera fue adquirida por los hermanos Leach, en 1912. Recién en 1918, otro miembro del grupo, volvió sus pasos hacia la actividad azucarera, Robustiano Patrón Costas, quien en 1918, junto a su hermano Juan y sus asociados porteños, fundó en el departamento de Orán el ingenio El Tabacal. La empresa permaneció en manos de la familia hasta 1996, cuando decidieron su venta a la corporación norteamericana Seaboard. Al igual que en el grupo de La Caldera, se caracterizaron por su contenido relacional familiar, como es el caso de los Ovejero-Zerda-Medina y los Uriburu. La familia Ovejero-Zerda-Medina retuvo el poder en Salta por doce años consecutivos y quince alternados. Este subgrupo dominó el espacio político de la provincia durante los primeros trece años del siglo XX. Sin embargo, para estos tiempos el escenario de la política nacional había variado sustancialmente y se tornó favorable al grupo de los Uriburu.
Pío Uriburu, quien el 23 de enero de 1891 desfenestraba a Julio Argentino Roca y lo llamaba “Guillotin”, el 3 de febrero del año siguiente, como era de esperar de parte de algún Uriburu, se había convertido en el más eficaz agente político del ex presidente. Los 90, además de coincidir con una fuerte crisis económica, trajeron la demanda de una renovación general por parte de los jóvenes y de ese remanente salió la constitución de la Unión Cívica Radical.
En la última etapa del gobierno de Pellegrini, Roca (ministro del Interior en ese momento), cuya influencia política no había disminuido para nada, le ofreció a Mitre conformar un frente que neutralizara la “reacción anárquica, rosín y demagógica” de Buenos Aires. Este acuerdo (Mitre – Roca) derribó la delgada línea que dividía a los dos grupos de poder en Salta.
La familia Uriburu, fue una de las primeras en alinearse con Mitre en la década de 1860 y contra Roca dos décadas más tarde. Los protagonistas del Acuerdo eran los mismos de años atrás, José Evaristo Uriburu, Francisco Uriburu y el propio Pío Uriburu. Este Acuerdo erosionó más de treinta años de la construcción de una identidad política de ambos grupos y los obligó a realinearse. En este contexto se enmarcó la adhesión de Indalecio Gómez a las filas del flamante Partido Modernista, que aglutinaba a los hombres de la oposición.
En 1891, Francisco Uriburu le describía a su primo José Evaristo esta situación: “yo le conocí como amigo a nuestro oligarca salteño, más aún como miembro de nuestra familia. Pero de la noche a la mañana se hizo modernista; se une a los ladrones de Salta, sus antiguos enemigos, a Martín Güemes, declarado por él mismo digno de presidio, y, por conseguir una diputación al Congreso, traiciona a sus antiguos amigos, a su partido. Marchó Indalecio Gómez a Córdoba y Salta enviado por Roque Saénz Peña y pacta con Dídimo Pizarro la eliminación de tu candidatura, reemplazándote por Pizarro, a quien encuentra muy superior a ti bajo todos conceptos”. Indalecio Gómez era nada menos que el concuñado de José Evaristo Uriburu, quien en esos momentos pretendía integrar la fórmula presidencial del Acuerdo. Su nombre había sido propuesto desde las propias filas del PAN y era apoyado por la Unión Cívica, dirigido por Mitre. El sector dirigido por Alem, no tardó en separarse definitivamente para dar origen a la Unión Cívica Radical.
Pío Uriburu operaba desde Salta para lograr que un miembro de su familia alcance el sillón de Rivadavia. Francisco hacía otro tanto desde su quinta de Villa Elisa, cercana a la ciudad de La Plata. La empresa logró el éxito esperado al convertir a José Evaristo Uriburu en el candidato a vicepresidente que acompañó a Luis Sáenz Peña. Esta fórmula presidencial se impuso en los comicios de 1892 a la de la Unión Cívica Radical. Mientras, el Partido Modernista, que llevaba como candidato a presidente al hijo de Luis Sáenz Peña, Roque, tuvo que inhibir su participación, por el vínculo entre ambos. El Acuerdo Roca–Mitre fue provechoso para los Uriburu y también para el subgrupo familiar que accedió a la primera magistratura tres años más tarde, tras el fallecimiento de Luis Sáenz Peña. El dominio provincial continuó en manos de este grupo, aunque ahora la “centralidad” estaba en manos del grupo Ovejero-Medina-Zerda.
En la década de 1880 cada grupo priorizó la elección del cónyuge dentro del propio sector, pero después del Acuerdo esta estrategia se diluyó. El subgrupo de los Ortiz fue el mejor ejemplo: en 1882 el gobernador Miguel Ortiz contrajo matrimonio con la sobrina de Juan Solá, Dolores Damiana Torino Solá. Sin embargo, en 1895 Candelaria Ortiz Ortiz, hija de Francisco Ortiz y Mercedes Ortiz, se casó con David Ovejero. María Isasmendi Ortiz, sobrina de Francisco Ortiz, se casó en 1893 con el ex gobernador Martín Gabriel Güemes, quien falleció cuatro años después. La viuda volvió a contraer matrimonio en 1903 con Emilio San Miguel Ovejero, hijo de Carolina Ovejero y Saturnino San Miguel y sobrino de Sixto y de Querubín Ovejero. El último gobernador del período, Robustiano Patrón Costas, emparentado con los Uriburu a través de su tía, Mercedes Patrón Escobar, contrajo nupcias el 2 de septiembre de 1906 con Elisea Ortiz Isasmendi, hija de Abel Ortiz Viola y Elisea Isasmendi Ortiz. Todo queda en familia.
Cualquier semejanza con la realidad actual, es mera coincidencia