El premio fue para Sin novedad en el frente. Se la puede ver en Netflix.
Y el sueño de la tercera no pudo ser. Argentina, 1985 se quedó a la puerta del Oscar a la mejor película internacional, que fue para Sin novedad en el frente (All Quiet On The Western Front), el drama bélico del alemán Edward Berger. La comitiva encabezada por el director Santiago Mitre y los protagonistas Ricardo Darín y Peter Lanzani aplaudieron al ganador con la amargura del caso pero con la satisfacción del deber cumplido: haber puesto algo de luz sobre una de las historias más oscuras de nuestro país.
El premio fue anunciado por Antonio Banderas y Salma Hayek, y algunos indicios del actor español habían alimentado las ilusiones de la troupe argentina. Sin embargo, el galardón fue para la producción alemana ambientada en la primera guerra mundial, en una categoría en la que también participaron EO, del polaco Jerzy Skolimowski, Close, del belga Lukas Dhont, y el filme irlandés The Quiet Girl.
La película teutona ya había arrasado en febrero pasado en los BAFTA, la entrega de premios más prestigioso del Reino Unido. Allí se consagró como mejor película del año, la categoría más importante, y también cosechó otros seis premios más como mejor película de habla no inglesa (le ganó a Argentina, 1985), mejor director (Edward Berger), mejor guion adaptado, mejor fotografía y mejor banda sonora original.
Sin novedad en el frente relata la vida de los soldados en las trincheras durante la Primera Guerra Mundial, historia que se basó en el libro homónimo que fue escrito por Erich Maria Remarque, un veterano alemán de la Gran Guerra. El film se puede ver en Netflix y toma como punto de partida a Paul Baumer (Felix Kammerer) un soldado de apenas 17 años, quien envuelto en un patriotismo naif, decide unirse con entusiasmo a las primeras líneas de combate, falsificando su documento por ser menor de edad.
Pero de este primer momento de alegría donde Paul y sus nuevos compañeros se muestran entusiastas, cuando son aceptados para ir al frente de combate y se calzan sus uniformes, pasa sin anestesia a la locura de la guerra. Así de un momento al otro, se enfrentan a la muerte, horas de hambre y frío, enfrentamientos armados donde pierden amigos y compañeros. Un universo que no distingue a malos o buenos y los pone ante la peor experiencia de sus vidas.
El hambre es otro de los protagonistas centrales de este relato que le recuerda al espectador que sin las necesidades básicas como comer, acumular horas de sueños y estar bien abrigado, pueden ser cruciales a la hora de enfrentar a un enemigo. Es una historia que también habla acerca del valor de la vida, más allá de que se muestran muertes una tras otra.
En paralelo a la crudeza del campo de batalla, la trama también se centra en los momentos previos a la rendición alemana y el tratado de paz que se firma en aquel histórico vagón. Las horas para llegar a este acuerdo son decisivas y los altos mandos alemanes y franceses dirimes desde sus cómodos camarotes el destino de los soldados que se encuentran en las peores condiciones de vida.