Un análisis de cómo y porqué Eva María Duarte de Perón y Ana María Villareal de Santucho nos enseñan que cuando una mujer se empodera no hay nada que la detenga. Luchas inmortales en Argentina.
Por Gabriela Hernández
Un día Salta se despertó con una tumba profanada en el cementerio de la Santa Cruz, el odio fue tal que destruyó el mármol con el que se la cubrió, era la tumba de Ana María Villareal de Santucho mejor conocida como «La Sayo», una mujer salteña que fue asesinada y que siempre soñó/militó la revolución. El hecho generó el repudio de varios espacios que defienden los Derechos Humanos, la memoria, la verdad y la justicia, pero también significó un retrato de la época que estamos viviendo en donde el odio histórico de los sectores oscuros del país a las causas populares saca de a poco la cabeza.
Por otro lado, este año se estrenó «Santa Evita» una serie sobre Eva María Eva Duarte de Perón inspirada en el libro de Tomás Eloy Martínez del mismo nombre y dirigida por Rodrigo García Barcha y Alejandro Macia. La serie sigue la intrigante historia de una gran figura política de Argentina, Eva «Evita» Perón, después de su muerte por cáncer cervical a los 33 años en 1952. Pero lo más llamativo es que la serie muestra cómo sus restos embalsamados, tras ser velados ante millones de personas, fueron secuestrados por el odio de la dictadura militar de 1955 autodenominada Revolución Libertadora (mejor conocida como fusiladora). Al cuerpo sin vida de Evita lo profanaron, fue mutilado, secuestrado y desaparecido, al momento de regresar al país luego de estar en Italia presentaba 35 lesiones.
A estas dos mujeres las une el compromiso en vida por una causa que defendieron hasta su final y la trascendencia a través del tiempo y de los planos del espacio/tiempo, situación que les significó batirse con sus enemigos incluso hasta después de la muerte. El odio a sus géneros, a su protagonismo, a su militancia, carcome tanto a sus enemigos que le heredan la sangre resentida a nuevas generaciones criadas con relatos patriarcales y antipopulares que inundan tanto las mentes que se sienten afectados por todo lo que simbolice a Eva y a Sayo.
Frases y obras
De la mano de Perón, Evita incursionó en la política, se convirtió en la «abanderada de los humildes» y fue la conquistadora del voto femenino, con un primer discurso oficial que mostró su apoyo a los derechos femeninos. También Fundó el Movimiento Peronista Femenino, fue activa impulsora de la igualdad de la mujer. Creó la Fundación Eva Perón al frente de la cual realizó obras de carácter social y se convirtió en protagonista indiscutible de la historia de la política argentina.
Construyó hospitales, hogares para ancianos y madres solteras, dos policlínicos, escuelas, una Ciudad Infantil. Durante las fiestas distribuía sidra y pan dulce, socorría a los necesitados y organizaba torneos deportivos infantiles y juveniles. El 28 de agosto de 1948, publicó su Decálogo de los Derechos de la Ancianidad, una iniciativa precursora en la lucha por el reconocimiento de las personas de la tercera edad. Desde ese momento se celebra en el país el Día de la Ancianidad esa fecha. (Publicado en Perfil)
«Ha llegado la hora de la mujer que piensa, juzga, rechaza o acepta y ha muerto la hora de la mujer que asiste atada e impotente a la caprichosa elaboración de los destinos políticos de su país».
La Sayo
Egresó de Licenciada en Artes Plásticas en la Universidad de Tucumán y militaba en el Frente Revolucionario Indoamericano y Popular, que luego confluyó en el Partido Revolucionario de los Trabajadores-Ejército Revolucionario del Pueblo (PRT-ERP). En 1971, Ana y su familia se trasladaron para vivir en Córdoba. Ese mismo año, fue detenida en la cárcel del Buen Pastor.
Sayo o Sayonara como le decían sus compañeros, fue detenida por la policía el 2 de febrero de 1972 cuando viajaba en ómnibus camino a Salta. Permaneció detenida en el penal de Devoto y luego fue traslada al penal de máxima seguridad de Rawson, hasta que fue asesinada el 22 de agosto de 1972, junto a 15 prisioneros. Los responsables de su asesinato fueron juzgados en octubre de 2012.
En 2015, en el Centro Cultural por la Memoria de Trelew, homenajearon su vida y militancia.
En el libro «Nosotros los Santucho», Blanca, hermana de Roberto, relata la militancia de sus familiares víctimas del Terrorismo de Estado: diez integrantes de la familia fueron asesinados y desaparecidos. (Comisión de la memoria de Córdoba). La figura de Ana, la guerrillera salteña, se destacó entre sus pares como un cuadro político que resaltó el género femenino en las luchas por la revolución de la época.
Sus hijas la vieron por última vez en julio de 1972 en Rawson. El clima se notaba distendido en el penal. Las chicas pudieron hacer manualidades con la madre y caminar por los pasillos de la cárcel. Marcela, la hija del medio, tenía solo nueve años entonces. “Mis padres eran de dar el abrigo, de quedarse sin abrigo, de decirnos que compartiéramos los juguetes y que estudiáramos. Ellos militaban pero también nos querían criar como el Hombre Nuevo” recordó Marcela Santucho en una oportunidad.
Símbolos de lucha y de salir del molde
La simbología de estas mujeres, su toma de posición en la historia y en la memoria del país significó y significa una amenaza para aquellos que no pudieron hacer lo mismo con su historia, que no hicieron ningún acto que les valga ser queridos o ser recordados ya que solo se dedicaron a apagar vidas emergentes y prometedoras, a oprimir y a celebrar cosas como el cáncer.
Una mujer que sale del lugar que siempre, a través del patriarcado se le dio, está destinada a ser ejemplo a despertar, a transmitir ese apetito de grandeza generado por las constantes negaciones a las que se somete a la mujer: la negación de hablar, de participar, de dirigir y trascender, estas mujeres no se quedaron con las ganas tomaron el lugar que creyeron merecer y fueron por todo hasta el final, hoy sus figuras le pelean a la muerte y aún en plena desventaja pelean con los vivos que no toman dimensión del legado que las respalda.
«¿Qué es la muerte para quien ha dejado pedazos de su existencia en un sin fin de corazones? ¿Qué es la muerte para quien ha encendido la mecha de una idea, de un camino, de una lucha, de derecho y una revolución? Nada»
Comunicado
Repudiamos enérgicamente los ataques violentos realizados a la tumba de Ana María Villareal de Santucho en la semana de cumplirse 50 años de su asesinato, en lo que el pueblo argentino recuerda como la Masacre de Trelew.
Exigimos a la Justicia que se esclarezca este delito y al Poder Ejecutivo que brinde la seguridad necesaria en el Cementerio Municipal de la Santa Cruz de la ciudad de Salta, para que ataques como este no vuelvan a cometerse.
La dictadura atacó con furia a lxs familiares, compañerxs hace 50 años, mientras los restos de Ana María eran velados, hoy ese mismo terror quiere amedrentarnos atacando su tumba, pero ya dijimos Nunca Más. Hemos luchado medio siglo por justicia por Ana María y por todxs lxs militantes revolucionarixs fusiladxs en Trelew y lo seguiremos haciendo.
Sabemos que el odio se ampara en la impunidad, pero nosotrxs, defensores del estado de derecho, seguiremos luchando por Memoria, Verdad y Justicia!
Ana, Marcela y Gabriela Santucho Villarreal.
Familiares de la Masacre de Trelew